Vargas Llosa alerta contra los "retrocesos" en la libertad de expresión
Mario Vargas Llosa recoge en el Teatro de Las Cortes el premio en Defensa de la Libertad de Expresión · Pérez Rubalcaba destacó la libertad como la principal "herramienta" del autor como "cartógrafo del poder"
La elaboración de la Constitución del Doce fue una curiosa manifestación de nacionalismo que se permitía ser pannacionalista. Un texto que desarrollaba las ideas igualitarias y las libertades recogidas en las constituciones francesa y norteamericana y que había sido elaborado por diputados procedentes de "todas las Españas". Un nacionalismo, como si dijéramos, con vocación universal. Ojalá todos fueran así.
"Hace doscientos años -comentaba el propio Mario Vargas Llosa- se reunieron en este mismo lugar representantes de todo el mundo hispánico, y nunca han estado tan cerca España y América como durante las Cortes de Cádiz. El espíritu de esta época aún pervive y sigue uniendo a quienes, a ambos lados del Atlántico, participan en esa misma tradición".
El escritor e intelectual peruano, reciente Premio Nobel de Literatura, acudió ayer al Real Teatro de las Cortes de San Fernando para recoger el premio por la Defensa de la Libertad de Expresión, otorgado por la Asociación Internacional de Radiodifusión (AIR), justo en el día en el que se conmemoraba el Bicentenario del Decreto por la Libertad de Imprenta, proclamado en ese mismo escenario en 1810.
Un reconocimiento que Vargas Llosa aseguraba estar convencido de recibir "más por generosidad y amistad que por merecimiento", y que le fue entregado de manos del presidente de la Comisión Nacional para la Celebración del Bicentenario, Alfredo Pérez Rubalcaba. Y fueron las de Rubalcaba, realmente, las mejores palabras. El vicepresidente primero del Gobierno escogió para abrir su discurso el primer párrafo del IX Decreto de la Constitución Doceañista: "Atendiendo las Cortes generales y extraordinarias a que la facultad individual de los ciudadanos de publicar sus pensamientos e ideas políticas es, no sólo un freno de la arbitrariedad de los que gobiernan, sino también un medio de ilustrar a la Nación en general, y el único camino para llevar al conocimiento de la verdadera opinión pública han venido a decretar que todos los cuerpos y personas particulares, tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación".
Unas sentencias viejas, doscientos años a sus espaldas, que volvían a pronunciarse en el solar que las vio nacer y que, dos siglos después, apenas crujían. Proclamas a las que no se les notaba el polvo, listas para salir al mundo y conquistarlo. Esas palabras daban, justo, todo el sentido a las otras que llegaban flotando desde el exterior hasta el interior del Teatro de las Cortes:"Zapatero, embustero", "Rubalcaba, da la cara". En la calle, los extrabajadores de Delphi ponían en práctica uno de los privilegios a los que dieron pie aquellas vetustas sesiones de las Cortes.
"Junto a la idea de soberanía popular -indicó Alfredo Pérez Rubalcaba-, surgiría poco después la de libertad de imprenta, germen de lo que sería la libertad de expresión. Y es que el mejor antídoto que se ha encontrado contra la arbitrariedad del poder es la existencia de una ciudadanía formada y preparada. Ninguna sociedad puede progresar eficazmente mientras se encuentre sometida, por eso es en las sociedades libres donde se da un mayor nivel de creación y progreso".
"Y todas estas razones -continuó el vicepresidente del Gobierno-, quedan expuestas ya en las cuatro líneas de ese IX Decreto. En ellas yace el espíritu democrático que hace que los súbditos dejen de serlo para pasar a ser ciudadanos".
"Boston, París, Cádiz -citó Pérez Rubalcaba-. Todas ellas, acunaron las libertades modernas envueltas en una lucha, no sólo militar, sino intelectual: de la ciencia y la Ilustración contra el fanatismo y la tiranía. Se ganó entonces la batalla, aunque no se tratara de una victoria universal".
"La Academia sueca definió a Mario Vargas Llosa como un cartógrafo del poder -continúo el responsable-. Su principal herramienta, por tanto, ha sido la libertad. Con la trayectoria de Vargas Llosa se podría parafrasear a Verlaine con la música, y decir 'la libertad por encima de todas las cosas', siendo éste un creador que huye de la torre de marfil y baja al mundo. Así, es del todo adecuado que Cádiz, un lugar de libertad, otorgue este galardón a Mario Vargas Llosa, escritor de la libertad".
En la entrega, el Nobel destacó la "enorme significación" de este premio. Una importancia multiplicada por el lugar en el que lo recibía: "Es un acierto que esta 40 Asamblea se celebre en Cádiz, un nombre por siempre asociado a la idea de libertad -afirmó Vargas Llosa-. El Decreto de Libertad de Imprenta estableció lo que más tarde sería el derecho de libertad de expresión, información, opinión y crítica, uno de los pilares esenciales de la cultura democrática".
"Es un principio fundamental -explicó el autor de Pantaleón y las visitadoras- que todo poder de cualquier índole busca siempre la manera de crecer y arrollar a los poderes que puedan hacerle frente. La democracia funciona porque hay una crítica que mantiene a los poderes dentro de ciertos límites. Cuando la libertad de expresión se recorta, todas las demás libertades no tardan en deteriorarse".
"En la lucha por la libertad de expresión, sólo se pueden ganar batallas, no la guerra -continuó Vargas Llosa, retomando la idea expuesta por Pérez Rubalcaba-. La libertad de expresión estará siempre amenazada, incluso en países de sólida tradición democrática, los poderes siempre buscarán recortar este derecho, que contemplan con cierto recelo".
"En América Latina -apuntó el escritor- hemos vivido en los últimos años un gran progreso en la defensa de las libertades, y ahora es posible contemplar la existencia tanto de gobiernos de izquierdas como de derechas que respetan los valores de consenso".
El Nobel de Literatura apuntó, sin embargo, que "la libertad de expresión avanza en unos países y retrocede en otros. En Cuba, desapareció hace cincuenta años -subrayó-. En Venezuela, tierra de Bolívar y Miranda, se padecen ataques feroces contra la libertad de expresión e información, por lo que hemos de homenajear a aquellos poderes independientes que resisten los ataques de los que han sido objeto: medios confiscados, periodistas que son víctimas de medidas de amedrentamiento, cárcel, atropellos... Es fundamental que nos solidaricemos con ellos".
Amordazar la libertad de expresión es "una amenaza que se da también en países democráticos -prosiguió Vargas Llosa-. Bolivia, Ecuador, Argentina y, recientemente, Brasil, cuyos periodistas han respondido denunciando estos atropellos ante la opinión pública internacional". Por eso, insistió el autor, es "muy importante que mantengamos la vigilancia porque cuando la libertad de expresión desaparece en un país, las demás libertades no tardan en estar amenazadas. No hay literatura, arte o creatividad posibles en medio de un apagón informativo, cuando las ideas están encarceladas".
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