La Sinfónica que el maestro Sutej dejó anclada en el corazón de Sevilla
Los músicos de la Orquesta rememoran estos días el trabajo de su primer director
Anoche concluyeron en el Maestranza las representaciones de la ópera La favorita de Donizetti, que los miembros del Teatro y la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla han dedicado a la memoria de quien fue el auténtico diseñador de la formación, el maestro croata Vjekoslav Sutej, fallecido en Zagreb el pasado 2 de diciembre. Han sido cuatro representaciones y, en cada una de ellas, un caluroso aplauso ha coronado el trabajo de los músicos de la formación orquestal, que han rememorado estos días a su primer director titular y artístico, cargo que ocupó Sutej hasta 1996.
"Esta plantilla es el resultado de su elección personal, él fue el verdadero diseñador de la ROSS, quien nos eligió a cada uno de nosotros", recordaba ayer con cariño el viola Jerome Ireland. El maestro Sutej llegó a Sevilla en 1990 y, como han subrayado los responsables del Maestranza, "después de seis intensos años dejó la ciudad transformada en lo que muchos simplemente soñaban". Él fue quien dirigió el primer concierto de la Sinfónica el 10 de enero de 1991 y también el concierto inaugural del Teatro de la Maestranza el 2 de mayo de 1991, así como las dos primeras producciones de ópera tras la Exposición de 1992: La bohème en 1995 y Madama Butterfly en 1996. Para esta última preparó además la primera intervención del Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza.
Jerome Ireland recuerda, al respecto, que "la ópera era para Sutej la esencia de la música, su más lograda expresión. Era su alma". Ese "cariño tan grande que nos transmitía al dirigir", piensa Jerome, ha hecho que su pérdida "nos haya caído a todos como una losa pero también nos ha traído a la memoria los recuerdos de los tiempos tan bonitos de los inicios de la ROSS, cuando éramos jóvenes y estábamos empezando nuestras carreras". La violonchelista Gretchen Talbot también evoca "el carácter entusiasta y entregado, el inmenso amor por la música y la amabilidad constante de nuestro primer director".
Hoy, gracias en buena medida a las intuiciones, aciertos y carisma arrollador de Sutej, la ciudad cuenta no sólo con formaciones de prestigio y proyección internacional como la ROSS y la Orquesta Barroca de Sevilla, sino también con una efervescente cantera de músicos que, desde las filas de los Conservatorios Profesionales a la Academia de Estudios Orquestales de la Fundación Barenboim-Said o las escuelas privadas de música, sueña con alcanzar las cotas técnicas y artísticas de sus profesores y poder llegar a tocar algún día en el Teatro de la Maestranza.
Pero no todo ha sido un camino de rosas y, ahora, con el contexto de la incertidumbre económica, han vuelto también a la memoria de los músicos aquellos días aciagos en los que el Ayuntamiento se demoró más de la cuenta en aportar sus fondos a la Sinfónica, lo que provocó, a mediados de la década de los 90, algún retraso en el pago de las nóminas, la prolongación del déficit presupuestario e incluso la necesidad de usar los instrumentos musicales como aval crediticio.
A punto de cumplirse 20 años de la llegada de Sutej, la vida musical de Sevilla se ha visto incrementada notablemente y no parece lógico que el Gobierno local desande el camino retirando el apoyo a una de sus joyas culturales. Tras su participación en el enlace de la Infanta Elena con Jaime de Marichalar, el Rey Don Juan Carlos le concedió a la formación el título de Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Hoy, aquel matrimonio para quien tocaron la Misa de la Coronación de Mozart se ha separado y muchas otras cosas han cambiado pero la ROSS, en cambio, se ha anclado definitivamente en el corazón de la ciudad.
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