Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
El Museo del Prado recupera, a partir del lunes, una de las historias más ejemplares de colaboración y mecenazgo que ha dado la Historia del Arte español: la que unió en el siglo XVII al pintor Bartolomé Esteban Murillo con el canónigo de la Catedral de Sevilla Justino de Neve. "El arte de la amistad es una exposición pequeña en número pero exquisita porque cada pieza es una obra maestra", declara a este medio su comisario y director adjunto del Prado, Gabriele Finaldi.
El catálogo de la muestra, organizada junto con la Fundación Focus-Abengoa y la Dulwich Picture Gallery, a cuyas sedes viajará posteriormente (se inaugura en octubre en el Hospital de los Venerables de Sevilla y podrá verse en Londres de febrero a mayo de 2013), lo integran 17 obras pintadas por Murillo en Sevilla para la colección personal de don Justino o que se hicieron bajo su protección. Sin embargo, estas piezas se encuentran hoy depositadas en los principales museos de París, Londres, Madrid, Edimburgo, Houston y Budapest y sólo una de ellas, El bautismo de Cristo, permanece en Sevilla, concretamente en la Catedral.
Para Finaldi, que cuando llegó al Prado hace 10 años procedente de Londres ya acariciaba la idea de organizar esta exposición, "Murillo produjo, gracias a su relación con el culto y dinámico Justino de Neve, algunas de sus mejores pinturas en una gran variedad de formatos. Aquí vemos grandes pinturas religiosas -como las que le encargó para la Catedral de Sevilla o para decorar la iglesia de Santa María la Blanca- y cuadros devocionales de su colección particular, retratos y alegorías e incluso la única miniatura que se conoce de Murillo, un óleo sobre cobre ovalado recientemente descubierto". Sin embargo, añade, "la gran sorpresa de la exposición es San Pedro Arrepentido, un óleo sobre tela de 212 x 155 centímetros que De Neve donó a la iglesia del Hospital de los Venerables, institución que él fundó y financió. La obra, procedente de una colección particular, llegó el jueves de Inglaterra y es de una belleza admirable. Es un cuadro grande y ambicioso, en buen estado. Como La Inmaculada que estaba en la iglesia de los Venerables, fue expoliada a principios del XIX por las tropas napoleónicas al mando del mariscal Soult y sacada de Sevilla".
El rastro de este San Pedro había prácticamente desaparecido hasta que en los años 70 el gran especialista en Murillo Diego Angulo lo reprodujo en una fotografía en blanco y negro que ahora se conserva en el archivo de Alfonso Pérez Sánchez (depositado en la Fundación Focus-Abengoa). "Gracias a esa valiosa información nos pusimos a buscarlo y lo hemos localizado en una colección particular que lo ha cedido para la exposición del Prado, de modo que ha podido incorporarse al catálogo científico", detalla Finaldi, que "confía" en que "pueda verse en Sevilla y Londres pero, de momento, lo seguro es que se puede visitar en el Prado".
"San Pedro Arrepentido estaba situado, si se entra en la iglesia de los Venerables desde la calle, en el primer altar a la derecha donde, aunque ahora hay otro cuadro, permanecen su retablo y su marco original con la tiara papal y las claves de San Pedro", continúa Finaldi, para quien constituye "una satisfacción especial" que la muestra llegue entre octubre y enero de 2013 a la sede de la Fundación Focus, un edificio "íntimamente vinculado a don Justino". Si finalmente San Pedro Arrepentido se incluye en el catálogo de Sevilla regresaría, aunque temporalmente, a su templo original, al igual que La Inmaculada Concepción de los Venerables (llamada durante años la Inmaculada de Soult y que se conserva actualmente en el Prado) y Jesús Niño repartiendo pan a los sacerdotes, lienzo que hoy pertenece al Museo de Bellas Artes de Budapest.
En el catálogo científico de Murillo y Justino de Neve.El arte de la amistad participan, junto a Finaldi, Javier Portús y el profesor de la Universidad de Dublín Peter Cherry (éste, con un ensayo sobre el funcionamiento del cabildo sevillano y el entramado de intereses religiosos, intelectuales y económicos del canónigo, miembro de una familia empresarial sevillana de ascendencia flamenca), así como los expertos sevillanos Teodoro Falcón, Ignacio Cano y Benito Navarrete. Este último celebraba ayer "la recuperación de San Pedro Arrepentido, un acontecimiento de primera magnitud para la Historia del Arte español porque demuestra la garra y oficio del naturalismo riberesco en la madurez de Murillo en los años de 1665".
De las 17 obras expuestas, cinco han sido expresamente restauradas para la ocasión y permiten apreciar, según Finaldi, "que el Murillo de madurez trabajaba con mucha seguridad, más suelto. Aquí se puede ver con claridad por qué es uno de los mejores pintores en un siglo de grandes artistas como lo fue el XVII".
El comisario de la muestra, si tuviera que destacar una obra por su singularidad y belleza, señalaría "un pequeño cuadro sobre obsidiana procedente del Louvre, por la impresión tan poderosa que ha causado desde que lo colgamos en la pared". La obsidiana es una especie de vidrio volcánico de México y encima de esa superficie oscura, con algo de reflejo y algunas vetas, Murillo pinta La oración en el huerto y lo convierte todo en una escena nocturna. "Con una luz divina, donde los rayos son vetas de la misma materia, Murillo lo baña todo de azul e ilumina a Cristo en su momento de agonía", concluye.
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