Valses de Año Nuevo
Novedades discográficas
Una muestra de las recientes producciones de solistas, conjuntos y discográficas españoles dedicados al sector clásico
La ficha
Beethoven: Missa Solemnis.
Solistas. Capella Nacional de Catalunya. Le Concert des Nations. Jordi Savall. Alia Vox
Procesional de Sixenia
Capella de Ministrers. Carles Magraner. CDM
Rodríguez de Hita: Obra vocal en latín.
La Grande Chapelle. Albert Recasens. Lauda
La Contemplazione (obras de Hummel y Schubert)
Eloy Orzaiz. IBS Classical
Mosaicos (obras de Parra, Torres, Greco, Paús y Sánchez-Verdú)
Trío Musicalis. IBS Classical
Brahms: Orchestral & Vocal Works.
Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Marzena Diakun. IBS Classical
Mozart: Wind Serenades
Prochain Arrêt. Pedro Pablo Cámara. Calle 440
Luna muerta (Canciones de Manuel Palau)
Mar Morán. Aurelio Viribay. Cezanne
Clifton Worsley: 12 Boston Waltzes
Pablo Amorós. Marfer
Ha cumplido ya 82 años, pero Jordi Savall sigue viviendo en una vorágine de conciertos y grabaciones. Su discográfica Alia Vox no descansa. En 2023, además de alguna reedición sonada (como un par de vinilos con míticos registros para su viola de los años 70), ha publicado uno de esos crossovers entre lo antiguo y las músicas tradicionales y del mundo (Oriente Lux) a los que es tan aficionado, pero además se ha adentrado en el terreno del siglo XIX con fuerza: después de su ciclo sinfónico Beethoven y de su acercamiento a Schubert, ha llevado al disco la Italiana de Mendelssohn, que presenta dos veces, en su versión inicial (1833) y en la definitiva (1834), para, ya terminando el año, elevar el tiro con la edición (siempre lujosa e impecable) de nada menos que la Missa solemnis como culminación de su revolucionario acercamiento al genio de Bonn. Escuchando el despliegue de energía de sus conjuntos, la rebautizada ahora como Capella Nacional de Catalunya y Le Concert des Nations (con Lina Tur Bonet, como en Mendelssohn, de concertino), pensaba en que esta demostración de vigor, creatividad y pasión de alguien que lo ha sido ya todo en su oficio es un buen estímulo para afrontar los desencantos de la edad y del entorno que imponen los tiempos.
Otro de los grandes veteranos de la música antigua española dejó a finales de 2023 un disco extraordinario: Procesional de Sixena. Con cuatro cantantes femeninas (Èlia Casanova, Beatriz Lafont, Laia Blasco y Maria Morellà), absolutamente transfiguradas, y el apoyo de un arpa (Robert Cases) y una fídula (la del director del proyecto), Carles Magraner ha conseguido con su Capella de Ministrers uno de esos hitos musicales que se quedan en la memoria por la belleza serena, intemporal que la música transmite. Se trata de un acercamiento al repertorio de las monjas del Real Monasterio de Sijena (Huesca) según la única fuente musical conservada, el excepcional Procesional de Sijena, elaborado en los siglos XIV y XV, que recoge cantos para diferentes momentos del año litúrgico. Aquí se resumen tres: el día de San Juan Bautista, el Mandatum del Jueves Santo y la Pascua, en los que el gregoriano se mezcla con algunas polifonías e interludios instrumentales a partir de los Códices de las Huelgas y Madrid.
Otro grande de la música antigua, Albert Recasens, terminó 2023 presentando un álbum singular con La Grande Chapelle: música sacra latina de Antonio Rodríguez de Hita (1722-1787), un compositor principalmente conocido por sus comedias junto al dramaturgo Ramón de la Cruz. El repertorio fue compuesto para el monasterio madrileño de la Encarnación y está formado por salmos, motetes, himnos, lamentaciones y, sobre todo, responsorios de Epifanía. Como siempre me pasa con Recasens, la mezcla entre rigor y detalle me deja con ganas de oír más.
Savall, Magraner y Recasens manejan sellos propios (Alia Vox, CDM y Lauda), pero puede que el más influyente sello clásico español sea ahora el granadino IBS, que ha seguido con su extraordinaria cadencia productiva, de la que quisiera destacar ahora tres trabajos. El primero es el que el navarro Eloy Orzaiz ha hecho con un piano de Conrad Graf de 1826-27 en el que recoge los tres Klavierstücke D.946 de Schubert y la Gran Sonata brillante en re mayor Op.106 y una bagatela de Hummel (esta última da título a su disco, La Contemplazione) para mostrar la mala suerte que tuvo Hummel al competir en los libros de historia con Beethoven y Schubert: el brillante virtuosismo de su música, combinado con el lirismo belcantista de ese Larghetto de la Sonata, merece más atención de la que hoy conoce.
Para el segundo, cambiamos de universo radicalmente: el Trío Musicalis (Eduardo Raimundo, clarinete; Mario Pérez, violín y viola; Francisco Escoda, piano) titularon Mosaicos a un álbum que recoge obras de compositores españoles vivos: Héctor Parra, Jesús Torres, José Luis Greco, Ramón Paús y José María Sánchez-Verdú, todas ellas escritas entre 2018 y 2021 para el propio grupo, fundado en el seno de la ONE hace ya 15 años. Cinco nombres para cinco estéticas diferentes y un empeño común, seguir ampliando las posibilidades expresivas de los instrumentos y sus desempeños dentro del marco siempre sugestivo y exquisito de la música de cámara. El resultado: un CD original, sorprendente, inquisitivo.
El tercero nos lleva a la música sinfónica. La polaca Marzena Diakun se pone al frente de los conjuntos de los que es actual titular, el Coro y la Orquesta de la Comunidad de Madrid, para un intenso y poco común recital brahmsiano. Sólo la Rapsodia para alto, coro masculino y orquesta, que canta como solista Agnieszka Rehlis, ha alcanzado cierta difusión entre los aficionados. Pero aquí se reúnen también la Canción del destino Op.54 (sobre Hölderlin), las Cuatro canciones para coro femenino con dos trompas y arpa Op.17, una selección de seis Liebeslieder-Walzer Op.52, Nänie Op.82 (sobre Schiller) y el Canto de las Parcas Op.86 (sobre Goethe). Del Brahms más aparentemente ligero de los valses al dramático que escribe sobre Goethe o Hölderlin todo está dicho aquí con una propiedad técnica y expresiva y una medida del tiempo que no muchos relacionarían con un conjunto español. Me parece uno de los mejores discos grabados por una orquesta española en los últimos años.
El saxofonista toledano Pedro Pablo Cámara también ha creado su propio sello (Calle 440: tiene que pulir el diseño interior y documental de sus productos), donde acaba de publicar un estupendo álbum mozartiano con un conjunto de saxofonistas que responde al singular nombre de Prochain Arrêt y que proceden del Centro Superior de Enseñanza Musical Katarina Gurska de Madrid, donde Cámara ejerce como profesor. El grupo ha cogido dos de las Serenatas de Mozart escritas para Harmoniemusik (octetos de viento, muy populares en la Viena de finales del XVIII) y las ha pasado a sus instrumentos. Las obras se cuentan entre las mejores del género: nada menos que la Nachtmusique KV 388 de 1782 y la Gran Partita KV 361, de la misma época (quizás un año anterior, aunque no es seguro). En su plena madurez, Mozart logra una combinación de lirismo, divertimento y hondura expresiva como en pocos otros géneros de su catálogo. Los arreglos son tan buenos que uno se olvida del instrumento que escucha porque el mensaje musical del compositor llega en toda su extensión y su verdad.
Debutaron para la fonografía con canciones de García Leoz en un disco titulado Luna Clara, y la soprano pacense Mar Morán y el pianista Aurelio Viribay vuelven al CD con Luna muerta (editado en Cezanne esta vez), repaso por las canciones de Manuel Palau (1893-1967). A la ampliación del repertorio español, el CD añade la posibilidad de escuchar una voz radiante, que se explaya operísticamente de forma brillantísima cuando la ocasión lo requiere, pero sabe recogerse en la intimidad con delicadeza, siempre con insinuante intención expresiva en matices y acentos. Soberbio.
Y para terminar, más valses, que estamos en Año Nuevo. Los doce que el pianista cordobés Pablo Amorós ha dejado con la marca Marfer de un personaje enigmático, Clifton Worsley, seudónimo de Pedro Astort Ribas (1872-1925), un barcelonés, pionero del jazz en España, creador del llamado Vals de Boston (con el primero, luego retitulado Beloved!, se hizo famoso internacionalmente), más lento que el vals vienés o francés y con el que se labró un nombre en la música popular de principios del siglo XX. Worsley fue luego olvidado. Este atrevido CD lo reivindica.
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