"Los agoreros en torno a Doñana no son precisamente altruistas"

Jorge Molina narra la creación "casi epopéyica" del Parque Nacional entre 1940 y 1970

El periodista y escritor Jorge Molina (Cumbres Mayores, Huelva, 1964), ayer en la marisma de Doñana, junto al observatorio del Bolín.
El periodista y escritor Jorge Molina (Cumbres Mayores, Huelva, 1964), ayer en la marisma de Doñana, junto al observatorio del Bolín.
Francisco Camero

11 de mayo 2011 - 05:00

Cualquiera se llevaría hoy las manos a la cabeza, pero hubo un tiempo, no hace tanto, en el que los linces no eran una especie protegida, sino alimañas que una vez cazadas se despachaban a 11 pesetas la pieza. También resulta ya extrañamente remoto imaginar una de las reservas ecológicas más importantes del planeta como un terreno donde la gente moría de paludismo o -muchas veces era el mejor de los casos- subsistía miserablemente. El periodista y escritor Jorge Molina recorre ahora la historia de la creación del Parque Nacional y Natural de Doñana en un libro lleno de historias memorables y vidas sorprendentes y que ve la luz dentro de la colección de la Fundación José Manuel Lara Ciudades andaluzas en la Historia.

"En los años 40 y 50 hubo dos grandes epopeyas en apenas 50 kilómetros: los intentos para convertir una gigantesca zona en el mayor arrozal de Europa; y los intentos para evitar que el resto de la zona se convierta en eso, en un arrozal. En ambos casos los intentos triunfaron. Y ocurre que hay muchos libros que cuentan Doñana desde casi cualquier perspectiva específica o científica que se nos ocurra, pero siempre he tenido la impresión de que el relato global no estaba contado. Yo al menos lo echaba de menos", explica Molina.

El autor presentó ayer Doñana. Todo era nuevo y salvaje, así se titula la obra, durante una visita al Palacio de Doñana y al observatorio del Bolín, dos de los muchos espacios fascinantes de este privilegiado enclave que reparte sus más de 100.000 hectáreas por la provincias de Huelva y en menor medida por las de Sevilla y Cádiz. En el relato de Molina -responsable también de la inclasificable y divertida antiguía turística 123 motivos para no viajar a Sevilla- caben las personas anónimas y las socialmente relevantes, los acontecimientos históricos y los cotidianos, y tanto las explicaciones económicas como puramente ecológicas, pasando por pasajes de sorprendente calado antropológico. Éste es el caso de la difícil relación entre la población autóctona y la "colonia valenciana sin precedentes" que se asentó en la zona cuando Rafael Beca, empresario-factótum de la zona, dueño de 40.000 hectáreas de arrozales, contrató a jornaleros sobre todo de la localidad de Sueca para cultivar sus tierras porque no se fiaba de la capacidad de sus trabajadores andaluces. "Vivían en el mismo pueblo, pero hablaban lenguas distintas, adoraban a vírgenes distintas y tenían costumbres distintas. Y sus hijos no se casaban entre ellos", recuerda el escritor.

José Antonio Valverde es otro protagonista crucial de esta "novela reportaje" en la que los géneros tienden a la hibridación: con gran pulso narrativo y apoyado en un formidable acopio de material documental de archivo y de primera mano, el autor aúna secuencias de construcción prácticamente cinematográfica y aspectos ensayísticos y periodísticos. Valverde, nacido en Valladolid en 1926 y fallecido en Sevilla hace ocho años, fue el padre de Doñana, "el Quijote de esta historia". "Hizo cosas extraordinarias sin darle importancia. Él fue el único que supo ver lo que es Doñana hoy, sólo él era consciente de su importancia medioambiental".

Por una carambola de la vida, conoció en Francia a Luc Hoffmann, heredero de la inmensa fortuna de la farmacéutica Roche y fundador de la reserva natural de La Camarga, en el sur de Francia. Gracias a él Valverde, un hombre con don de gentes y sin pudor a la hora de "pedir favores", pudo introducirse en un círculo de ornitólogos -cuando la ornitología era una práctica para de las élites- en el que quien no era secretario general de la Unesco, era marqués, y quien no era príncipe de un país escandinavo era el hermano de un célebre escritor, caso del biólogo Julian Huxley.

Estos y muchos otros con quienes trabó amistad el naturalista español, dice Molina, fueron "los pioneros del medioambientalismo en Europa, vieron claro que Doñana era clave para la zoología europea y echaron una mano presionando al Gobierno español y a los propietarios de las tierras para convertirlas en Parque Nacional". Ellos creyeron en el futuro de Doñana, como lo hace -con importantes matices- Molina. "Doñana no está tan mal como los agoreros dicen. Porque hay muchos, y sobre todo hacen mucho ruido, por motivos no precisamente magnánimos y altruistas muchas veces. Doñana es un sitio delicadísimo, tanto que primero fue mar, después lago, ahora es marisma, y si sigue el orden natural de las cosas terminará siendo un terreno colmatado, un sitio seco. Las amenazas siempre existirán. Pero Doñana está mucho más protegida y mucho más salvaguardada hoy que ayer".

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