La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Una noche también amenazada por el confort
Valer Sabadus & Venice Baroque Consort | Crítica
*** Femás 2024
Valer Sabadus, contratenor. Venice Baroque Consort. Irene González Roldán, clave solista. Giacomo Catana, primer violín.
Programa: ‘Barroco de bolsillo’. Concierto RV 114; “Vedrò con mio diletto”, aria de "Il Giustino"; y “Armatae face et angibus”, de "Juditha Triumphans", de A. Vivaldi. “Aure voi de’ miei sospiri”, de "San Sigismondo", de D. Gabrielli. “L’angue offeso mai riposa”, de "Giulio Cesare in Egitto"; “Crude furie”, de "Serse"; y “Mi lusinga il dolce affetto”, de "Alcina", de G.F. Haendel. Conciertos para clave BWV 972 y 974, de J.S. Bach (versión de G. de Nardo). “Alto Giove”, de "Polifemo", de N. Porpora. Y “Non saprei qual doppia voce”, de "La Semiramide riconosciuta", de C.W. Gluck.
Lugar: Espacio Turina.
Fecha: Viernes 15 de marzo.
Aforo: Lleno.
Un brillante da capo del aria Vedrò con mio diletto de Vivaldi al inicio de la segunda parte, ornamentado con gusto e incluida una muy bella messa di voce, permitió este viernes a Valer Sabadus remontar el vuelo tras una primera parte con cierto sabor a decepción, dadas las altas expectativas que suscitaban la fama que precedía al cantante y el sello de una Orquesta Barroca de Venecia que ya comparecía en su pequeña versión consort y sin Andrea Marcon al frente.
Al igual que los libretistas de ópera del siglo XVIII manejaban con habilidad la limitada paleta de situaciones y de vocabulario que permitían las rígidas convenciones de la época, el contratenor rumano-germano sacó partido con inteligencia a unos medios vocales con las limitaciones típicas de la cuerda de contratenor: la voz es débil en el paso del falsete a la voz de pecho, y el cambio de color notable, especialmente en los grandes saltos exigidos por la escritura de la época. Pero arriba la voz es bella y de volumen generoso –ampliamente explotado–, la afinación, precisa, y la técnica en la coloratura, sobrada. A ello Sabadus añade un notable sentido teatral, sobre todo gestual, para sacar partido a los textos.
La reducida orquesta hizo lo que en lenguaje taurino se conoce como una buena faena de aliño: músicos de muy alto nivel profesional y familiarizados con el estilo, capaces de resolver su papel aunque dentro de cierto encorsetamiento y sin excesivos riesgos. Descolló la joven sevillana Irene González Roldán, brillante solista de los conciertos italianos versionados por Bach.
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