Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
'Tecno Revolución'
Desde que el hombre empezó a elaborar sus propias herramientas para la caza o la pesca, más tarde con hallazgos como la polea o la máquina de vapor, la humanidad se sirvió de la tecnología para hacer más fácil su día a día. La historia del mundo es también la crónica de una mejora constante, una evolución que hoy encara transformaciones impensables a una velocidad de vértigo.
Dos años después de su inauguración, el Caixafórum Sevilla acoge su primera exposición sobre ciencias, Tecno Revolución, una muestra interactiva que analiza el impacto que tienen esos avances tecnológicos en la vida cotidiana y que explora, señalan los responsables de esta cita que puede verse hasta el 9 de junio, "la mayor iniciativa de investigación del siglo XXI: la convergencia tecnológica".
La exposición profundiza así en cómo están cambiando el mundo las tecnologías convergentes, la sinergia que se establece entre diferentes ramas de la ciencia como la nanotecnología, la biotecnología, las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y las ciencias cognitivas. "Desde principios del siglo XXI se han producido numerosos avances. Se sucedían los aparatos e inventos, los móviles avanzaban de un modelo a otro a un ritmo asombroso, pero no se sabía bien el resultado de todo esto. Pero dos estudios demostraron que se debía a la convergencia tecnológica", apunta el comisario y responsable de exposiciones y programas de divulgación de la Fundación Bancaria La Caixa, Javier Hidalgo, que ha inaugurado la muestra este martes con el director de Caixafórum Sevilla Moisés Roiz.
El proyecto quiere concienciar de la importancia de la investigación. "De nada sirve que la sociedad avance gracias a ella si los ciudadanos no son conscientes de ello, porque se necesita el apoyo de la sociedad para seguir investigando", argumenta Hidalgo.
Una instalación de Óscar Latorre Bosch situada a la entrada de la muestra refleja las insospechadas posibilidades que aporta la tecnología. En ella, una estructura de ojos robotizados elige a uno de los visitantes y adopta el rumbo de su mirada. Más allá de su "belleza estética", opina Hidalgo, la obra resulta "inquietante" y "hace reflexionar".
Esta pieza es el preámbulo a un recorrido histórico en el que se detallan las numerosas innovaciones que se han conocido a lo largo de los siglos. En la era pretecnológica, hombres y animales debían valerse de sus propios recursos -uñas, manos, garras o cuernos- para la supervivencia, hasta que la creación de las primeras herramientas que ayudarían a la caza o a la alimentación cambiaría las circunstancias. Ese paso no lo dan sólo los humanos: en un vídeo se ve cómo una gorila que por sus dimensiones no puede nadar se ayuda de un palo para calibrar la profundidad de un río.
La polea, que ya utilizaba Arquímedes en el siglo III a. C., o la máquina de vapor, cuyo funcionamiento se ilustra en la muestra con la reproducción de la locomotora que se empezó a usar en 1848 para cubrir el itinerario entre Barcelona y Mataró, son otros inventos que se analizan en este primer apartado. Avances de pasmosa simplicidad que fascinan a los niños que visitan esta muestra, que ya se ha visto en otros lugares como Barcelona o Zaragoza. "En el mundo digital que han conocido, les sorprende todo lo analógico, lo tangible", considera el especialista.
En la siguiente sala, una pieza compuesta por varios imanes ilustra la importancia que tiene la interrelación de las tecnologías convergentes: sólo se podrá mover un gran peso gracias a la unión de todos los imanes. Un símbolo de que "las ramas de la ciencia no trabajan hoy a nivel individual, sino a un nivel de grupo".
Tecno Revolución indaga en cómo esta alianza ha favorecido un progreso sin parangón: en la muestra se comparan dos modelos de calculadoras entre los que han pasado casi 100 años pero son casi idénticos mientras se exhibe la brutal transformación que han conocido los teléfonos móviles en apenas tres lustros.
Un robot que desafía al visitante a una partida de tres en raya, "y al que hemos programado para que pierda de vez en cuando", confiesan los coordinadores de la muestra; peluches que rechazan las bacterias gracias a la nanotecnología o instrumentos musicales evolucionados como el reactable que popularizó Björk son algunas de las piezas que el público podrá encontrarse.
Además, entre otras experiencias, el público de la muestra podrá ver cómo varían sus ondas cerebrales dependiendo de la música que escuchen o mover una pequeña pelota gracias al nivel de relajación que consigan.
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