"Siempre he pensado que moriré en un escenario"
Andrés Herrera 'Pájaro' | Músico
El rockero con más 'swing' de Sevilla llega mañana al ciclo 'Pop CAAC' en un programa doble junto a Guadalupe Plata. Aquí entrega su Cuestionario Proust particular
Sevilla/Llega acalorado, sudando a chorros –el calor ya aprieta y él ha venido en bicicleta desde Alcosa hasta el centro–, pero se recompone de inmediato y le falta tiempo para echarse un cigarrito y posar "como Cassius Clay" mientras bromea con la compañera fotógrafa: "¡55 años y aquí está el tío!".
Tras la fabulosa trilogía que componen Santa Leone (2012), He matado al ángel (2016) y Gran Poder (2018), Andrés Herrera, Pájaro, anda rumiando ya una "nueva etapa". "Me tira cada vez más la guitarra flamenca; entiéndeme, no es que vaya a hacer flamenco ni a cambiar de banda, pero siempre he sido mucho de la guitarra fronteriza, ese golferío tan de aquí. No vamos a ponernos a hacer canciones western, porque eso ya lo hemos hecho, pero la música mexicana me tiene loco", dice Pájaro, que mañana, dentro del ciclo Pop CAAC y en un doble programa de lujo junto a Guadalupe Plata, vuelve a actuar en Sevilla.
"La gente nos quiere, tío, eso se nota y es bonito. A mí, a estas alturas, no me hace falta nada más que lo que necesito. ¿Pasta? Sí, claro que quiero tenerla, pero al final eso se va a tomar por culo. Y que la gente te quiera, eso es para siempre. Como me coja con dos copitas de manzanilla, si escucho una canción de Antonio Machín a mí se me caen los lagrimones. A ese hombre lo quiero como si lo hubiera conocido. Eso es lo que a mí me interesa. Para eso hago música. Si tú te abres de verdad, si haces una canción que es tuya, contando cosas tuyas, eso es como hacer amigos, hombre. Todo lo demás se gasta, así que no tanto no valdrá, ¿no?".
Como ya comentó en su día Pájaro en este diario los detalles de su Gran Poder, invitamos a este compadre y escudero de Silvio Fernández Melgarejo, cómplice de Kiko Veneno y Pata Negra, y durante años jornalero de la Fender Stratocaster y superviviente en polideportivos, fiestas patronales y bolos televisivos inconfesables, a contestar la famosa lista de preguntas que desde 1891 se conoce como Cuestionario Proust.
–¿Principal rasgo de su carácter?
–La hiperactividad. En el momento en que me acuerdo de que no estoy haciendo algo, pienso que ya me he puesto malo.
–¿Qué cualidad aprecia más en un hombre?
–La honradez.
–¿Y en una mujer?
–Lo mismo. Y añadiré, y espero no ofender, porque últimamente da miedo abrir la boca, que la capacidad de engendrar una vida me parece prodigiosa. Ya sé que hay una explicación científica, pero no deja de parecerse a un milagro.
–¿Qué espera de sus amigos?
–Las amistades hay que cuidarlas, no se trata de esperar nada. De mis amigos, que son casi todos músicos, espero, sobre todo, que se cuiden, tengan salud y sean felices.
–¿Su principal defecto?
–Las adicciones. Ya de pequeño, jugando a las estampitas y a las bolas en el colegio, se veía venir eso. Es algo que estoy tratando de arreglar desde hace mucho tiempo.
–¿Ocupación favorita?
–Escuchar música mientras estoy leyendo un buen libro.
–¿Cuál es su ideal de felicidad?
–Estar perfecto de salud y acostarme radiante todas las noches, disfrutando de esa armonía con uno mismo que llega cuando sabes que has hecho las cosas bien.
–¿Cuál sería su mayor desgracia?
–Perder un hijo. He pasado por muchas cosas, pero creo que eso sería lo único que no podría superar.
–¿Qué le gustaría ser?
–Lo que soy, pero más tranquilo y a veces un poco más valiente. A medida que voy cumpliendo años me vuelvo más lanzado para ciertas cosas, pero también le tengo más miedo al porvenir.
–¿En qué país desearía vivir?
–A mí es que me gusta mucho el sur de España. Sería muy feliz viviendo en la costa, en un pueblecito de pescadores, en la playa, viendo culos gordos, comiendo tomates y chicharrones buenos y enseñando a los niños a tocar la guitarra. Pero para eso tendría que retirarme de esta vida, y de momento no se puede... A lo mejor no pasa nunca, porque yo creo que moriré en algún escenario, acuérdate de estas palabras, porque lo digo de verdad. Siempre pienso que algún día me va a dar un bimbazo y ahí me voy a quedar, porque es donde más donde más me gasto y más doy. No me gustaría, sería un espectáculo muy desagradable, pero es un pensamiento recurrente. Aunque a mí no me gustan los toros, no estaría mal morir en la arena. Y después de todo no estaría matando a nadie.
–¿Su color favorito?
–Verde esperanza.
–¿La flor que más le gusta?
–La que no se coge. La que está en los jardines, en libertad. Si tengo que elegir una, la rosa.
–Llega la pregunta que parece pensada expresamente para usted: ¿algún pájaro favorito?
–El gorrión vulgar. Son divertidos y dan alegría. Yo los observo mucho, vivo al lado de un jardín, y se me meten en la casa y les doy de comer.
–¿Su autor favorito en prosa?
–Hay un montón, pero diré Antonio Machado. Nadie como él consigue que me sienta un poco más noble y mejor persona después de leerlo.
–¿Y poetas?
–Miguel Hernández y Lorca. Ya sé que no es la respuesta más original, pero ellos dos son los que siempre me han conmovido más.
–¿Un héroe de ficción?
–El Zorro. Que no era un bandolero, sino un revolucionario.
–¿Y una heroína?
–Mi madre.
–¿Compositor favorito?
–El más grande para mí es Bach. Toda la música que ha llegado a nuestros días viene de él. Dentro de la música moderna, Hendrix y Dylan. All along the watchtower, que es de Dylan, pero la hizo también Hendrix, es para mí, en la versión de éste, la mejor canción de la historia del rock. Cada vez que la pongo, la acabo escuchando 25 veces. El disco donde viene, Electric Ladyland, para mí es muy especial. Escucharlo supuso un antes y un después. Yo venía de escuchar a Bambino, a Lola Flores, a Glenn Miller, a Ella Fitzgerald, a Louis Armstrong, gente maravillosa, pero cuando escuché por primera vez ese disco supe de manera fulminante que eso es lo que yo quería hacer en la vida.
–¿Tiene un pintor preferido?
–Velázquez. Soy muy de aquí, qué le voy a hacer... Aunque el que siempre me ha impresionado más es Goya.
–¿Nombres favoritos?
–De hombre, Manuel. De mujer, Carmen. Los veo muy auténticos.
–¿Qué hábito ajeno no soporta?
–La falta de higiene. No puedo con los malos olores.
–¿Qué es lo que más detesta?
–La codicia y la mentira, y el orden de los factores no altera el producto. Que es una mierda. Ya lo llevamos viendo demasiado tiempo.
–¿Una figura histórica que le ponga mal cuerpo?
–Torquemada. Su espíritu sigue entre nosotros, o eso me parece a mí.
–¿Un hecho de armas que admire?
–No soy yo precisamente partidario de las armas, pero si he de decir alguno, la defensa de la República. Que se hizo apenas sin armas en muchos sitios, por cierto.
–Un don de la naturaleza que le gustaría poseer...
–El de volar. A veces sueño con ello. Hago así con los pies, como si estuviera en el agua, y me elevo, me elevo, me elevo. Qué maravilla.
–¿Cómo le gustaría morir?
–Sin deber nada a nadie y habiendo dejando muy claro que Andrés Herrera estuvo en este mundo para hacer cosas buenas, no malas.
–¿Cuál es el estado de ánimo más habitual?
–Como soy una persona de sube-y-baja, mi estado normal es cierta ansiedad. Cuando acabo de comer, con la tripa llena, es cuando me quedo más tranquilito.
–¿Qué defecto ajeno le provoca más indulgencia?
–La incultura. La ignorancia embrutece, pero yo entiendo que hay gente a la que no le dieron la oportunidad de tener una formación.
–¿Tiene algún lema?
–En cien años, todos calvos.
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