Vila-Matas afirma la primacía del estilo sobre la trama en la novela
Inauguró el ciclo mediterráneo de la Fundación Tres Culturas y Casa Árabe
Muchos de los seguidores de Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) están tan enfermos de literatura como los protagonistas de su novela El mal de Montano. "Encontrarme con la secta desparramada de mis lectores, que no son muchos, es una de las ventajas que le veo a las Ferias del Libro", aseguró el escritor a este medio, antes de montar y desmontar en la carpa central toda una teoría sobre la novela del siglo XXI, con la que inauguró el ciclo mediterráneo organizado por la Fundación Tres Culturas y Casa Árabe.
Vila-Matas introdujo al público en las paredes interiores de su itinerario literario, puntuado por escritores "que esperaron", como Kafka, Beckett, Marguerite Duras, Musil, Walser, Kurt Vonnegut, Buzzati, Benet, Magris, Echenoz y Julien Gracq. Sobre todo este último, ya que la lectura de El mar de las Sirtes, "un libro considerado anticuadísimo en su momento y para mí el más moderno de Francia", le inspiró durante un viaje a Lyon las seis premisas que -aseguró- debe cumplir la novela contemporánea.
Así, Vila-Matas citó la intertextualidad, porque "todo autor debe asumir que lo que escribe ya lo escribió otro posiblemente mejor y que la única innovación reside en dejar nuestro estilo, nuestra propia visión del mundo"; la relación con la alta poesía, como hizo Gracq asumiendo los pilares estéticos y psíquicos de Breton, Nerval y Rimbaud; la primacía del estilo sobre la trama, "pues la trama, como afirmaba Nabokov, es una simpleza burguesa" y la percepción del futuro, en el sentido de que la literatura puede ser un "espejo que se adelanta, que como algunos relojes tiene la capacidad de avanzarse", según manifestó.
La nueva novela, añadió, también debe comprender la conciencia de un paisaje moral - "ser, como prefiguraba Gracq, el género de la utopía"- y arder "en los fuegos del vanguardismo".
Sin embargo, Vila-Matas sorprendió una vez más a su público cuando añadió que, mientras regresaba en tren de Lyon a Barcelona, le vino a la mente una frase desmitificadora de Pessoa ("viajar es perder países"), pensamiento que le convenció de que "escribir es perder teorías; perderlas todas, incluida ésta sobre la novela. Porque la condición de vivir una vida larga es que se puede creer en una cosa y en su contradicción".
Vila-Matas insistió en que el sentido de la vida hay que buscarlo en la idea de la espera, "tal y como aprendí de Gracq, un autor siempre sentado en la gran sala de espera del mundo, en cuyos relatos el tiempo se expandía y las expectativas daban paso a nuevas esperas y así sucesivamente".
El autor terminó como empezó esta conferencia, concebida como un relato, en el patio del entresuelo de Barcelona donde en su infancia jugaba solo al fúbol ("era a la vez el equipo local y el visitante") y soñaba con viajar al centro del mundo, "que para mí era y sigue siendo Nueva York".
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