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Valdés Leal se prepara para viajar a Holanda

Formará parte de la muestra 'Rembrandt-Velázquez' del Rijksmuseum

Desde mayo en el taller de pintura del IAPH se realiza un tratamiento de conservación de 'Finis Gloriae Mundi'. Es la más sobrecogedora de las dos 'Postrimerías' del Hospital de la Caridad

Lourdes Núñez es la restauradora de pintura del IAPH encargada del tratamiento. / Antonio Pizarro
Charo Ramos

28 de julio 2019 - 06:01

Sevilla/Finis Gloriae Mundi (1671-72) es una de las obras más célebres de Juan de Valdés Leal (Sevilla, 1622-1690). Se trata de una de las dos pinturas de la serie Jeroglíficos sobre las postrimerías encargadas al artista por Miguel Mañara, entonces Hermano Mayor del Hospital de la Caridad de Sevilla. Es probablemente la expresión más tenebrosa de la vanitas barroca y no es casual que el Rijksmuseum de Ámsterdam haya querido contar con ella para ilustrar el espíritu de la Contrarreforma española en la gran exposición Rembrandt-Velázquez que la capital de Holanda acogerá del próximo 11 de octubre al 19 de enero de 2020. Una muestra que será un hito en la historia de la pinacoteca ampliada por los arquitectos sevillanos Cruz y Ortiz y cuyo catálogo será diferente al de la que acoge ahora el Prado con motivo de su Bicentenario dedicada a ambos pintores.

"Desde hace un año tenemos la petición del préstamo del Rijks, una cesión que es siempre complicada porque todas estas obras son Bien de Interés Cultural (BIC) y se precisan diversos permisos", recuerda Marisa Caballero-Infante, responsable de Patrimonio del Hospital de la Caridad, institución que puso como condición que hubiera un trabajo de consolidación preexpositiva por parte del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH).

Lourdes Núñez Casares, restauradora del taller de pintura de dicha institución, ya había realizado una labor de adecentamiento similar con la otra Postrimería, In ictu oculi, cuando se prestó en 2014 para una exposición en el Centro Cultural de la Villa de Madrid. Ahora tanto el seguro de clavo a clavo como el montaje y desmontaje de la obra, instalada en el muro de la Epístola bajo el coro de la iglesia de la Caridad, y la intervención del lienzo y de su marco original por el IAPH–que recibe por este encargo 4.877,41 euros, IVA incluido– los sufraga íntegramente el museo holandés. El cuadro llegó en mayo al IAPH, de donde viajará hasta Ámsterdam en septiembre. Hasta su regreso a principios de 2020, la Caridad cuelga una reprografía.

"Las dos Postrimerías son la primera parte del mensaje iconográfico que Mañara concibió para recordar la fugacidad de la vida terrena y la presencia de la muerte. Esta es la más siniestra de las dos porque muestra el interior de una cripta donde están representadas la iglesia, la nobleza y el pueblo llano", recuerda Caballero-Infante. El cuadro reúne los cadáveres putrefactos de un obispo, un caballero de la Orden de Calatrava donde Mañara quiso representar su propia muerte y un vecino anónimo.

El lienzo en el taller de pintura del IAPH. / Antonio Pizarro

Según explica Enrique Valdivieso en su monografía sobre Juan de Valdés Leal, la obra enseña que la muerte nos iguala a todos aunque, obviamente, una reunión de estos tres estamentos en la misma cripta funeraria era imposible en la época. En la penumbra aparece la mano de Jesucristo con el estigma de la crucifixión y una balanza de brazos iguales. Debajo de uno de los platos se lee "Ni más" (referido a los pecados capitales) y del otro "Ni menos" (obras de Caridad). Muchos sevillanos que han crecido admirándolo sobrecogidos aún citan como Ni más ni menos este cuadro que enseña que la muerte nos iguala a todos y la balanza se inclina hacia lo que has sido y refleja si pesan más las obras buenas que las perversas.

Caballero-Infante señala la iconografía empleada por Valdés Leal en el lienzo para ilustrar los siete pecados capitales: el perro que gruñe (la ira), el murciélago sobre el sagrado corazón cuajado de diamantes (la envidia), un macho cabrío (lujuria), el cerdo (gula), el mono (pereza), el pavo real (soberbia) y el armiño (avaricia) se arraciman en la balanza del "Ni más". Por supuesto, Valdés Leal no pudo ver armiños sueltos por Sevilla y representó con su imaginación este animal que Leonardo da Vinci incluyó en una de sus obras más célebres, La dama del armiño.

Muy cerca de la balanza y de la leyenda "Ni más" vemos una lechuza, que indica la presencia de la muerte desde la tradición mitológica griega junto con el gato y el cuervo, tres animales considerados más tarde por los cristianos "de mal agüero". "Al igual que Velázquez con la mirada incisiva de Inocencio X en su célebre retrato, aquí te coloques donde te coloques la lechuza te mira esperando tu alma", ilustra Caballero-Infante.

El "Ni menos" se subraya con símbolos pictóricos que remiten a la Sevilla del XVII obsesionada con el infierno. Sobre el plato de la balanza derecha vemos el pan (símbolo de la Caridad), el sagrado corazón de Jesús, la Biblia, una cruz con clavos a modo de cilicio y otros instrumentos de flagelación, como la cadena, el cinturón...

Detalle del hábito del caballero de la Orden de Calatrava. / Antonio Pizarro

Lourdes Núñez explica que su trabajo consiste "en realizar tratamientos de conservación para garantizar que el cuadro no se resienta en su traslado a Ámsterdam" y por ello vigila especialmente aquellos puntos donde la capa pictórica presenta riesgo de desprendimiento. Las zonas del cuadro que más han sufrido son las costuras y los bordes. El lienzo está constituido por dos grandes piezas de tela de lino, cada una de ellas de 1,17m. aproximadamente, el tamaño estándar de los telares de la época, además de una tercera pieza de menor tamaño añadida para alcanzar la dimensión total requerida. Al igual que In ictu oculi las medidas de este lienzo sin marco son 235 x 231 centímetros. En esos puntos donde las pinceladas de Valdés Leal se habían levantado y en algunos bordes, Núñez ha realizado una fijación de la película pictórica. Así ocurre cerca de esa mano de Cristo que sostiene sutilmente la balanza para que veamos que él no interviene porque la salvación depende por completo del comportamiento humano.

Finis Gloriae Mundi fue intervenido en 1976 por Alfonso Cañaveral, que fue restaurador del Museo de Bellas Artes de Sevilla hasta su jubilación. "Él hizo una labor modélica y la tensión que mantiene el cuadro se debe a su trabajo. Desde 1976 hasta ahora sólo se han intervenido algunas zonas puntuales porque han virado de color, donde el barniz se había oxidado un poco o era necesario realizar algunas reintegraciones. Es increíble lo bien que se ha conservado su trabajo", continúa Lourdes Núñez.

Los símbolos de los pecados capitales aparecen todavía muy oscurecidos pero no se verán con mayor nitidez tras esta adecuación preexpositiva "porque no vamos a eliminar el barniz oxidado de la superficie", confirma Núñez. A la Hermandad de la Caridad le gustaría que esta restauradora asumiera la limpieza e intervención de las dos Postrimerías –las obras más célebres de Valdés Leal y a las que, según Valdivieso, debe "su injusta fama como pintor de la muerte"– para celebrar con ambas a punto el IV Centenario del nacimiento del pintor en 2022.

Detalle del plato de balanza con los símbolos de los pecados capitales ('Ni más'). / Antonio Pizarro

Como todo el conjunto iconográfico de la iglesia de la Caridad está declarado Bien de Interés cultural (BIC) además del inmueble, en el IAPH han realizado un proyecto exhaustivo de análisis e intervención donde se incluyen las patologías de la obra y los tratamientos que se van a realizar. Para ello, ha sido indispensable el estudio previo al tratamiento en el que ha colaborado Eugenio Fernández, jefe de proyectos de técnicas por imagen del Instituto, que permitió constatar que el lienzo "presentaba un estado de conservación estable".

Fernández fotografió con luz ultravioleta el cuadro completo y sobre la imagen resultante han podido trabajar los restauradores contemplando los detalles de las obras en los monitores a una resolución que les permite no cansar tanto la vista. Esta documentación gráfica es muy importante porque recoge la historia material del cuadro, muestra las intervenciones a que fue sometido y ofrece a los restauradores los matices que pueden interesarles para su trabajo actual, los daños ocasionados por el tiempo y el estado como deberá volver a Sevilla la obra tras el préstamo a Holanda.

Eugenio Fernández, jefe de proyectos de técnicas por imagen del IAPH. / Antonio Pizarro

También se analizó mediante la luz ultravioleta el marco original de esta Postrimería, atribuido a Simón de Pineda como los de las principales obras de Murillo y Valdés Leal que aún cuelgan del templo pese al expolio del infame mariscal Soult. En el IAPH se consolida en este momento la estructura del marco de Finis Gloriae Mundi y se realiza una fijación puntual de los levantamientos de los dorados y las capas policromas, además de aplicarse una protección para el viaje a Holanda. "El marco al ser dorado reacciona de un modo distinto que el lienzo a la luz ultravioleta, hace un efecto espejo. Aquí vemos, por ejemplo, los reflejos del pan de oro", explica Fernández frente a su pantalla.

Tras meses de trabajo contemplando a diario este cuadro, en el taller de restauración de pintura el mensaje iconográfico que quiso impartir Mañara no deja lugar a dudas: todo cuanto hacemos tiene repercusión. Mientras In ictu oculi se centra en recordar la fugacidad de la vida, que se va en un abrir y cerrar de ojos, Finis GloriaeMundi es una apoteosis pictórica sobre lo descarnado de la muerte.

Fragmento donde Valdés Leal pinta varios símbolos de las obras de Caridad ('Ni menos'). / Antonio Pizarro

Con una paleta y una pincelada muy suelta, según confirma Lourdes Núñez, un Valdés Leal que había cumplido ya medio siglo consigue enfrentar al espectador a unas figuras ante las que se suele cerrar los ojos por miedo o repugnancia. El escarabajo necrófilo, el ciempiés, las larvas sobre los cadáveres de los difuntos y hasta una serpiente en la esquina derecha se integran en esta catequesis visual sobre lo bueno y lo malo por la que Valdés Leal cobró unos 5.000 reales frente a los 80.000 que percibió Murillo por su trabajo. A partir de octubre los visitantes al Rijksmuseum podrán comprobar que, en términos artísticos, la diferencia entre los dos grandes pintores sevillanos de la Contrarreforma nunca fue tan grande. E incluso puede que alguna balanza se incline a favor del primero.

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