Sombras íntimas

Tras el éxito de 'El nadador', la alemana Zsuzsa Bánk regresa con 'En pleno verano', una colección de lúcidos y delicados cuentos breves en torno a la complejidad de las relaciones personales.

La escritora alemana de ascendencia húngara Zsuzsa Bánk (Fráncfort del Meno, 1965).
La escritora alemana de ascendencia húngara Zsuzsa Bánk (Fráncfort del Meno, 1965).
M. Ángeles Robles

28 de agosto 2016 - 05:00

EN PLENO VERANO. Zsuzsa Bánk. Trad. Marina Bornas Montaña. Acantilado. Barcelona, 2016. 144 páginas. 18 euros.

La literatura nos da a veces la reconfortante posibilidad de acceder a espacios desconocidos, a territorios inéditos conquistados por la imaginación en los que encontramos valiosas semillas que poco a poco van floreciendo ante nuestros ojos. Territorios exóticos no por ser escenarios de aventuras singulares, sino por serlo de esa aún más complicada aventura de vivir y sobrevivir sin traicionarse a uno mismo. La escritora alemana Zsuzsa Bánk nos abre las puertas de su particular espacio interior en la colección de relatos En pleno verano.

Zsuzsa Bánk debutó como narradora en 2002. Su primera novela, El nadador, obtuvo un notable éxito. Inició su carrera literaria desde la madurez, sabiendo claramente lo que quería contar, y en ese tono se ha mantenido a tenor de los relatos contenidos en este volumen: una docena de cuentos breves que ponen el acento en la complejidad de las relaciones personales, en la imposibilidad de comunicar efectivamente los sentimientos.

La amistad y el amor, a veces confundidos; los recuerdos, las pérdidas y los reencuentros están marcados por las implacables señales del paso del tiempo, por la amarga sensación de que nada perdura, ni el miedo ni la alegría. Bánk construye personajes sólidos, creíbles, verdaderos. Los dibuja con pinceladas breves, borrones de tinta apenas intuidos y que despliegan toda su dimensión únicamente vistos en la distancia, que recobran la nitidez de sus perfiles tan sólo a través de los recuerdos de otros personajes.

La mayoría de estos relatos están protagonizados por mujeres, que conforman un espléndido y poco habitual catálogo de personajes femeninos. Está especialmente dotada Bánk para definir estas historias de amor y de amistad entre ellas. Lo hace con sobrecogedora naturalidad, penetra con aparente facilidad en los recovecos de sus corazones, en los vericuetos de sus mentes; es capaz de mostrarnos la verdadera dimensión de sus vidas. El relato Felicidad es un hermoso ejemplo de esto: una historia de amor y desengaño construida con pedazos de pequeñas satisfacciones y grandes fracasos. Un cuento de extrema intensidad amortiguada por la aparente sencillez de la narración.

El verano, ese tiempo sin tiempo de la infancia, se reviste simbólicamente de nostalgia en este volumen. En todos estos relatos el clima es extremo, como los sentimientos. La vida, sus mentiras y pequeñas mezquindades, brota a sorbos de agua clara bajo el frío de la nieve (Bosque navideño o Tiempo de hielo) o transcurre amortiguada con licores y cerveza que hagan más llevaderos los días de calor y el paso inefable de las estaciones, como ocurre en uno de los textos más sobresalientes del conjunto, el titulado Larry.

Bánk insiste en la extrañeza de estar vivos, en el peso del azar, en lo inevitable de reproducir patrones aprendidos con las personas a las que alguna vez nos sentimos unidos, a los que seguiremos unidos para siempre, como en el relato titulado 18, quizá 19 de diciembre, desolador ejemplo de la incapacidad de sus protagonistas para cambiar un ápice de su propia historia personal.

Casi siempre basta una chispa para volver a encender la llama del recuerdo, para hacer brotar viejos sentimientos, antiguos rencores. Para Bánk no existe redención posible. Las segundas oportunidades no son una puerta abierta al cambio, sino más bien una ocasión insoslayable de reafirmarse en los motivos de pasados desencuentros, como ocurre en el sorprendente relato Plegarias, que reproduce el inquietante breve encuentro de dos antiguos amantes.

La escritora alemana tiene una gran capacidad para entender el mundo sin juzgarlo, incluso en las situaciones más terribles, como ocurre en el relato Entre perros, en el que una adolescente se siente acosada por la amistad de un golfillo que deambula por los arrabales de la ciudad con su siniestra pandilla. Sabe ponerse en la piel de los demás. Su punto de vista siempre incluye a los otros, todos sus personajes actúan en un mismo plano. No hay vencedores ni vencidos.

Especialmente interesante es su particular manera de introducir la naturaleza, las peculiaridades del paisaje, en estas narraciones. Utiliza estos elementos para subrayar situaciones, pero también para ampliar el significado de otras, porque son los árboles, la montaña o los extraordinarios paisajes del remoto continente australiano, pero sobre todo el cielo y el mar, los que logran concretar situaciones apenas intuidas.

En En pleno verano, Zsuzsa Bánk nos permite asomarnos a un puñado de historias íntimas escritas desde la reflexión y la sinceridad, nos invita a descubrir su particular manera de enfrentarse a la realidad. El lector disfrutará de su prosa delicada y de su análisis lúcido.

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