Análisis
Santiago Carbó
Algunas reflexiones sobre las graves consecuencias de la DANA
Al Village Vanguard, el viejo club de la séptima avenida fundado por Max Gordon en 1934 y que es como el corazón del jazz neoyorquino, se le ha ido uno de sus últimos conspiradores: ha muerto Paul Motian, a los 80 años de edad. El pasado mes de junio se cumplieron precisamente cincuenta años del concierto crucial que allí ofrecieran Bill Evans, Scott LaFaro y Motian. Aquel trío pasó de rellenar los huecos que dejaba el Modern Jazz Quartet entre pase y pase, de luchar por hacerse oír mientras la afición se relajaba en la barra, a escribir una página en la historia del jazz. Claro que si aquel trío es mucho más que historia es porque su música late más allá de frases como éstas e incluso de las palabras sabias de quienes hablan de una nueva, revolucionaria concepción del trío de piano, contrabajo y batería, nacida una noche de junio del 61. Ahí estaba Motian, como parte de ese sonido único -decía Miles que Evans era un pianista de sonidos, no de acordes-, para sostener al tándem constituido por Evans y LaFaro -que moriría pocos días después de que el trío grabara allí en el club el mítico y fundacional Sunday at the Village Vanguard-, para conducir a su instrumento más allá de la sombra hacia nuevas direcciones y llevar la lumbre de los platillos a primera línea de fuego.
Se diría que el estilo de Motian nace ya depurado, pleno, como el de su coetáneo Elvin Jones. Y no puede hablarse de resurgimiento en ningún momento de su carrera, pues en todas las décadas brilló y se mantuvo activo y atinado. De su nutrida producción destacaríamos: de los 60, sus discos con el Trío y el debut como líder de Keith Jarret, junto a Motian y Haden, en Life Between the Exit Signs; de los 70, hay que disfrutar sus grabaciones para ECM (Conception Vessel, Dance, o Le Voyage, entre otros); en los 80 inicia su relación con músicos como Bill Frisell y Joe Lovano, que lo seguirán en trío o quinteto en el porvenir (escuchen su Misterioso, One Time Out, sus directos y en especial Sound of Love); en los 90 nace su Electric Bebop Band, que reúne en diversas formaciones a nuevas hornadas de enormes solistas como Joshua Redman, Chris Potter o Kurt Rosenwinkel (Flight of the Blue Jay, Monk and Powell); el nuevo siglo ve nacer al Trio 2000 (con Potter y Larry Grenadier, a los que se suman en ocasiones Greg Osby y Masabumi Kikuchi), con la voluntad siempre firme de no dormirse en los laureles. Y nos llega tarde su última grabación, Lost in a Dream (ECM), con Chris Potter y Jason Moran, en directo desde el Village Vanguard, su club de toda la vida.
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