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Jazz

Los nuevos álbumes del violinista Mark Feldman y el contrabajista Michael Formanek reivindican los requerimientos del formato en solitario

El contrabajista estadounidense Michael Formanek.
El contrabajista estadounidense Michael Formanek. / D. S.
Salvador Catalán

05 de abril 2021 - 06:00

Excesivamente ásperas para algunos, absolutamente libres para otros, las grabaciones en solitario siempre han supuesto un reto para aquellos músicos de jazz que se han atrevido a abordarlas. Y más cuando sus instrumentos no gozaban del registro armónico de otros como el piano, habituados por tradición y características a desenvolverse en estos contextos.

Dos instrumentos de cuerda frotada como violín y contrabajo saltan ahora a la pasarela discográfica de la mano de sendos músicos asentados en la primera fila de sus respectivas especialidades: el violinista Mark Feldman y el contrabajista Michael Formanek. Y ambos lo hacen de la mano de un sello discográfico –el suizo Intakt Records– plenamente comprometido con este tipo de lances, no aptos para públicos pusilánimes.

Así, 26 años después de su primer registro en solitario (Music For Violin Alone, 1995) Feldman plasma en Sounding Point su apuesta tanto por la improvisación libre (Unbound o New Normal) como por estructuras prefijadas. En ambos casos, despuntan los recursos del músico de Chicago puestos al servicio de las sugerentes historias que transmite y que saltan de la tensión al sosiego. Todas llegan suscritas por él con la excepción de sendos temas de Ornette Coleman (Peace Warriors) y de su habitual aliada, la pianista suiza Sylvie Courvoisier.

Una ruta similar asume el gran Michael Formanek, 23 años después de su primer álbum en solitario, Am I Bothering You? (1998). En este caso, Imperfect Measures parte de la idea de crear música interactuando con su amigo, el ilustrador Warren Linn, cuyo valioso trabajo resultante figura en la cubierta del álbum. Más cercano al proceso compositivo que a la práctica interpretación, Formanek se preocupa por captar la sensación de cada momento a través de una exploración que –de ahí el título del álbum– revaloriza incluso sus imperfecciones. Música exigente para creador y también para oyente, molesta para oídos acomodados, pero, sobre todo, profunda y autónoma.

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