En la Sevilla de Rossini y Carmen Laffón
El Maestranza celebra a partir del lunes el bicentenario de 'El barbero' con su elegante producción propia, que incluye la escenografía de la pintora y la dramaturgia de José Luis Castro
Carmen Laffón (Sevilla, 1934) se hace esperar para la fotografía de grupo, que nunca estaría completa sin ella, e inmediatamente regresa a las entrañas del Teatro de la Maestranza para seguir retocando y recreando el musgo y hasta la hoja de acanto que crece -y luce más viva que si fuera real- en la escenografía que ella pintó junto a Juan Suárez para El barbero de Sevilla de G. Rossini, título que a partir del lunes vuelve a ofrecer el Maestranza en su celebrada producción propia. Serán cinco funciones, para las que ya quedan pocas entradas -se han vendido más de 9.000- y a las que precede una intensa agitación porque, como precisó ayer el director escénico de este Barbero, José Luis Castro, "más que una reposición, esto es un acontecimiento y teníamos que dar el do de pecho. Todos los departamentos del Maestranza, sin excepción, han trabajado lo indecible para que celebremos por todo lo alto el 200 aniversario de la presentación en Roma del Barbero con una producción que está aún más cuidada, hasta el último detalle, que el día de nuestro estreno". "Y además", concedió Castro, "Carmen Laffón no deja de pulir la escenografía con una atención milimétrica, pues se pasa horas trabajando en el teatro".
Habrá, eso sí, una gran ausencia esta vez: la del barítono de 73 años Leo Nucci, figura colosal de la lírica italiana, que fue quien cantó el rol principal en el estreno absoluto de 1997 en el Maestranza, teatro al que sí regresará el próximo día 20 para participar -con Verdi, Donizetti y Bellini en los atriles- en el ciclo de Recitales Líricos. Su papel lo interpretará ahora un joven barítono napolitano que llegó para sustituir por enfermedad al cantante inicialmente previsto, Elliot Madore, y que se ha ganado al equipo sevillano con su voz "y con unos andares y una forma de ser que parece que hubiera nacido en Triana". Es Davide Luciano, encargado de cantar el rol de Fígaro, el barbero. Y en sus palabras, "felicidad" era ayer el sustantivo más reiterado. "Soy doblemente feliz de estar en este elenco porque siendo joven, barítono e italiano, poder cantar en Sevilla el Barbero es un sueño, y más sabiendo que mi predecesor fue el gran Leo Nucci", explicó Luciano, que compareció ante la prensa con las generosas patillas habituales en el siglo XIX y destacó también que "esta producción es la más elegante de los tres montajes del Barbero en los que he participado hasta la fecha".
Ante "este estreno especial, que no reposición", su director escénico, José Luis Castro, reconoció haber sentido inicialmente el "temor" de que la propuesta, con la que se celebra también el 25 aniversario del coliseo lírico que él dirigió durante una década, hubiera envejecido mal. "Quise presentar un Barbero lo más cercano posible a la época en la que transcurre la historia y lejos de esos montajes que daban un retrato distorsionado de esta ciudad", rememoró. Esos miedos al paso del tiempo fueron superados rápidamente porque el hechizo del montaje se ha incrementado aún más si cabe, como reconocieron ayer todos los cantantes y el director musical de esta ópera, Giuseppe Finzi, gran especialista en Rossini, que agradeció a Castro que su versión huyera de imágenes afectadas y tópicas de Sevilla para plasmar "una ciudad auténtica y luminosa que subraya la finura de la partitura de Rossini". "Rossini no es un compositor menor ni El barbero de Sevilla es el pariente pobre de Las bodas de Fígaro. Esta ópera tiene mucha fuerza pero pocas veces se la ha representado con la elegancia que vemos aquí", sintetizó Finzi.
Para el director artístico del Maestranza, el maestro Pedro Halffter, con este montaje el teatro del Paseo de Colón logró unas cotas de calidad inéditas "en una obra universal que lleva el nombre de Sevilla por todo el mundo".
En el habitual turno de palabras -y elogios- la mezzosoprano italiana Marina Comparato, que festeja con este montaje sus dos décadas cantando el rol de Rosina con el cual debutó, fue la encargada de celebrar a la diseñadora y anticuaria Ana Abascal por la concepción de un vestuario tan cuidado, "tan lleno de detalles, bordado a bordado, algo que no es habitual en las casas de ópera".
Rossini estrenó El barbero de Sevilla el 20 de febrero de 1816 en el Teatro de Torre Argentina de Roma. El rol del Conde de Almaviva lo interpretó aquella histórica primera vez el gran tenor sevillano del momento, Manuel García. Su papel de Grande de España lo cantará ahora en el Maestranza Michele Angelini, que también valoró la versión de Castro. "Pocas producciones han captado como ésta el espíritu innato de la ciudad y esa cultura musical que yo siento cada vez que piso Sevilla". Angelini remarcó que "este Barbero no tiene que ver con la bufonería habitual de la mayoría de las producciones sino que capta plenamente, en lo musical y en la dramaturgia, el espíritu original de la época donde se sitúa la acción".
Finalmente, el barítono Renato Girolami, que debuta en el Maestranza como Bártolo, el padrino de Rosina, puso de relieve que "tras haber cantado más de 200 veces este papel, he comprendido aquí que todavía no lo conocía bien pues el trabajo con Castro ha sido muy enriquecedor y me ha descubierto a un personaje distinto, un doctor sevillano que colecciona arte y que es más culto y menos chocarrero de lo que yo creía".
A preguntas de este medio, el director del Maestranza, Pedro Halffter, aclaró que todavía no ha firmado ninguna oferta del extranjero para alquilar esta producción propia en el año en que se cumple su doscientos aniversario pero sí avanzó que quiere propiciar que "sea algo habitual que el Barbero se represente siempre en Sevilla". Ante los constantes recortes en las aportaciones de las instituciones públicas, el Maestranza tiene que seguir aumentando sus recursos propios y esta producción pasa por ser -si bien han hecho falta nueve años para que vuelva a la vida- uno de los mayores activos con los que cuenta el teatro para mejorar sus cuentas. La propia mezzo Marina Comparato ahondó en la idea: "Conozco a un grupo de 20 italianos que acudirá a una de las funciones de este Barbero porque, para alguien de mi país, escuchar esta ópera en la ciudad que la inspiró es algo realmente atractivo".
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