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"Subvencionar el flamenco es asimilarlo a la cultura dominante"

Juan Ramón Rodríguez (J). Cantante y guitarrista de Los Planetas

El integrante de la banda granadina de rock habla de su nuevo disco, el epé 'Cuatro palos', anticipo de un nuevo álbum previsto para febrero de 2010, y de su intensa relación con la música y el cante jondo

J, componente de Los Planetas, durante un concierto en Granada.
Blas Fernández / Sevilla

21 de diciembre 2009 - 05:00

Con La leyenda del espacio (Sony-BMG, 2006) la banda granadina Los Planetas dio una inesperada vuelta de tuerca a su trayectoria realizando un singular acercamiento a la métrica y las armonías del flamenco desde la perspectiva de un grupo de indie-rock. Su nuevo disco, el epé Cuatro palos, persevera en esa misma línea y avanza la dirección de su nueva entrega larga, prevista para febrero de 2010. J responde.

-¿Por qué flamenco?

-Creo que es una música andaluza con gran tradición que todos hemos escuchado desde pequeños, en cualquier sitio. Escuchaba flamenco mi abuelo, mis padres... Quizás porque uno casi siempre tiende a rebelarse contra lo que le gusta a sus padres yo opté por el rock'n'roll. Pero con el tiempo vuelves a tus orígenes, a las que cosas que te influyeron en la infancia. Las casualidades y el descubrimiento de algunos músicos flamencos, el impacto que me causaron, me llevaron a trabajar por este camino.

-Lo considera entonces como una especie de huella inconsciente impresa en la memoria, ¿no?

-Claro. La música que escuchas cuando eres muy niño se te queda grabada. Y en la Granada de los 70 el flamenco era inevitable.

-¿Y cuál es el proceso consciente? ¿Cómo vuelve a elevarse esa huella hasta la superficie?

-Es difícil explicarlo. Por una parte, fue la consecuencia de darme cuenta de que la música independiente anglosajona, que tanto me ha gustado, estaba un poco estancada. Ese circuito, que ha dado artistas tan importantes, ya no estaba a la misma altura, o por lo menos no dando artistas de la misma talla con la misma frecuencia. Así que pensé que la música tradicional andaluza podría ser una buena fuente de inspiración. Y también existía una cierta demanda, que alguien hiciera, retomara esas músicas de raíces dentro del ámbito de la música independiente. Creo que esa demanda fue creándose a partir de Omega, el disco de Enrique Morente con Lagartija Nick, que en cierto sentido era como la continuación de toda esa historia de acercamientos al flamenco por parte del rock desde Smash, Kiko Veneno... Pienso que es una línea que no se ha explorado lo suficiente.

-Quizás porque tras ellos el acercamiento se abordó con mayor ahínco desde el ámbito jazzístico y del rock progresivo, tics de los que no había rastros en La leyenda del espacio.

-Sí, nosotros lo hicimos desde la música que más nos ha influido, la que nos ha formado, que no es otra que el rock independiente británico, norteamericano, australiano... Anglosajón, en definitiva.

-Resulta llamativo además comprobar que ese redescubrimiento de las raíces tiene algo de cíclico, incluso de generacional; que coincide en el tiempo, por ejemplo, con el uso de la copla que hace Pony Bravo.

-Sí, Pony Bravo también está haciendo algo parecido. Seguro que hay algo generacional y supongo que tiene que ver con la situación socioeconómica. Parece que el modelo anglosajón está un poco caduco y eso hace que la gente vuelva a sus raíces, a retomar lo suyo.

-Leía el otro día en un foro de internet que una letra como la del Romance de Juan de Osuna, con versos como con lo que mucho que yo la quería / se va sin volver la cara, podría pasar suya.

-Bueno, sí. De hecho creo que la matemática de nuestras letras siempre ha sido muy jonda, muy sentida, muy exagerada. Y tiene mucho que ver con todo lo que hablábamos antes. En ese sentido, al empezar a investigar más a fondo en el flamenco, me sorprendieron mucho sus letras.

-¿Escucha mucho flamenco?

-Sí, mucho. Llevo cinco o seis años haciéndolo intensamente. Empecé con Morente, Camarón, Fosforito, Mairena... Pero ahora escucho cosas más antiguas: Chacón, la Niña de los Peines, Manuel Vallejo... Los clásicos de principios del siglo XX.

-¿Y qué puede ocurrirle al flamenco con esta sobreexposición permanente, con esta apropiación por parte de las administraciones públicas? ¿Corre riesgo de asfixia?

-Sí, desde luego. Uno de los puntos en común que el flamenco tiene con el rock es que son músicas underground, hechas por gente que no está socialmente integrada por completo. Tanto el rock como el flamenco tienen esa vocación contracultural, que es lo que les da sentido. Subvencionar el flamenco es asimilarlo a la cultura dominante. No creo que esté teniendo una influencia muy positiva. La generación de Morente, Meneses, Camarón, etcétera, es para mí la última gran generación de cantaores. Lo que ha venido después no ha sido tan interesante, puede que sea por eso o no, pero es posible que el hecho de haber sido una música tan marginal, tan infravalorada, fuera lo que la convirtió en tan valiosa.

-¿Hasta dónde piensan llegar por este nuevo camino?

-Éste es sólo un paso más. No es que nos hayamos olvidado de lo que hicimos antes, sino que incorporamos una nueva visión. Y lo que está claro es que después de haber incorporado todo esto no lo vamos a olvidar. Este epé, Cuatro palos, sigue la línea de La leyenda del espacio, pero el nuevo disco abre vías a otros espacios, no sólo al flamenco.

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