SOS: salvad a la Orquesta Barroca de Sevilla

Crítica música

Onofri, su violín y su pañuelo al frente de la OBS.
Onofri, su violín y su pañuelo al frente de la OBS.
Andrés Moreno Mengíbar

22 de marzo 2010 - 05:00

Orquesta Barroca de Sevilla. Femás 2010. Concierto de Clausura. Programa: Obras de S. Scheidt, H.I.F. von Biber y J.S. Bach. Oboe solista: Molly Marsh. Violín solista y director: Enrico Onofri. Fecha: Domingo, 21 de marzo. Lugar: Reales Alcázares. Aforo: Lleno.

Los quince años de vida de la OBS son la historia de cómo un proyecto cultural es capaz de crecer hasta niveles insospechados a pesar de la continua falta de interés en ella de los responsables culturales de la ciudad. Ha sido la suya hasta ahora una mala salud (económica) de hierro que se ha ido salvando merced al entusiasmo de sus integrantes y a su capacidad de sacrificio. Pero en estos momentos, justo cuando los mayores especialistas en música barroca de Europa colaboran con ella, cuando su nivel de excelencia musical y su capacidad de desarrollar proyectos de amplio calado (pedagógicos, patrimoniales, discográficos) es mayor que nunca, cuando agentes internacionales vienen a escuchar a la OBS de cara a su fichaje europeo, justo ahora, digo, es cuando a la orquesta se le priva de la financiación prometida y se la pone en muy serio peligro de extinción.

Nadie que haya acudido a este último concierto será capaz de comprenderlo, ni se podrá imaginar cómo estos artistas son capaces de abstraerse de los problemas para ofrecer un fascinante espectáculo de flexibilidad, precisión, sonido y fantasía. En manos de un Onofri a quien se le nota que no interpreta, sino que juega con la música, que experimenta a cada momento y que es capaz de sorprender en cualquier compás, la OBS abrió el programa con un bellísimo color, denso y rico en la franja central y grave, para pasar a instalarse en la dimensión lúdica de la música con un Biber sorprendente en sus juegos de eco, en sus sonoridades ásperas y en la fantasía ornamental de Onofri.

Y en Bach consiguieron lo más difícil, darle la vuelta a obras archifamosas y, con la complicidad del oboe siempre suave y perfectamente equilibrado de Marsh y con la milimétrica precisión en los ataques del conjunto, ofrecer lecturas frescas y sorpresivas mediante recursos como los sforzandi de la Forlane, la acentuación de las gavotas o el leve cambio del pulso en los compases finales.

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