Nos tocaron la fibra

Icónica Sevilla Fest | crítica

SFDK llenó totalmente el recinto de la Plaza de España en un concierto del Icónica Sevilla Fest que más que la celebración de la concesión de la Medalla de la Ciudad al grupo, que era el objetivo, se convirtió en una fiesta por la normalidad que comenzamos a recuperar

SFDK / Óscar Romero

Más allá de Triana y de lo que ahora mismo están comenzando a hacer los Motoreta’s y Califato, de ninguna banda pasada o presente de las que tan dados a beatificar somos en esta ciudad se ha podido decir nunca que marcase el tiempo al resto de la escena musical del país. Los que de verdad han puesto a Sevilla en el mapa musical español y han sido y siguen siendo un referente musical más allá de nuestra región son los raperos. Ellos han dado forma a la generación más brillante de la historia de la música moderna de las últimas cinco décadas. Y de entre todos ellos uno de los grupos que más destaca es SFDK. Les avala el hecho de llevar más de 25 años en activo y poder celebrarlo con el concierto más multitudinario que una banda local ha dado en Sevilla desde no recuerdo cuando, reuniendo a más de 16.000 espectadores que respondieron a su llamada. Con aquel concierto recibieron el reconocimiento popular y el institucional les llegó poco después, primero recibiendo la Medalla de la Ciudad y ahora siendo llamados a formar parte del cartel del festival, de iniciativa privada pero apoyo municipal, que ha nacido para intentar convertirse en foco de atracción de artistas internacionales y visitantes foráneos, que es Icónica Sevilla Fest, en el que ellos han sido los únicos en agotar las entradas.

El sábado en la Plaza de España, sobre el escenario, Acción Sánchez tenía el control musical y Zatu y Legendario el de las palabras, aunque a veces perdían ese control porque un concierto de SFDK sigue siendo uno de los actos más emocionantes de la actualidad y ellos se calaron de emoción hasta los huesos. Esta noche habían venido a tocarnos la fibra y lo consiguieron desde que salieron a darnos hip-hop desnudo con esa historia del tipo que vino a cambiar al mundo y el mundo lo cambió a él que es Sin miedo a vivir, hasta que después de recordarnos como comenzaron a respetarlos tras abarrotar el Fun Club en Volver (y volver y volver) y deletrear las palabras que dan nombre a S.E.V.I.L.L.A. coreadas por la multitud, todos vimos la luz de nuestras almas a través de las linternas de los móviles creando una estampa de belleza infinita con la inmensidad de puntos blancos que alegraron la oscuridad de la noche. Así fue como se formó el inmenso mar de luz que Zatu pidió desde el escenario para acompañar Ovarios y pelotas; rimas políticamente potentes: atarse fuerte las botas y patear la ciudad, escupidas, apretadas, agresivas, relevantes todavía aunque nos pese.

Por el escenario aparecieron también algunos invitados; con el Rapsus nos quejamos de que Está to feo, flotamos como nadie con Little Pepe en A mi manera y seguimos a Ander, de Green Valley, en su grito de Nunca pararé, mientras nos quede sangre en las venas. Con SFDK la música se volvió libre. Y conciertos como este son una clara invitación a serlo nosotros también, mirando adelante mejor que hacia atrás. Ya se lo dijo Zatu a Legendario cortándole la chapa que empezaba a darnos con lo mal que lo habíamos pasado estos meses atrás y bla bla blá: eso es Agua pasá.

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