Tesoro con dos llaves, malo es de guardar
El alcalde dijo que se verá "en el Arqueológico o en cualquier otra parte" · La Consejería defiende la idoneidad de su museo
Por primera vez en 30 años existe una voluntad compartida por parte del Ayuntamiento de Sevilla y la Consejería de Cultura de que el Tesoro del Carambolo sea expuesto de manera permanente a la vista de los sevillanos, turistas e investigadores. Hasta ahí, todo bien en esta trama con tres protagonistas: el Consistorio hispalense, titular del Tesoro; la Consejería, gestora del Museo Arqueológico; y el Ministerio de Cultura, titular del edificio y, por ahora, convidado de piedra de este desencuentro entre ambas administraciones. Tesoro con dos llaves, malo es de guardar. Así reza el refrán.
La inauguración ayer de la exposición que celebra el medio siglo de su hallazgo sirvió además para hacer memoria: según la ley vigente en 1958, todo hallazgo histórico pertenecía al Estado, que indemnizaba al descubridor de las piezas y las depositaba después en el Arqueológico Nacional. En marzo de 1962, el Ayuntamiento de Sevilla solicitó los derechos para que el Carambolo volviera a la ciudad. El Gobierno de Madrid accedió a las pretensiones con dos condiciones: el Consistorio hispalense debía pagar la indemnización (un millón de pesetas de la época) y el Ayuntamiento se comprometía a su exhibición en el Arqueológico local, a no ser que entre las dos partes se decididese lo contrario.
Por seguridad, se decidió exponer en el Arqueológico una réplica del tesoro y depositar el original en la caja fuerte de un banco a la que, parece, no volverá. Un seguro que, como ha podido conocer este medio, paga en su totalidad la Consejería de Cultura. El acceso a esa caja se realiza mediante una llave de la que existen dos copias: una, en posesión de la Delegación provincial de Cultura; y la otra, custodiada en el Consistorio local, que la recibió de manos de la Consejería sabedora de que el legítimo depositario del tesoro son los sevillanos, representados en su Ayuntamiento.
Como quedó ayer demostrado, a tenor de la expectación mediática y de público, no irradia la misma "belleza y alegría", en palabras del alcalde de Sevilla Sánchez Monteseirín, la copia que el auténtico. Razón por la que el regidor reconoció que "la caja de seguridad donde ha permanecido los últimos 30 años no es el mejor sitio donde puede estar". Y sobre su destino final adelantó que "se está barajando exponerlo en determinadas ocasiones al año para asumir los costes del seguro o de forma permanente en un lugar que reúna todos los parabienes, ya sea aquí o en cualquier otra parte".
En un marco de incomparable belleza como la Plaza de América, para numerosos investigadores como el propio comisario de la muestra, Fernando Amores, el Arqueológico es el espacio idoneo para albergar el tesoro, cuya llegada equipararía la importancia de su colección a la del Arqueológico Nacional. Según la consejera Rosa Torres, esta joya de la arquitectura del 29, "garantiza todas las condiciones de seguridad tras la reforma [realizada en las salas temporales donde se ubica la muestra Carambolo. 50 años de un tesoro]", obra que precede a la rehabilitación integral proyectada por el Ministerio. Cualquier otro destino que no fuera este museo mandaría al ostracismo al Arqueológico, necesitado de atención y público y de un icono como el Carambolo en su discurso expositivo. Asimismo, la posibilidad planteada por el alcalde de contemplar otros destinos trae a la memoria situaciones similares que han afectado a joyas patrimoniales de Sevilla. Ha sido el caso del cuadro La imposición de la casulla a San Ildefonso, de Velázquez, de titularidad municipal y actualmente en el centro de arte de Focus-Abengoa, cuyo acceso no es gratuito. En un discreto, y mudo, segundo plano se mantuvo la delegada de Cultura Maribel Montaño. La también portavoz municipal rehusó hacer declaraciones sobre un tema que conoce bien de su etapa como delegada provincial de Cultura.
Con este escenario, la Junta y el Ayuntamiento se han dado cuatro meses -hasta que termine la muestra- para decidir cuál será el destino de una colección cuya trascendencia científica y valor sentimental traspasan las fronteras locales.
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