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Un Santi Amodeo palomitero

'¿Quién mató a Bambi?', un filme inspirado en la nueva ola de la comedia americana, se estrena hoy con Quim Gutiérrez, Julián Villagrán, Ernesto Alterio y Clara Lago, entre otros, en su reparto

El sevillano Santi Amodeo regresa con '¿Quién mató a Bambi?', una comedia gamberra rodada en su ciudad.
Francisco Camero Sevilla

15 de noviembre 2013 - 05:00

Después de Astronautas y Cabeza de perro, dos trabajos que sin dejar de ser comedias tenían "más carga dramática y autorial", dice el mismo Santi Amodeo, le apeteció volver en cierto modo a la comedia más químicamente pura y porque sí de su primera película, la que bajo el título El factor Pilgrim codirigió con su amigo Alberto Rodríguez. De ese impulso, generado también por una ambiciosa apuesta industrial, y con Un pez llamado Wanda y Resacón en Las Vegas como grandes inspiraciones -"de la primera me encanta ese espíritu que tiene, y de la segunda", explica este sevillano nacido en 1969, "ese rollo superloco"- nació ¿Quién mató a Bambi?, algo así como la "comedia mainstream de un director indie", en definición de Julián Villagrán, uno de los actores que protagonizan esta cinta que llega hoy a los cines junto con Blue Jasmine, lo último de Woody Allen, y Malavita de Luc Besson, entre otros títulos.

"Es que yo conozco a Santi desde hace mucho -dice Villagrán, gaditano afincado durante muchos años en Sevilla y ganador del Goya al mejor actor de reparto por su papel en Grupo 7- y es uno de los directores que menos concesiones hacen a los productores; es siempre muy fiel a su criterio. Me parece de verdad un acierto que lo hayan escogido a él porque es capaz de hacer una película de este tipo sin perder su sello personal y huyendo del cliché y de lo plasticoso". A su lado, "emocionado", según confiesa entre carcajadas, Amodeo, que firma también el guión de este trabajo, añade: "Ellos lo tienen superclaro: hacen cine comercial, pero muy comercial. Conocen bien el modelo americano, y allí lo que hacen es coger a directores que les gustan, a los más raritos, y los ponen a hacer, yo qué sé, Star Trek. Ese maridaje está menos visto aquí, pero allí es así como funciona la industria".

El cineasta sevillano, que aceptó el reto -que lo es, dado el alto techo que aspiran a tocar los productores del filme- sin dudarlo, se refiere a la participación en el proyecto de TVE, AXN, Canal Plus, TV3 y la Junta de Andalucía pero sobre todo de la productora catalana Rodar y Rodar, que con películas como El orfanato, Los ojos de Julia o El cuerpo se ha especializado en lanzar al mercado películas taquilleras apoyadas hasta ahora siempre en géneros populares como el thriller, el suspense y unas gotas de terror y que asimilan las fórmulas de los blockbusters que exporta Hollywood. Con ¿Quién mató a Bambi? la productora inicia ahora una nueva línea que apuesta por la comedia, a la vista del tirón de películas como la saga de Resacón en Las Vegas que invoca el propio Amodeo o cualquiera de las que han salido de la factoría Judd Apatow. "Yo tengo expectativas altas. La verdad es que al margen de otras cuestiones me siento satisfecho ya porque la película me gusta. Es, por pedante que suene, justo la que yo quería hacer, y me siento orgulloso de ella. No espero disparates de cifras gordísimas, esos milagros que ocurren de vez en cuando, pero creo sinceramente que irá bien".

Ese músculo en la producción puede verse también en un reparto con caras muy conocidas. Aparte de Julián Villagrán, aparecen en esta comedia Quim Gutiérrez, Ernesto Alterio, Clara Lago, Úrsula Corberó, Enrico Vecchi, Joaquín Núñez (otro ganador de un Goya, en este caso en la categoría de actor revelación y también por Grupo 7) y Carmina Barrios, la madre de Paco León. Con el director permitiéndoles un margen para la improvisación porque "en el humor es necesario" ese vuelo libre, dice, y porque "rodando todo lo que me gusta me lo quedo"-, entre todos ellos ponen en pie la historia de la cinta, ciertamente alocada, con dosis de acción y hasta regada con algo de sangre: dos jóvenes amigos (Guitérrez y Villagrán) deberán encontrar la manera de que el presidente de la compañía en la que trabajan, que además es suegro de uno de ellos, regrese sano y salvo a su casa, ya que por extrañas circunstancias se encuentra encerrado semidesnudo en el maletero de su coche; paralelamente, un empresario desquiciado debido a las deudas acumuladas por su restaurante (Alterio) y su atribulado socio (Vecchi) se la juegan a la desesperada realizando un secuestro exprés, aunque por supuesto, ya que no en vano los dos son unos pringados, todo irá saliendo mal y hasta peor que mal.

"Si pensamos en Apatow o Todd Philips vemos que precisamente una de las constantes es la creación de personajes convencionales, a menudo antihéroes, sometidos a problemas insólitos. En realidad esto responde a una de las bases de la dramaturgia clásica, especialmente de la comedia: personajes ordinarios en situaciones extraordinarias. Agarrados a esa línea hemos usado el contexto de la crisis económica", explica Amodeo, que revela gráficamente otra de sus fuentes: "Y tres cucharadas de El gran Lebowski". "Para jugar a este juego", dice el realizador, "ha sido muy importante el trabajo con los actores", añade. "Él nos insistía mucho en que, por idiotas que fueran las situaciones, nos lo tomáramos totalmente en serio. Porque sí -tercia Villagrán-, ya es suficientemente loco todo lo que les va ocurriendo...".

Sobre el rodaje, dice Amodeo que tuvo que hacer un "trabajo de seducción". Salió bien, porque a pesar de las reticencias iniciales de la productora, la película se rodó íntegramente en Sevilla. "A ver, ellos son catalanes, es normal que prefieran quedarse allí. Los tuve que convencer. Con buenos argumentos, porque ellos no son tontos. Y lo cierto es que Sevilla tiene cosas muy buenas para rodar: hay técnicos buenos y potentes y la ciudad es cómoda para rodar, aquí todo el mundo está viendo que el cine realmente da dinero y facilitan las cosas de verdad".

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