Tomatito, un héroe de lo jondo

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El almeriense saca, tras nueve años, un disco con nuevos toques flamencos.

El guitarrista Tomatito.
El guitarrista Tomatito.
Juan Vergillos

14 de abril 2013 - 05:00

Soy flamenco. Tomatito. Con Paco de Lucía y Camarón de la Isla. Universal.

El álbum se inicia con un pasaje ad libitum y unos coros que recuerdan al cante por caña. Desemboca luego en una bulería épica. La épica será siempre el gran valor de Tomatito, un auténtico héroe, mantenedor de la poesía de lo viril en época de cinismo, dobles mensajes y descreencias. Con todo, estamos ante un toque íntimo, que es la nota dominante del nuevo disco del almeriense, en el que la voz de Mari Ángeles Fernández nos retrotrae a paisajes serenos de nuestra infancia. La melodía es pulcra y unidireccional, no se pierde en veleidades armónicas ni conceptuales. Las falsetas gustan y se gustan. Nacen para la emoción y el deleite, sin más problemas. Lo que sorprende más, tratándose de este tocaor, es la pulcritud y el intimismo. La cosa acaba con el previsible estribillo coral en las voces de Mari Ángeles Fernández y Kiki Cortiña. La segunda entrega por bulerías del disco se llama Despacito en donde las falsetas se suceden de manera fluida sin apenas presencia de rasgueos y donde, además de los coros, aparece la voz poderosa del Guadiana para unos cantes ligados de nueva melodía. Tema y variación, en lugar de rasgueo y falseta, es el formato de esta segunda bulería.

La tercera bulería de Soy flamenco está dedicada al desaparecido Moraíto y es el más frenético y generoso, el más contundente de los cuatro toques por este palo que incluye el disco. Bulería a dos guitarras, "desdoblá", como viene definida en los créditos. Hay más reverberación, más ritmo, pero el toque no deja de ser amable con el oyente. Como el resto de los temas del disco aparecen en buena medida desnudos, en congruencia con los tiempos que corren, se agradece esta generosidad de otra época. La última entrega buleaera de la obra es un homenaje a sus maestros, a sus ídolos flamencos. Aparece la voz resucitada de Camarón y es Paco de Lucía el que da la réplica a la guitarra. La ingeniería técnica facilita la ilusión de volver a una época mítica en la historia del flamenco, cuando se unieron los destinos de estos tres músicos fundamentales de lo jondo moderno.

En los tangos aparecen arreglos de percusión y bajo eléctrico. Pero surge inopinadamente un trémolo lleno de miel. Con todo, sigue siendo una pieza contenida, pulida, enérgica pero no desbordante, contundente pero no arrolladora. El regalo de este disco es la voz de Camarón, que aparece por partida doble, en las seguiriyas así tituladas y en las cuartas bulerías del disco, ya mencionadas. La seguiriya dura apenas tres minutos, apenas un par de falsetas para la voz dolorida, rota, impresionante, viva, del mito de San Fernando. Un toque muy rítmico y básico. Una seguiriya moderna en la línea de Paco de Lucía y Morente, es decir, de Manuel Vallejo. La Fuentecica es una soleá de enorme sabor tradicional en los rasgueos, que es lo que vale, lo que le da tierra a este toque, a todos los toques. Las falsetas son elucubraciones que amplían el lenguaje melódico del flamenco. Pero lo que da el sustento jondo son los luminosos rasgueos. La música de Tomatito, fiel a sus orígenes orientales, ha sido siempre austera, pero en este disco, con buen criterio sin duda, se ha vuelto aún más esencial. Una vuelta a los orígenes. A pesar de que el toque se cierra con los, al parecer inevitables, coros evanescentes.

La rondeña, desde la creación de este toque por Ramón Montoya, es la piedra de toque para todo guitarrista, el lugar donde mostrar la variedad de recursos de que dispone, el toque de más compromiso. Es la única pieza ad libitum de esta obra. Los aires abruptos, extraños y radicales, del oriente andaluz. Clasicismo en un toque siempre actual, por su curioso trascurrir armónico. Es el toque más vivo, más creativo, de este disco. Más enérgico, más visceral. La ausencia de un ritmo externo estricto obliga al tocaor a comprometerse. Hasta que, siguiendo la línea de Paco de Lucía, el toque se cierra a ritmo.

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