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Si esto es un hombre | Crítica de teatro

Carlos Álvarez-Ossorio en una de las últimas imágenes de la pieza sobre Primo Levi. / M.G.

La ficha

**** ‘Si esto es un hombre’. XV Muestra Internacional de Teatro de Investigación (Mitin). Cámara Negra Teatro. Dramaturgia, dirección e interpretación: Carlos Álvarez-Ossorio. Dramaturgia y asesoría en la actuación: Juan José Villanueva. Iluminación y técnica: Violeta Martínez Rivera. Asesor de alemán y de cuerpo: Alfonso Hierro-Delgado. Fotografías: Álvaro Rodríguez Galán. Lugar: Teatro TNT. Fecha: Sábado 22 de octubre. Aforo: Media entrada.

Si esto es un hombre no es una historia más sobre el Holocausto. Aunque es cierto que cuenta una experiencia concreta: la del escritor italiano de origen judío sefardí Primo Levi (1919-1987), durante los diez meses que sobrevivió en el campo de concentración de Monowitz, brazo en Polonia del de Auschwitz.

Pero es una experiencia que ya el propio Levi había convertido en arte, en literatura, a través de libros como La tregua o Si esto es un hombre, que da título a la pieza. Un arte al que se ha unido el de Carlos Álvarez-Ossorio llevando a cabo una labor encomiable desde todos los puntos de vista.

Hombre comprometido desde su compañía Cámara Negra, además de con el teatro de investigación, con los problemas sociales de su tiempo -al igual que Levi y que el propio espacio que lo acoge- Álvarez Ossorio ha realizado una adaptación ágil y directa que se centra, no solo en el horror del Lager sino en reflexiones capitales sobre el ser humano, tan actuales en 1944 como hoy, en un mundo donde convivimos cada día con el horror de la guerra, las tiranías y la inmigración, con todos sus muertos y sus infrahumanos campos de refugiados.

Más que en la amoralidad o en la crueldad de los nazis, tantas veces resaltada, la obra gira en torno a la humillación y la pérdida de dignidad del hombre por vía, en primer lugar, de su cuerpo material. Un cuerpo obligado a evacuar en público, a caminar desnudo por la nieve y, si es posible, a robarle un mendrugo de pan al vecino para sobrevivir. Al final, por esos misterios del ser humano, el hombre se enfrenta a un sentimiento de culpa por haber sobrevivido -solo 20 de los más de 600 italianos del campo lo lograron- precisamente él y no sus compañeros. Un sentimiento que ha llevado a muchos supervivientes, Levi incluido, a caer, años después, en el suicidio.

Álvarez-Ossorio va enriqueciendo el sobrecogedor relato con una efectiva e inteligente iluminación, con algunas proyecciones sobre la pared del fondo y, sobre todo, con un trabajo físico realmente impresionante. Un proceso en el que su cuerpo, ya de por sí delgado, casi escuálido, se va debilitando hasta que sufre una auténtica animalización -arrastrándose como un reptil herido- para llegar a una cosificación total. Un horror no exento de hermosas imágenes como la de la ceniza que queda flotando en el ambiente.

Un magnífico trabajo, necesario hoy más que nunca, que le ha valido a Carlos Álvarez-Ossorio numerosos reconocimientos, entre ellos el de quedar finalista en los pasados Premios Max.

Y no hay que olvidar que la próxima semana continúa el Mitin en el Teatro TNT, con algunos platos fuertes internacionales como Nocturno de Ulrike o el sujeto histórico de la compañía argentina La Columna Durruti.

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