La ventana
Luis Carlos Peris
Realidad tras unos sueños infundados
arqueología
Sevilla/Un trabajo publicado por la doctora en Arqueología por la Universidad Autónoma de Madrid Esther Rodríguez González, quien ha participado en diferentes investigaciones de enclaves tartesios, analiza las teorías que conectan el mito platónico de la Atlántida con la antigua cultura tartesia y llama a "pasar página" y "dejar de escribir acerca de la simbiosis entre la Atlántida y Tarteso". Se trata del trabajo Tarteso vs la Atlántida: un debate que trasciende al mito, publicado en el número 18 de la revista digital Arqueoweb y recogido por Europa Press, un documento en el que la doctora en Arqueología Esther Rodríguez González recuerda el "fuerte incremento" de los estudios y excavaciones relacionadas con la antigua cultura de Tarteso, desarrollada en el territorio actualmente abarcado por las provincias de Sevilla, Cádiz y Huelva y además por el valle medio del río Guadiana.
"Ahora contamos con nuevas líneas de trabajo y un amplio elenco de materiales arqueológicos que nos permiten comprender mejor qué es Tarteso, con el objetivo final de abandonar sus derroteros precoloniales y sus estigmas orientalizantes y centrarnos en el origen de esta cultura y su desarrollo histórico", expone Esther Rodríguez, abundando que la zona del valle medio del Guadiana ha sido el escenario de "los últimos y más sorprendentes hallazgos" de esta cultura en la que se encuadran yacimientos como los de El Carambolo (Camas, Sevilla), Mesas de Asta (Jerez de la Frontera, Cádiz) o Casas del Turruñuelo (Guareña, Badajoz), por ejemplo.
Pero según esta doctora en Arqueología, "a pesar de los avances científicos" en la investigación de Tarteso, se trata aún de "una cultura a medio camino entre la historia y el mito" como consecuencia de "la fuerte tradición que todavía prevalece acerca de la posible existencia de una ciudad o un reino de Tarteso con un monarca capaz de reinar 80 años y vivir hasta 120 -en alusión al legendario rey Argantonio-, y las diferentes teorías que todavía la relacionan con el mito de la Atlántida", plasmado por Platón en sus famosos diálogos.
Profundizando en ello, la autora advierte de que "en origen, Tarteso y la Atlántida no formaban parte de un mismo relato", sobre todo porque "hasta la fecha, no conocemos ninguna fuente grecolatina que narre relación alguna" entre la citada cultura del sudoeste de la península Ibérica y el mito platónico. Al respecto, Esther Rodríguez señala la "herencia historiográfica" del arqueólogo alemán Adolf Schulten, quien durante los primeros tiempos del siglo XX protagonizó una intensa búsqueda de Tarteso y las riquezas atribuidas al mítico y longevo rey Argantonio, incluso con excavaciones arqueológicas en el cerro del Trigo del paraje natural de Doñana.
"La búsqueda de Tarteso continuó y surgieron nuevas lecturas que intentaban justificar el esplendor de esta cultura, así como su origen", continúa la autora, explicando que "la identificación de Tarteso con la Atlántida por parte de Schulten, sin duda la hipótesis que más ha calado entre los aficionados a la arqueología y los apasionados del mito", deriva de que "la intuición" del arqueólogo alemán "le llevó a identificarlos con una misma realidad", al "coincidir" sus descripciones en aspectos como "la localización geográfica transmitida, más allá de las Columnas de Hércules", "la riqueza de ambos territorios" y "la topografía" atribuida a ambas con "una gran llanura abierta al mar por un lado y montañas por el otro".
No obstante, avisa Esther Rodríguez de que, a día de hoy, "la arqueología es incapaz de confirmar la existencia de la Atlántida", mientras en paralelo "ha dotado a Tarteso de una realidad cultural que lo aleja de su mítica ciudad para acercarlo a la materialidad histórica", extremo reflejado en los diferentes enclaves arqueológicos investigados con relación a la antigua civilización tartesia, como los de El Carambolo, Cancho Roano, Setefilla o la Necrópolis de Medellín, mencionados expresamente por esta doctora en Arqueología.
A continuación, señala las investigaciones científicas que reflejan que "hace aproximadamente unos 3.200 años las marismas de Doñana comenzaron a colmatarse debido a un proceso de aportes de sedimentos costeros como consecuencia de la existencia de varios eventos enérgicos o tsunamis", pues tal extremo "ha reabierto las puertas a la posible existencia de ocupación humana dentro de las marismas del Guadalquivir desde momentos muy antiguos, de tal manera que el mito (de la Atlántida) ha regresado reforzado a Tarteso, aun cuando no había desaparecido por completo".
Y es que, además, "las investigaciones donde entra en juego el estudio y análisis de las fotografías aéreas y de satélite se han convertido en los últimos años en el sustento de las hipótesis acerca de la localización de Tarteso y la Atlántida en las marismas del Guadalquivir". "Ante la incapacidad de las fuentes y la arqueología, el tratamiento de estas imágenes es el último recurso para, al menos, poder especular sobre la localización de ambas", asevera la autora.
Precisamente por ello, Esther Rodríguez señala los resultados del proyecto Hinojos, promovido desde 2005 por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Huelva para "cotejar si las formas geométricas localizadas (en Doñana) a través de imágenes de satélite correspondían a estructuras arqueológicas y, en caso afirmativo, determinar la antigüedad de las mismas".
Porque, según recuerda, los resultados de dicha investigación reflejaban en 2013 que "las estructuras" identificadas años atrás por el físico alemán Rainer W. Kühne en el entorno de Doñana, atribuyendo las mismas a vestigios de Atlántida, "se correspondían con construcciones de época andalusí".
Y después de que un empresario de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) amante de la Arqueología defendiese que unas fotografías de satélite reflejarían restos de antiguas construcciones en el subsuelo de los pinares de La Algaida, de nuevo en el entorno de Doñana, conectando también tal extremo con la Atlántida, Esther Rodríguez recuerda que "los trabajos arqueológicos ya efectuados" han "documentado" que tal enclave "fue objeto de ocupación (humana) entre los siglos sexto y cuarto antes de Cristo" y después durante el periodo turdetano y romano.
"Sin embargo, pocos son los datos que poseemos acerca del primer momento de ocupación (de este enclave), pues buena parte de los restos recuperados nunca han sido publicados", precisa Rodríguez, quien en cualquier caso pone de manifiesto que "lo único real es que, a pesar de décadas y décadas de investigación científica, la arqueología ha sido incapaz de localizar un solo fragmento que haga referencia a la posible existencia real, o si se prefiere física, de la Atlántida", mientras gracias al "avance de las investigaciones", "apenas caben dudas para considerar a Tarteso como una cultura formada tras la unión entre fenicios e indígenas", fruto de un "proceso de hibridación en el que las poblaciones locales jugaron un papel fundamental que ha quedado fosilizado en el registro arqueológico".
"Ni hubo una Atlántida en el Estrecho de Gibraltar ni pobladores atlantes en los valles del Guadalquivir y el Guadiana", asevera Esther Rodríguez, llamando finalmente a "pasar página" y "dejar de escribir acerca de la simbiosis entre la Atlántida y Tarteso", pues la legendaria civilización de los atlantes sólo existió "dentro de la filosofía de Platón y es ahí donde debe permanecer, sin intentar traspasar el límite de lo real".
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios