Sirenas en el río Suzhou
Salir al cine
Se estrena en España ‘Suzhou river’, de Lou Ye, una de aquellas deslumbrantes películas chinas de principios de siglo que permanecía inédita y que reescribe ‘Vertigo’ en los ambientes portuarios de Shanghái
El nuevo siglo nos trajo el descubrimiento y la consolidación cinéfila de los nuevos cines chinos: desde Taiwán, Millennium Mambo, de Hou Hsiao Hsien, desde Hong Kong, In the mood for love, de Wong Kar wai, y desde la China continental y su Sexta Generación, Platform, de Jia Zhangke, se presentaron y estrenaron internacionalmente con éxito en los grandes festivales entre 2000 y 2001. También lo hizo en 2000 Suzhou river, de Lou Ye, una película independiente, protagonizada por actores desconocidos y rodada casi en secreto que acabaría ganando en Róterdam, pero su repercusión fue menor y su llegada a España tuvo que ser clandestina, como tantos otros títulos del cine oriental en aquellos días de furor e intercambio virtual.
23 años después, la modélica distribuidora independiente Atalante la recupera en su versión restaurada en 4K para darla a conocer en todo su esplendor y hacerle justicia al fin en nuestro país a su desbordante romanticismo posmoderno filmado en las texturas y colores del Super 16mm. Porque el filme de Ye, por entonces 35 años y con dos largos previos, es todo un homenaje y una reescritura en el Shanghái de aquellos días de la mismísima Vertigo de Hitchcock, el relato de la obsesión, trasladada a la propia mirada y el dispositivo narrativo del filme, de dos hombres que buscan a una mujer desdoblada, esa Moudan/Meimei (ambas interpretadas por la bella Zhou Xun) que deambula entre las calles, los locales nocturnos y el puerto fluvial de una ciudad en pleno proceso de transformación.
Filme desaforadamente romántico y lírico, Suzhou river juega también con las claves del noir sin dejar de ser un documento testimonial de la urbe postindustrial a punto de desaparecer, escenario bullicioso, contaminado y decadente de un esplendor cosmopolita cuyas ruinas, canales y callejones, especialmente todos aquellos espacios cercanos al río que le da nombre, serán los testigos y protagonistas de esa doble búsqueda de un cineasta-narrador y también la de ese motorista solitario enamorado de una mujer destinada a convertirse en sirena.
Ye parece proyectarse en ese narrador poco fiable (“mi cámara no miente”) que nos introduce en la historia, una voz (y una mirada) en primera persona que elige contarnos uno de los muchos posibles relatos y leyendas urbanas que se asocian al río y a su vida en los alrededores. Ese relato es, primero, el del surgimiento del amor por una joven que trabaja en un club nocturno, y después, en ambiguo relevo, el de su amante anterior, Mardar, encargado de cuidar a la joven Moudan por órdenes de su padre, y finalmente involucrado en una trama de secuestro de la propia chica.
Suzhou river hace espejear así una historia sobre la otra y deja en el aire la posibilidad de que, como Madeleine y Judy en el mítico filme de Hitchcock, peluca rubia, carteles de neón y colores esmeralda de por medio, las dos chicas sean realmente la misma, un trampantojo ante la mirada de dos hombres que batallan contra el deseo y su represión y que tal vez también pudieran ser el mismo hombre, el cineasta y su doble en la ficción.
Las músicas de explícita resonancia herrmanniana puntean el peso romántico y trágico del relato y se abren paso entre los pliegues de una ciudad viva que parece estar despidiéndose de su pasado. Aquí el cine de Ye conecta también con el de los espacios urbanos e industriales en vías de desaparición de Zhangke o Bing, aunque la materia melodramática y fabuladora de su cine se aleja de ese realismo sucio (y abiertamente político) de otros compañeros de generación para abrazar un romanticismo posmoderno y autoconsciente. En palabras de J. Hoberman, Shuzou river es “como un documental que se vive como un sueño” y anticipa las líneas maestras de una trayectoria que se moverá hacia la renovación del melodrama o el thriller y que continuaría con otros títulos, la mayoría también inéditos en España, como Summer Palace (2006) y Spring Fever (2009), donde la libertad sexual y política van de la mano, o los dramas históricos Purple Butterfly (2003) y Saturday Fiction (2019), ambientados en el Shanghái ocupado por los japoneses.
La alta cultura al rescate de las salas de cine
No nos habíamos hecho eco en estas páginas de uno de los fenómenos recientes destinados a salvar a las salas de sus horas más bajas de asistencia por la vía del contacto con la llamada “alta cultura”. Nos referimos a la programación de documentales sobre arte y artistas o a las retransmisiones en directo de espectáculos de ópera y ballet desde algunos de los mejores teatros líricos de Europa.
Cinesur MK2 Nervión y Unión Cine Ciudad (UCC) programan en sus salas con regularidad ambos formatos a lo largo del año, y para lo que queda del mes de junio y el próximo julio es posible ver los documentales sobre Los Girasoles, el famoso cuadro de Vincent Van Gogh, o sobre el padre del Impresionismo Camile Pisarro.
En lo que respecta al ballet y la ópera, y ahora que la nueva Tosca de Villalobos tiene al respetable sevillano encolerizado o dividido a propósito de la heterodoxia o las libres adaptaciones, este mes de junio pueden disfrutar en pantalla grande, dolby stereo y en directo de un Romeo y Julieta de Charles Gounod desde Opera National de París. Será el día 26 a las 19:15h., con entradas a 12 euros.
Para el verano veranose anuncian también una Carmen de Bizet desde Verona, una Madame Butterfly desde Bregenz, una Aida desde Sta. Margarita, una Traviata desde Macerata y un Otello desde la Fenice de Venecia.
Día del Refugiado: ‘La traversée’
Dentro de las actividades del Día del Refugiado, el lunes 19 se proyecta en Cicus (22:30h.) el premiado filme de animación La traversée (2021), de Florence Miailhe, “una de las películas más bellas de los últimos años en su género, en una paleta de colores cambiante que atraviesa la pantalla”. El filme cuenta el éxodo de una familia obligada a huir. Los dos hijos mayores, Kyona y Adriel, son rápidamente separados de sus padres y afrontan solos el camino del exilio.
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