Calle rioja
Francisco Correal
El filósofo de Cerro Muriano
Agnès Varda
Sète es una de las ciudades culturalmente más inquietas del sur de Francia y, entre las de la costa mediterránea, una de las que preserva mejor su sabor propio, sus calles empedradas que suben hasta el cementerio donde está enterrado Paul Valéry y su aire portuario, especialmente evidente en el barrio La Pointe Courte, que aún mantiene su condición periférica.
Varda, que nació en Bruselas, se trasladó a Sète en 1940, cuando tenía 12 años. Allí conocería al fundador del Festival de Aviñón, Jean Vilar, con quien dio sus primeros pasos como fotógrafa retratando escenografías, ensayos y actores, aprendiendo a manejar la sombra y todos los valores que la luz aportaría después a la factura orgullosamente artesanal de su cine. Trabajó diez años como fotógrafa asociada al Teatro Nacional Popular. "La fotografía nunca ha dejado de enseñarme cómo hacer películas", solía decir.
Sin formación específicamente cinematográfica -estudió literatura en La Sorbona de París-, en 1954 Varda decidió convertir a los marineros de Sète, a las redes tendidas al sol y las mesas de playa colmadas de conchas y caracolas, en protagonistas de su debut fílmico, La Pointe Courte, donde avanzó algunas audacias a las que sus compañeros de la nouvelle vague darían carta de naturaleza. Mostraba allí la crisis de una pareja en una comunidad de pescadores atenazada por la precariedad. Su cine, desde entonces, sería tan íntimo como social. Y el barrio le dedicaría una calle con su nombre.
Cuando Agnès Varda inauguró en 2012 en el CAAC la muestra que presentó su obra fotográfica y relacionó sus últimas instalaciones con sus primeros mediometrajes, era inevitable que hablara de feminismo. No era una obsesión, era una parte innegociable de su vida y de su lenguaje artístico desde que estrenó Cléo de 5 à 7. En la exposición no faltaba su célebre documental Réponse de Femmes (1975), rodado cuatro años después de haber firmado aquel "Manifiesto de las 343" para la legalización del aborto que redactó Simone de Beauvoir.
La cineasta que intentó reflejar las contradicciones y la belleza de nuestro mundo saltando de un género a otro, del documental a la fotografía, de la ficción a las instalaciones artísticas, volvía una y otra vez al tema. "A menudo me preguntan: ‘¿Todavía es feminista?’. Y siempre digo que sí. Por todo el mundo hay un claro retroceso de los derechos de las mujeres. Y no hay un debate sobre mujeres que no sea un debate social", declaró a este medio. Por eso, Varda se sintió particularmente orgullosa de ser en 2017 la primera directora en recibir el Oscar honorífico de Hollywood. Ella, feminista convencida, sabía que quien resiste, gana.
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