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Versalles/El esplendor recobrado de los apartamentos privados de María Antonieta en el Palacio de Versalles sirve de excusa para contar la vida en la corte de figuras femeninas a lo largo de tres reinados de Francia. Además de los aposentos de la última monarca del Antiguo Régimen, que han sido restaurados para que recuperaran el aspecto que tenían antes de la Revolución Francesa, los administradores del Palacio de Versalles han reconstruido ahora los de Madame de Maintenon, esposa secreta de Luis XIV, y ha sacado a la luz el influjo arquitectónico de María Leszcynska, llamada La Polaca, que se casó con Luis XV.
Si María Antonieta, que unió su suerte a la de su esposo, Luis XVI, es sobradamente conocida, las otras dos han sido "olvidadas y apartadas en la historia", en palabras del director del Museo de Versalles, Laurent Salomé. "Es muy emocionante saber que, a la vez, el tiempo no borra nada y además nos permite redescubrir aspectos que pensábamos conocer", afirma la presidenta del Palacio, Catherine Pégard.
Después de tres años de restauración, el apartamento de María Antonieta (1755-1793) reabre ahora al público con sus cuatro habitaciones coloridas, cargadas de flores, figuras bañadas de oro y pinturas que adornan el techo. Era allí donde se desarrollaban todas las obligaciones maritales de la pareja real, un espacio que se encuentra con la misma decoración que dejó María Antonieta en 1789, antes de su encarcelamiento previo a su muerte en la guillotina, que ocurriría cuatro años más tarde, en 1793.
El dormitorio de la reina María Antonieta es la estancia más importante del apartamento, el lugar donde pasaba la mayor parte del tiempo. Un espacio público en el que sus cortesanas acudían cada mañana y cada noche para comprobar si su señora se había despertado o todavía dormía. Era allí, también, donde las reinas debían dar a luz, obligadas a hacerlo en público para que toda la corte pudiera verificar que los futuros herederos eran en efecto fruto verdadero de sus entrañas. Este apartamento refleja la vida pública de las mujeres de la monarquía francesa, centradas en unas instalaciones muy expuestas a los ojos de los personajes políticos de la época.
Menos brillo presentan los aposentos de Madame de Maintenon (1635-1719), primero amante de Luis XIV, que la tomó después como esposa, en secreto, en 1683, a la muerte de María Teresa de Austria. Versalles ha reconstruido el lugar en el que se celebró ese enlace, muestra de la decoración emblemática del siglo XVII. Instructora de los hijos bastardos del Rey Sol, fue ampliando su influencia sobre el monarca y está considerada como una de las primeras mujeres de la realeza francesa que tuvo un papel central en la sociedad. En 1686 creó una institución educativa femenina y se dedicó el resto de su vida a ser profesora. "¡No fue en absoluto feminista! No se hablaba de feminismo en aquella época, pero fue un inicio", comenta Mathieu da Vinha, uno de los comisarios de la reconstrucción de estos apartamentos.
Las pinturas murales del apartamento de Madame de Maintenon fueron colocadas en el lugar en el que estaban en la época, según las indicaciones que figuran en el inventario del arquitecto de la Corona francesa en 1708. "Pese a su carácter severo, fue un modelo increíble en la monarquía del siglo XVII", explica el director del Museo de Versalles.
Discreta y entusiasta del arte asiático y griego, María Leszczynska (1703-1768) pasó 42 años en Versalles, lo que la convierte en la mujer que más años habitó en el palacio. Aristócrata polaca, desposó a Luis XV en 1725 y es la última reina de Francia que murió en el trono y la abuela de los tres últimos monarcas del país, Luis XVI, Luis XVIII y Carlos X. Su huella indudable en Versalles la convierte en "una precursora de la arquitectura", en palabras de la comisaria Gwenola Firmin, que no ha buscado recrear sus aposentos sino mostrar "su buen gusto" a través de obras que fue atesorando o que pintó ella misma.
Repartidas en cuatro salas, las que habitualmente acogen los salones de los herederos al trono, han expuesto escritos, pinturas y porcelanas bañadas en oro, testigos de su refinamiento. "Con esta exposición queremos resaltar su gusto", dice Firmin antes de aclarar que esta exposición no pretende "contar de forma exhaustiva" la vida de La Polaca.
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