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Música Barroca | Accademia Bizantina
Concerti per violino VII 'Per il castello'
Antonio Vivaldi (1678-1741): Conciertos para violín cuerdas y continuo en si menor RV 389, en mi bemol mayor RV 257, en si bemol mayor RV 372, en mi menor RV 273, en si bemol mayor RV 367 y en si menor RV 390.
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Alessandro Tampieri, violín. Accademia Bizantina. Director: Ottavio Dantone
Naïve (Edition Vivaldi, volumen 62)
Iniciada hace justo veinte años por el desaparecido sello Opus 111 y continuada luego por Naïve, la Edition Vivaldi, que parte de los fondos de la biblioteca personal del músico conservada en Turín, es una de las más extraordinarias empresas dedicadas a compositor alguno que haya afrontado nunca la industria fonográfica. Su volumen 62 es el séptimo dedicado a los conciertos para violín y acaba de presentarse con la Accademia Bizantina como protagonista.
Contando con el violín solista de Alessandro Tampieri, el conjunto fundado y dirigido por Ottavio Dantone se ha acercado a seis obras tardías del compositor veneciano. En concreto, son cuatro conciertos (catalogados como RV 371, 273, 367 y 390) que Vivaldi malvendió en el transcurso de la dura estancia en Viena del último año de su vida al conde Vinciguerra Tommaso Collalto, miembro de una familia veneciana que tenía posesiones en Moravia, incluido el castillo de Brno en el que solía residir. Eso hace que existan copias de estas obras en el museo de la ciudad eslovaca, aunque los autógrafos originales están en Turín. A estos conciertos se han añadido para el CD los RV 389 y 257.
En todos los casos se trata de obras tardías, escritas entre finales de los años 1720 y 1737, que es la fecha aproximada en que se ha datado RV 367. Aunque su escritura vocal había sido siempre muy instrumental y su tratamiento de la tímbrica siguió siendo tan original como siempre, Vivaldi había empezado a adoptar las triunfantes formas virtuosísticas de la ópera napolitana y, en materia de música instrumental, las del estilo galante, que aligeraba la trama contrapuntística de sus obras más tempranas, pero mantenía el brillo de la melodía, que ahora se hacía si acaso más refinada y ornamental.
Escritura virtuosa para el solista, con saltos interválicos, contrastes de registros, abundantes trinos y ritmos sincopados que Alessandro Tampieri resuelve con una articulación de asombrosa claridad y un sonido de elocuente lirismo, que se hace dramáticamente carnoso en los pasajes más expresivos. La Accademia Bizantina está en lo que es, uno de los mejores conjuntos vivaldianos del mundo.
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