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Vida del gran heterodoxo

Publican la biografía de Casiodoro de Reina, artífice de la 'Biblia del Oso', primera traducción de los textos sagrados al castellano

Lo acosaron la Inquisición, la ultraortodoxia calvinista y la luterana

1. Retrato de Casiodoro de Reina en la Deustche National Bibliothek. 2. Portada de la 'Biblia del Oso' (Basilea, 1569). 3. Anagrama de Casiodoro, dibujado por él en la 'Biblia del Oso' que regaló al senado de Fráncfort.
José María Rondón

31 de octubre 2017 - 07:00

Sevilla/"Y los soldados entretejieron de espinas una corona y pusiéronla sobre su cabeza y vistiéronlo de una ropa de grana", se lee con música diferente y honda en uno de los versículos del Evangelio de San Juan de la Biblia del Oso, la primera versión completa en castellano del libro sagrado que se publicó en Basilea en 1569. La traducción, la misma que todavía hoy leen millones de protestantes hispanos por todo el mundo, fue realizada por Casiodoro de Reina (1520-1594), monje jerónimo de San Isidoro del Campo que recorrió la Europa de las guerras de religión perseguido por espías de Felipe II tras huir precipitadamente de Sevilla ante la amenaza de la Inquisición.

La historia de este hombre es larga, aunque su verdad es breve. Ahora, por primera vez, aparece desplegada en una biografía, Casiodoro de Reina. Libertad y tolerancia en la Europa del siglo XVI, que firma la profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Doris Moreno para el Centro de Estudios Andaluces. El libro es, sin duda, un recorrido por el extrarradio del disidente. Pero también un ejemplo de la mejor España humanista. Porque, en un tiempo de dogmas absolutos, él se alineó con los que creían que ideas y doctrinas no se podían imponer por la fuerza, lo que le costó que los católicos le considerasen un hereje; los calvinistas, un tibio próximo al luteranismo; y los luteranos, un sospechoso simpatizante del calvinismo.

Se alineó con los que creían que ideas y doctrinas no se podían imponer por la fuerza

"Si se hubiera quedado en España, hubiera ardido en aquel auto de fe del 26 de abril de 1562, donde quemaron su estatua por estar ausente. Y si los esbirros de Felipe II lo hubieran apresado, también. En territorio protestante, no corrió peligro desde este punto de vista, pero los ortodoxos de uno y otro lado le pusieron la vida muy difícil e hicieron todo lo posible para alejarlo del púlpito, lugar desde el que podía influir y hacer sentir su voz. En resumidas cuentas, también intentaron quemarlo, pero en una hoguera de silencio", señala Moreno, quien detalla el importante foco protestante que surgió en Sevilla al poco tiempo de que Lutero colgara el 31 de octubre de 1517 -hace hoy justamente 500 años- sus 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg.

No tuvo así el gran heterodoxo que fue Casiodoro reposo en una Europa convertida en un pozo de sangre. De Sevilla a Ginebra. De Ginebra a Londres. De Londres a Amberes. Y de ahí a Estrasburgo, Basilea, Fráncfort... Se casó, tuvo hijos, escribió comentarios bíblicos, trabajó como empresario de la seda, actuó como bibliotecario, ejerció de consejero de importantes personalidades y tuvo contactos con grandes pensadores de su época. Sin embargo, toda su influencia fue silenciada en España en el auto de fe de Sevilla y su nombre se incluyó en el Índice de libros prohibidos como autor de primera clase, dogmatizador, hereje máximo del que había que huir como de la peste.

"Dos cosas persiguió Casiodoro de Reina toda su vida -destaca la autora-. En primer lugar, quiso traducir la Biblia al castellano, con la firme convicción de que poner la palabra de Dios en manos de los españoles transformaría a los creyentes y al país porque en ese mundo religión y política estaban íntimamente unidas. En segundo lugar, quería ayudar a otros a llevar a cabo esa transformación desde la predicación y el servicio pastoral. Persiguió esa vocación toda su vida mientras cruzaba una y otra vez fronteras geográficas, confesionales y culturales. Porque fray Casiodoro, como se referían a él los inquisidores españoles, fue un hombre de fronteras".

La vida de este monje jerónimo sólo se ilumina a medida que avanzan los años. Para empezar, su nacimiento está entre sombras. Parece que estrenó mundo hacia 1520, aunque más dudas hay sobre su lugar de origen. Menéndez Pelayo lo creyó un morisco de Granada. Otros estudiosos han hablado de él como sevillano o "nativo de Sevilla", ¿pero de la ciudad o de su archidiócesis? Una relación del auto de fe en el que se quemó su efigie lo hace natural de Montemolín, municipio de la provincia de Badajoz. Por otro lado, él firmó el ejemplar de la Biblia del Oso que regaló en junio de 1570 al senado de la ciudad de Basilea como Cassiodorus Reinius, hispalensis.

Tampoco se sabe con certeza cuándo entró en la orden de los jerónimos, ni a qué edad hizo su profesión en San Isidoro del Campo ni cuándo se ordenó sacerdote. Recientes investigaciones recogidas en esta biografía apuntan convincentemente que Casiodoro pudo entrar en la orden con unos 26 años, hacia 1546. A esa edad, él ya debía ser un hombre bien formado en letras y teología. Es decir, su formación fue previa a la entrada del monasterio, donde pronto alcanzó una posición relevante. Así, de todos los frailes sevillanos que huyeron a Ginebra, él fue el único que no tuvo que hacer estudios suplementarios de teología para optar a la carrera eclesiástica.

La autora de Casiodoro de Reina. Libertad y tolerancia en la Europa del siglo XVI también ahonda en las circunstancias que rodearon la publicación del libelo Artes de la Inquisición española (1567) en la ciudad de Heidelberg. Firmado con el pseudónimo de Reginaldo González Montano, que oculta la autoría de Casiodoro de Reina y de su amigo Antonio del Corro, también jerónimo de San Isidoro del Campo, el volumen conoció un éxito rápido e intenso en todo el mundo protestante, ya que narraba los durísimos procedimientos del Santo Oficio en los trágicos sucesos de Sevilla acaecidos entre 1557 y 1562, donde hasta 47 personas -entre ellas, varias mujeres- murieron en la hoguera.

Dos años después de ver la luz este panfleto, Casiodoro de Reina vería publicada su gran obra, a la que había dedicado doce años de trabajo: la Biblia del Oso, llamada así esta primera traslación al completo de los textos sagrados al castellano por el grabado del animal que aparece en la portada: símbolo de la casa del impresor Thomas Guarin. "Hecha con esmero", calificó la traducción Menéndez Pelayo en su afamada Historia de los heterodoxos españoles. "Escribe en un castellano prodigioso que está en el punto intermedio entre Fernando de Rojas y Cervantes, con una efervescencia expresiva que sólo tiene comparación con santa Teresa, san Juan de la Cruz y fray Luis de León", remató Antonio Muñoz Molina más recientemente.

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