Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Emperatriz
Premios Goya
Vivir es fácil con los ojos cerrados fue la gran triunfadora en la 28 edición de los Premios Goya, al conseguir seis de los siete galardones a los que optaba, entre ellos el de mejor película y mejor director, David Trueba. También logró el de mejor actor protagonista para Javier Cámara, mejor actriz revelación, para Natalia de Molina, mejor música para Pat Metheny y mejor guión para Trueba.
Pero la película que se llevó más premios Goya fue Las brujas de Zugarramurdi, que consiguió ocho de los diez premios a los que estaba nominada, con el de mejor actriz secundaria, para Terele Pávez, como más destacado. La gran familia española se tuvo que contentar con dos Goya, al igual que La herida, mientras que Caníbal y Stockholm lograron uno cada una.
El realizador Fernando Franco consiguió el Goya como Mejor Director Novel por su película La herida, un drama intimista que supone el debut del sevillano, nominado el año pasado por su trabajo como montador de Blancanieves. Franco se impuso a la catalana Neús Ballús, que competía con La plaga, y a los madrileños Rodrigo Sorogoyen, director de Stockholm y Jorge Dorado, de Mindscape. La película que ha coronado a Fernando Franco es la historia de una joven enferma mental con un síndrome conocido como Trastorno Límite de la Personalidad.
Precisamente este papel le reportó el Goya a la Mejor Actriz a Marían Álvarez, ganadora de la Concha de Plata del Festival de Cine Internacional de San Sebastián por esta misma interpretación, imponiéndose a Inma Cuesta (Tres bodas de más), Nora Navas (Todos queremos lo mejor para ella) y Aura Garrido (Stockholm). Visiblemente emocionada, se acordó de las compañeras con las que competía y de todo el equipo de La herida. Y para Fernando Franco tuvo los comentarios más emotivos, a quien le dijo que "no habría premios en este mundo que te den lo que tu me has dado a mi, te mereces todo lo que te pase porque eres valiente, honesto, talentoso y una de las mejores personas que me he encontrado". Eduardo Noriega fue el encargado de entregar este Goya, uno de los más deseados del palmarés.
Roberto Álamo logró el Goya al mejor actor de reparto por su papel de Benjamín, uno de los cinco hermanos de La gran familia española, de Daniel Sánchez Arévalo. El actor madrileño, de 43 años, se impuso a Carlos Bardem con Alacrán enamorado, a Juan Diego Botto por Ismael y a Antonio de la Torre, su hermano ficticio en La gran familia española. "Ay Wert, Wert, me gustaría que me hubieras honrado con tu presencia y, sin embargo, me has deshonrado", dijo el actor al recoger el Goya. Y añadió: "este premio no está dedicado a ti", en alusión al ausente ministro de Cultura.
Natalia de Molina obtuvo el Goya a la mejor actriz revelación por su personaje en Vivir es fácil con los ojos cerrados, la comedia de David Trueba. De Molina, la más joven de las nominadas en esta categoría, desbancó a María Morales (Todas las mujeres), Olimpia Melinte (Caníbal) y Belén López (15 años y un día). Muy nerviosa, la actriz recogió el premio de manos de Antonio Resines y Silvia Abascal y, con voz entrecortada, se lo agradeció a David Trueba: "Muchas gracias por creer en mi en un momento en que es muy difícil creer en nada", dijo.
A sus 23 años, la actriz nacida en Linares está dando sus primeros pasos en el mundo del cine. En 2012 rodó su primera película, Temporal, y Vivir es fácil con los ojos cerrados es su segunda experiencia y su trabajo más importante hasta la fecha. En ella interpreta a Belén, una joven embarazada y soltera que se fuga de la casa de acogida donde su familia la mantiene discretamente para unirse al viaje a Almería de Antonio (Javier Cámara) en busca de John Lennon.
La actriz bilbaína Terele Pávez consiguió, a los 74 años, su primer Goya como Mejor Actriz Femenina de Reparto por su aterradora mesonera Maritxu, una de Las brujas de Zugarramurdi de Álex de la Iglesia. Una emocionadísima Terele Pávez recogió el Goya de manos de Javier Bardem y todo los asistentes se pusieron en pie y le dieron una amplia ovación cuando subió al escenario. "Gracias", dijo con voz entrecortada y entre lágrimas la actriz. "Ay Álex, sé que estás en Argentina, pero es la tercera vez que vengo aquí por ti, así que por favor Carolina (Bang, la pareja del director) dile en qué estado estoy". "Estoy tan agradecida, tan llena de cariño, os quiero tanto, tengo 74 años y llevo en esto 60 y son 60 años queriéndoos, admirando y agradecida a ser de esto".
La actriz aseguró que nunca ha tenido metas, que su solo objetivo era ser "de esto", no conseguir premios. "Siempre he trabajado, de vez en cuando, pero he trabajado", recordó entre las risas de los asistentes, mientras la cámara enfocaba a una también emocionada Pilar Bardem. Y dedicó el premio a su hijo. "Todo esto por una sonrisita tuya nada más", dijo, sin dejar de llorar.
Antes, al salir al escenario para entregarle el Goya, el actor Javier Bardem tuvo una breves palabras dirigidas al ministro de Cultura, José Ignacio Wert: "Nuestra industria, nuestro cine, hecho con muchísimo cariño, con esfuerzo, con disciplina y con muchísimo talento, está muy por encima de nuestro ministro de anticultura".
Javier Pereira se alzó con el Goya al mejor actor revelación por su papel en Stockholm, una pequeña producción independiente de Rodrigo Sorogoyen. Pereira, de 32 años, se impuso a Berto Romero (3 bodas de más), Hovik Keuchkerian (Alacrán enamorado) y Patrick Criado (La gran familia española), con un inquietante personaje con doble cara que actúa diferente con su pareja (Aura Garrido) que con el resto de la gente. "Uno fantasea siempre con este momento, así que muchas gracias a los académicos", dijo Pereira, quien hizo una larga dedicatoria de su premio. "Películas pequeñas, medianas y grandes, unámonos que en la variedad está la riqueza", resumió el actor, que recibió su premio de manos de Michelle Jenner y Hugo Silva.
Futbolín, producción hispanoargentina dirigida por el ganador de un Óscar Juan José Campanella ganó el Goya a la Mejor Película de Animación, imponiéndose, entre otras, a Justin y la espada del valor, de Manuel Sicilia y producida por Antonio Banderas.
Amor, la historia de Michael Haneke que conquistó Cannes, el Óscar y el Globo de Oro, se hizo con el Goya al mejor film europeo, cerrando un ciclo que la convierte, con más de medio centenar de galardones, en la película más premiada del realizador austríaco. Haneke obtuvo el Goya frente a tres trabajos de altura: La caza, del danés Thomas Vinterberg; La gran belleza, del italiano Paolo Sorrentino, y La vida de Adele, del francotunecino Abdllatif Kechiche.
Por su parte, el presidente de la Academia de Cine, Enrique González Macho, aseguró en su discurso que "hoy en día, hacer una película en este país es un verdadero acto heroico", aunque, a pesar de las dificultades, expresó su confianza en el futuro del sector. González Macho calificó de "muy difícil para el sector" el año transcurrido desde la anterior edición, en el que, señaló, la industria ha cumplido "sus deberes" sin ser correspondida. Tras criticar los efectos del IVA cultural, González Macho hizo hincapié en que las declaraciones positivas que realiza el Gobierno sobre la situación deben ir acompañadas de hechos. Visiblemente emocionado, el presidente de la Academia, finalizó su discurso asegurando: "¡Hoy más que nunca, viva el cine español!".
Con la misma arenga finalizó su discurso el cineasta Jaime de Armiñán (Madrid, 1927), Goya de Honor 2014, que se despidió del público que le aplaudía puesto en pie lanzando un "viva" al cine español. El presidente de la Academia, Enrique González Macho, entregó con "un enorme placer" el Goya de Honor al cineasta, y se lo dio "de parte de todos los que estamos aquí y de los que están en su casa, del mundo del cine", mientras el director de Jo, papá, saludó con una gran inocencia al público: "Me alegro de verles a todos ustedes buenos".
De Armiñán recibió varios minutos de aplausos desde las gradas, tras lo que el octogenario contó una historia que presentó como "su paso de la niñez a la adolescencia". Aunque prometió "ser breve", su historia, que comenzaba "justo cuando termina la Guerra Mundial" y su padre era corresponsal en París, se alargó por sus recuerdos de un mundo sorprendentemente abierto para un chaval español, tan distinto de lo que vivía en España. De Armiñán ya tuvo su fiesta particular el pasado 20 de enero, cuando recogió su cabezón ganado a pulso durante más de 60 años de profesión, 60 años de amor por el cine que el madrileño no dudó en recordar como "lo más maravilloso" de su vida.
Jaime de Armiñán, director de obras maestras del cine como El amor del capitán Brando, con la que ganó la Berlinale de 1974, fue uno de los primeros españoles que pisó el suelo de Hollywood, adonde llevó, primero, Mi querida señorita (1971) y después, El nido (1980). Director de cine, autor teatral, realizador de televisión y guionista, se declara sobre todo un escritor metido a cineasta para "ver" las cosas que escribía.
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