Alhambra Monkey Week
La cultura silenciada
Xoel López | músico
Tras más de veinte años de carrera musical y dieciséis discos en su haber, Xoel López acaba de editar el último de ellos, de nombre Caldo Espírito, fusionando palabras del italiano y el gallego para señalar que en las canciones que lo componen su autor se esfuerza en rehabilitar la calidez humana y la espiritualidad, invitándonos a sumergirnos en nuestras almas escuchándolas y conectar con ellas a través de nuestra propia experiencia. Actualmente Xoel se halla inmerso en una gira por los locales que FNAC tiene en toda España, presentando el disco mediante la interpretación de tres o cuatro de esas canciones a solas con su voz y una guitarra acústica y aprovechando su paso por Sevilla nos concedió esta entrevista para conocer más profundamente su nueva obra.
-¿Realmente no pertenece usted a este tiempo como afirma en la primera canción del disco? Parece una declaración de principios.
-Las canciones no son declaraciones de principios, son declaraciones de momentos y esta representa uno de ellos, nada más; no es un manifiesto. ¿Pero quién no se ha sentido a veces un poco fuera de lugar? La canción habla de muchas más cosas; es una crítica. Y cuando criticas algo no te sientes parte de ello; pero claro que pertenezco a este tiempo y me adapto a él.
-Supongo que la edad y la experiencia habrán matado el idealismo. Y eso se refleja en este disco.
-Es un disco que rompe muchos preconceptos y muchos idealismos, sí. Ya no tengo edad para decir que es un disco de madurez porque ya hace mucho que soy maduro, pero es verdad que a estas alturas todavía voy pasando fases, rompiendo mitos y descubriendo cosas; es algo que no termina nunca. Siempre hay capas de la cebolla que deshojar y aún me sigo sorprendiendo descubriéndome ingenuo muchas veces.
-La hoja de promo dice que este disco marca un nuevo enfoque en su carrera, pero yo no he visto grandes cambios ni elementos que rompan con nada de lo anterior. Si acaso, una vuelta a la guitarra eléctrica, de la que se había apartado últimamente.
-Hay elementos nuevos, pero también hay elementos bastante clásicos de mi carrera; recupero cosas que hace mucho que no rescataba, pero que están en mi pasado más lejano. Es verdad que no es que sea una cosa completamente nueva, pero toda mezcla es novedosa y de alguna manera también infinita; hay elementos de fusión diferentes, formas de cantar distintas, un tipo de letra que no estaba antes y una crudeza en la forma de decirlas. Pero no; no es radicalmente nuevo, también pienso así; es un avance, una evolución lógica y, en parte, esperable.
-En el disco hay un aire que nos recuerda a Peter Gabriel. ¿Es uno de sus referentes?
-Sí que lo es; me encanta. Todos los que hacen canción de autor; y no me refiero a cantautores, sino a los que siguen su propio camino, los que tienen su propia búsqueda y fusionan de una manera personal son referentes para mí. Es paradójico, pero es imposible hacer lo de uno sin lo de los demás, aunque yo no hago ningún ejercicio de estilo en concreto, lo que hago es mezclar; en mi coche puedo escuchar a Janis Joplin, a Rosalía y de ahí pasar a Peter Gabriel, Paul Simon o Juan Luis Guerra y me quedo tan ancho. Me gusta todo; pero sobre todo me gustan las canciones, ya sea una comercial del momento o una de Simon & Garfunkel de los años 60; me da igual. Si te gusta la música y te gusta la belleza musical, la encuentras en muchos sitios y en ese sentido no tengo prejuicios; puede aparecer en cualquier contexto, puede ser un disco de Miles Davis, el A Kind of Blue, como puede ser El mal querer.
-El disco suena muy diferente canción tras canción. Siempre he tenido curiosidad por saber si un disco desde fuera siempre se ve más diferente que desde dentro.
-Yo mismo me redescubro y voy descubriendo cosas en mi propio disco. Invitaría a la gente a que escuche a largo plazo; es decir, a que no se quede solo con la primera sensación, sino a que vaya escuchando el disco y descubriendo su profundidad, su riqueza; porque yo mismo sigo escuchando el disco ahora, ya que sigo teniendo la ilusión de ponérmelo, y sigo descubriendo cosas. Es que fue un proceso tan largo que hay detalles que ya no recordaba. Este fue un disco especialmente trabajado, más que otros, tuvimos más tiempo; se hizo esperar un poco más, por diversas circunstancias que yo viví con ansiedad, pero me di cuenta que también propiciaron el reposo y la reflexión. Entonces no hay nada dejado al azar, todo tuvo su pausa y todo está bien decidido como queríamos que estuviese.
-En un periodo tan largo, asumo que algunas canciones habrán variado su concepto o su interpretación de como eran al concebirlas.
-Hay algunas, como Fort Da, que terminó siendo como la concebí, sin variaciones, pero en otras sí hubo muchas; Salitre y humo cambió bastante de como yo la hacía en casa al piano a como terminó siendo finalmente. Albatros la tocaba en casa al piano y voz y me parecía que no admitía mucho más; finalmente la terminamos incluso quitando el piano del principio, empezándola a capela. Pero esto te lo da también el contexto; cuando entiendes que ya tienes muchas canciones puedes empezar a quitar y poner de otros sitios; al darme cuenta de que iba a ser la primera canción del disco me dije que sería muy bonito comenzarla a capela, como diciendo: hola, aquí estoy yo con mi voz; y luego van entrando los elementos. El concepto de disco interfiere mucho, incluso en el concepto de cada canción.
-Caldo Espírito tiene bastantes colores diferentes. Hay algunas canciones de ritmo rápido, también las hay muy intimistas. ¿Usted escribe mejor desde la alegría o desde la tristeza?
-Desde el conflicto en general. Porque es verdad que escribo cuando tengo conflictos, digamos, filosóficos, no necesariamente cuando me siento mal, pero sí cuando tengo dudas, cuando hay algo que me incomoda o me produce cierta contrariedad y tengo que resolverlo. Es como si hiciera terapia con las canciones, a través de los versos y de la letra, sobre todo; como si intentara entenderme un poco mejor e intentara entender también el mundo de alrededor. Y la música me acompaña de una forma mucho más abstracta; las palabras, aunque sean metafóricas, son mucho más concretas que la música, que veces simplemente parte de sensaciones.
-¿Y ha conseguido entenderse? ¿Su disco plantea más preguntas de las que responde? En realidad, muchas de las cosas sobre las que canta no son lo que parecen.
-Sí que las responde, porque creo que en el disco hay mucha conclusión. Es verdad que también plantea preguntas, pero creo que tiene respuestas en la forma de decirte: esto no es lo que pensabas; pensabas que era así y era asá. Creo que hay reflexión; hay preguntas, pero también hay respuestas.
-Se dice que si vemos a un gallego en una escalera no sabemos si sube o si baja. Si en su caso cambiamos la escalera por su carrera musical se cumple perfectamente; cuando lo vemos en un momento concreto nunca sabemos si su próximo paso va a ser para allá o para acá, ni hacia dónde lo va a llevar.
-Tengo que decir que es cierto y a mí me pasa un poco igual, yo tampoco sé qué va a ser lo siguiente. Creo que tiene que ver con una mentalidad también muy abierta; es decir, estoy abierto a que me pase lo que sea, a hacer lo que sea; en el propio estudio, con el productor, con los músicos, siempre dejo la puerta abierta a posibilidades, no llego con una idea muy concreta ni preconcebida, ni nada obtusa ni rígida, es totalmente flexible. Es verdad que ahí aparece esa manera de relativizar siempre de los gallegos; en parte en la vida las cosas son relativas, otras veces no, ¿pero por qué no sentir esa libertad a la hora de hacer música? Hay un momento en que tienes que decidir, porque si no, un disco no se terminaría jamás. Una de las grandes tareas del creador es decidir y al ser humano en general le molesta bastante tener que tomar una decisión; la gente generalmente prefiere que le digan lo que tiene que hacer, por donde ir; y la creatividad es todo lo contrario, decir que puedo hacer de todo, pero hago esto. Yo me lo planteo primero todo como campo abierto, una hoja en blanco y mil posibilidades, y voy obrando sobre la marcha; lo que hice ayer me condiciona un poco la decisión de hoy; vas generando un lenguaje, un entramado, un diálogo en un camino que se va formando sobre la marcha.
El disco tiene una producción muy sucinta y clara. La voz siempre está por encima de las instrumentaciones ¿Lo buscó así, usted que siempre ha sido tan amigo de hacer las cosas a su modo, o ha sido consejo del productor o del que ha hecho las mezclas?
-No sé responderle porque no sé hasta que punto no me lo encontré ya por el camino. Es verdad que hace mucho que no tengo una idea preconcebida, como le he dicho antes; cuando era jovencito sí tenía claro que quería hacer un disco como los Who, pero ahora no; ahora tengo canciones y trabajo en el estudio en función de lo que me vaya pasando y a veces incluso de lo que haya escuchado en el coche de camino allí. Como las posibilidades son tantas me gusta dejarle margen a la circunstancia del momento; siempre pienso que si este mismo disco, con las mismas canciones, lo hubiese grabado este año, o si fuesen otros los músicos, sería muy diferente. Lo de la voz sucedió cuando grabé las voces, que fue lo último; me encontré con unas tomas de voz especialmente inspiradas y fui yo el que dijo: vamos a ponerlas un poquito mas altas, vamos a hacer que este sea un disco de voz; creo que le sentaba bien.
-Cuando haga estas canciones en directo va a ser todo más crudo y menos dulce. ¿Las tiene ya arregladas para eso? ¿Algunas de ellas van a perder o cambiar su esencia?
-Siempre me planteo que el disco es el disco y el directo es el directo; en ese sentido no me importa tanto si no suenan exactamente igual, si transmiten algo diferente. No me debo al disco, que está ahí y es una obra en sí misma. En su traducción en directo siempre me doy un margen a reinterpretarlo, aunque no lo transformo en otra cosa. Pero me permito ciertos márgenes de adaptación, que ya comprobaréis cuando vuelva a Sevilla en el Festival Interestelar.
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