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"Mi voz es rebelde, como mi personalidad"

Samuel Mariño | Cantante

El sopranista venezolano Samuel Mariño debuta el viernes en Sevilla con un concierto dedicado a música virtuosística del Barroco italiano

El cantante venezolano Samuel Mariño / Diana Gómez

La cita

Samuel Mariño, sopranista

Concerto de Cavalieri. Marcello di Lisa, director.

Mi gran viaje por Italia (obras de Vivaldi, Alessandro Scarlatti, Corelli y Porpora).

Viernes, 23 de febrero. 20:00 horas. Espacio Turina.

"Me encanta Sevilla", empieza diciendo Samuel Mariño (Caracas, 1993), un cantante con una voz natural de soprano, cuya presencia se está haciendo habitual en los mejores escenarios europeos . "Estuve en Sevilla de vacaciones hará como cinco años. Pasé también por Córdoba y Granada. Me fascinó Andalucía, que reúne casi todos los tópicos sobre España. Además yo soy fan de Star Wars, mi perra se llama Leia, y en Sevilla se rodó un episodio, así que tenía que ir. Me quedaré hasta tres días después del concierto para disfrutar de la ciudad".

–Pero nunca había cantado en España hasta esta semana, que lo hace también en Madrid [el miércoles 21]...

–Exacto. También acabo de cantar en Roma, que ha sido mi primer recital en Italia. Hasta ahora mi carrera había sido más norteña. Estoy muy contento con este cambio.

–En sus dos discos publicados hasta ahora había grabado música en general poco conocida. Sin embargo, a Sevilla viene con un programa de auténticos hits del Barroco...

–Para el primer CD escogimos repertorio porque era barroco y tenía que establecer mi carrera en el mundo barroco. Era muy teatral. Me gusta la música muy teatral y por eso escogí estos dos compositores, Haendel y Gluck, extremadamente teatrales. El segundo fue porque estudié con la soprano americana Barbara Bonney y ella me impulsó siempre a cantar música clásica, Mozart y contemporáneos. En el tercero quiero que sea más sobre quién soy. Ya me establecí. Le mostré al público que puedo cantar Barroco y Mozart, he cantado también algo del siglo XIX. Quiero mostrar mi personalidad, quién soy yo.

–¿Quién es hoy en día Samuel Mariño?

–Tengo múltiples personalidades. Hoy en día soy alguien que quiere esparcir al público la palabra de libertad, de liberación, de confianza, de aceptación de uno mismo.

–Después de una adolescencia que no fue fácil, ¿se siente finalmente liberado?

–Para algunas cosas, sí, pero no del todo. Acabo de cumplir 30 años. Tengo esta voz, no sólo cantada, sino hablada, y la gente me escucha y siento que tengo un compromiso. Siento que tengo una responsabilidad. Como cantante de ópera, venezolano, clase media… es una responsabilidad que a veces me parece muy alta.

–¿Cómo fue estudiar con Barbara Bonney, y en qué se centró con usted?

–Yo trabajaba en un hotel en París para pagar mis estudios. No tenía mucho dinero. Ella vivía en Salzburgo. Cogí un vuelo para ir a verla. Le pagué la primera clase y le dije que no podía pagar más, porque no tenía más dinero. Y me dijo, no te preocupes, no me pagues nada; fue muy generosa. Ella se centró sobre todo en mi voz hablada, en cómo pasarla al canto. Le dije, yo quiero trabajar mi centro, mis notas graves. Y me respondió: ¿para qué quieres trabajar tus notas graves si todo el mundo va a pagar por tus agudos? Me ayudó mucho a entender cómo funciona el mundo de la música. No sólo fue el canto, sino también la formación artística y humana adaptada a este mundo.

–¿En qué momento está la evolución de su voz?

–Mi voz es rebelde, como mi personalidad. La gente me dice que se ve todo muy fácil cuando canto, pero no es tan así. Yo me formé como pianista y todavía entiendo la música como instrumentista: esto tiene que ser más o menos fuerte, esto tiene que ir en esta dirección, y me gustaría que todas esas cosas las hiciera mi voz. Pero a veces mi voz se resiste. Hoy siento que por fin es más dócil. Está evolucionando, como mi personalidad, hacia otra dirección. Cantar todas estas cosas virtuosas que hago en Sevilla me cuesta, no por problemas vocales, puedo hacerlas, sin problemas, sino en general; ya no es tan atractivo hoy en día para mí. Además es mucho más trabajoso aprender tantas notas [risas].

– Ha hecho papeles rossinianos, bellinianos, y el Oscar de Un ballo in maschera de Verdi. ¿Ha sido algo circunstancial o le gustaría profundizar en esos papeles del XIX?

–A mí me gustan las buenas historias.

–¿Y encuentra historias adecuadas en el XIX, papeles que pueda cantar?

–Nadie va a sonar como Anna Netrebko, claro. Pero sí que puedo. Alguien tiene que cambiar determinado tipo de cosas. Recuerdo una entrevista a Maria Callas, que le preguntaban qué tipo de soprano era y ella dijo, soy soprano. Yo lo que miro es si el papel lo puedo hacer musicalmente bien, si puedo ofrecer lo que el compositor está proponiendo. Por supuesto, yo no voy a poder cantar una Isolda, porque no sería capaz de ofrecer musicalmente lo que el compositor pide, pero papeles belcantistas, bellinianos, por supuesto que sí: hay composiciones barrocas que exigen mucho más vocalmente que las de Bellini.

–Contratenores o sopranistas, como es su caso, asumen hoy un repertorio amplísimo, el escrito para castrati y para sopranos (más agudos o más graves) en todo el XVIII. ¿Es una suerte tener tanto repertorio?

–Es una suerte, pero también un arma de doble filo. Cecilia Bartoli nos abrió al repertorio barroco de los castrati. Y luego contratenores como Jaroussky o Fagioli… Pero yo veo las cosas con prudencia. Todos estos roles de castrati que Cecilia rescató y grabó son muy extremos, y hay que prestar mucha atención para no forzar las cosas porque simplemente las cantase un castrato. Creo recordar que el primer disco que Bartoli dedicó específicamente a la música de castrati fue Opera proibita, y ella tenía 38 años y estaba por completo establecida. Y eso es una lección, no tienes que forzar tu instrumento por la música, porque instrumento hay uno; y eso me incita a hacer belcanto, porque es sano para la voz; siempre es algo agradable, se puede cantar con mucho placer como pasa con Haendel.

Samuel Mariño en otra imagen publicitaria. / Diana Gómez

–¿Prefiere la ópera en escena?

–Depende. Me encanta la ópera en escena. Me puedo quedar seis semanas en un solo lugar, y eso me gusta, pero a veces es difícil encontrar un buen equipo de ópera, con directores de escena, de orquesta. Va todo muy rápido: la orquesta toca hoy Wagner, mañana Bellini y pasado Monteverdi. Escojo con mucho cuidado qué opera quiero hacer. Además, entrar en un personaje me pesa emocionalmente: seis semanas ensayando el mismo personaje, la misma historia, al final me lo termino creyendo.

–¿Había trabajado antes con el Concerto de Cavalieri?

–Es la primera vez: y por eso las arias que escogimos. Yo quería un programa que fuera italianísimo, barroco, mucho cliché, como aquellos recitales de Pavarotti… Cogimos todos compositores muy italianos, y qué barroco más italiano que Vivaldi.

–Pero Vivaldi también era muy variado…

–Claro. Su música es muy divertida, es entretenimiento puro.

–Es la luz de Italia…

–Exacto. Traemos un repertorio luminoso. Me gusta mucho, pero también es muy difícil, porque su música vocal es muy instrumental, y en eso se parece a Rossini. Vivaldi era un gran violinista y escribía pensando en su violín; la voz, bueno, que se adapte…

–¿Por dónde va su tercer disco?

–Publiqué ya un sencillo, una canción venezolana que grabé con Plinio Fernandes, un guitarrista brasileño. Haré cosas que canto mucho en recitales con piano y orquesta, la Vocalise de Rajmáninov y otras cosas así

–Se sale del Barroco…

–Por un tiempecito, aunque en realidad yo soy barroco... esa perla imperfecta del Barroco, esa perla de varios ángulos, también por mis orígenes, venezolanos, ibéricos, latinos. Yo creo que los latinos (españoles, italianos, portugueses…) somos muy barrocos en general. Tenemos muchos ángulos.

–Será su segundo disco para Decca, ¿qué supuso entrar en una gran multinacional como Universal?

–Un gran honor. La casa de Pavarotti, Bartoli, Renée Fleming… Y está siendo una gran experiencia, porque todo el equipo está a la escucha de lo que quiero. Firmé por cinco discos y a veces pensaba si me iban a obligar a grabar determinadas cosas, y yo no soy muy dócil..., pero no, están a la escucha…

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