"La Sevilla que yo dejé cuando me fui era el reinado de lo carca"

Luis Gordillo. Pintor

El pintor celebra la transformación que ha experimentado su ciudad y avanza que depositará en el CAAC una de sus series, posiblemente dibujos.

Charo Ramos / Sevilla

06 de octubre 2016 - 05:00

-Luis Gordillo vivió en Sevilla 23 años pero su carrera artística se ha desarrollado en Madrid. ¿Qué sensaciones le depara este regreso?

-La familia de mi madre era de Triana, tenía una fábrica de ladrillos muy importante en los años 20. Estos días hemos vuelto a alojarnos en un hotel de la orilla trianera y la manera de mirar Sevilla desde allí, junto a la iglesia del Cachorro, del que era devoto mi familia, me ha confirmado en la idea de que ésta es para mí, sobre todo, una ciudad maternal.

-¿Qué certezas le ofrece este recorrido por seis décadas de su quehacer artístico?

-Siento algo muy positivo; el haber estado invirtiendo mi vida en un proyecto y que éste se demuestre válido es una de las mejores cosas que le puede pasar a una persona. No es fácil instalarse en el estudio tantos días, en solitario, y proponerse hacer una obra que esté bien. Ver que la gente aprecia tu trabajo y lo respeta es una sensación muy reconfortante.

-En esta mirada por sus distintas etapas, ¿detecta influencias que antes le pasaron inadvertidas?

-Pienso que mi obra se ha caracterizado precisamente por la ausencia de influencias, por su independencia, aunque estoy de acuerdo en que hay cercanías estilísticas, pero son el resultado de que siempre he vivido muy de cerca la vida del arte y he viajado mucho. Me he informado, me ha gustado estar cerca de las novedades y he estado muy al día, de ahí que se me hayan metido dentro muchos gustos. Pero considero que la mía es una obra muy ecléctica, donde los gustos están muy mezclados. Pese a mi amor por las novedades, reconozco que me es cada vez más difícil meterle el diente a las últimas tendencias. No tengo problema con el arte minimal, lo acepto perfectamente, pero el arte conceptual, donde los objetos desaparecen y su lugar lo ocupan los conceptos, me es muy impenetrable y eso no me gusta. Puede que sea la edad, con los años empiezas a tener menos elasticidad para incorporarte a las nuevas tramas.

-¿Está Luis Gordillo bien representado en las colecciones públicas andaluzas?

-El Automovilista rojo es una buena pieza y se compró junto a la Gran cabeza gracias a la mediación de Paco Molina y Luisa López antes de que el CAAC se trasladara al monasterio de la Cartuja. Hay otros lienzos importantes sueltos, sí, pero mi intención es depositar en el CAAC alguna de mis series. Aún estoy viendo qué, tal vez me decante por los dibujos. En el Reina Sofía tengo depositadas varias obras y para mí es un orgullo que están expuestas permanentemente en la colección, en una sala propia que me han dedicado.

-¿Cómo valora el cambio artístico que ha experimentado Andalucía en estas décadas?

-La Sevilla que yo dejé cuando me fui era el reinado de lo carca. La Universidad, la Escuela de Bellas Artes, eran instituciones totalmente retrógradas. El ambiente ideológico y estético era irrespirable, no se podía estar en Sevilla. Ahora la situación es la opuesta. Hay cuatro o cinco críticos de arte de primer nivel con los que uno puede dialogar, la Universidad ha cambiado muchísimo con profesores muy respetables como Fernando Martín o como Luis Martínez Montiel, que participa en el catálogo de esta retrospectiva. En general, las autonomías favorecieron la creación de museos en todas partes y el CAAC es para mí un referente del buen trabajo que se hace en el arte español.

-En sus inicios pensó dedicarse a la música en vez de ser pintor. ¿Qué papel le concede ahora en su proceso creativo?

-Soy de música contemporánea clásica. Me interesa lo que sucede tras el romanticismo y también el jazz. Tengo varios músicos favoritos, uno de ellos es Messiaen, que también le apasiona a mi joven colega José Miguel Pereñíguez; otro es el compositor norteamericano Charles Ives, y también el primer Stravinsky. Tuve una preparación musical, estudié piano y lo tocaba, incluso pensé que iba a ser músico en algún momento pero al final me decanté por la pintura y lo agradezco porque la vida de un compositor es durísima y la sociedad cada vez mira menos hacia la música clásica.

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