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Rey Lear en el Central

'Rey Lear', considerada la obra más madura y social de Shakespeare, llega este jueves al Central de la mano de Atalaya, la compañía más veterana e internacional de esta comunidad

El equipo de 'Rey Lear' posa en el exterior del Teatro Central. / Juan Carlos Vázquez
Rosalía Gómez

10 de diciembre 2018 - 06:01

El próximo jueves se estrena en Sevilla Rey Lear, según la crítica la obra más madura de William Shakespeare. Fue escrita en 1605, estrenada al año siguiente y luego censurada y podada mil veces hasta pasada la Segunda Guerra Mundial (en España, Miguel Narros fue el único que se atrevió a montarla durante la dictadura franquista) ya que su trasfondo político y social, retrato exacto por un lado de la codicia y la ambición, y por otro de la fragilidad de los seres humanos, no ha perdido actualidad en estos cuatro siglos. Ahora, con los momentos de incertidumbre que atraviesa nuestra sociedad, llega a Sevilla más viva que nunca.

El montaje realizado por Atalayase presentó este verano con carácter de preestreno, y con un clamoroso éxito, en Olmedo (Valladolid) y en el festival onubense Castillo de Niebla, pero su director, Ricardo Iniesta, afirma que el del día 13, este jueves, en el Central será su verdadero estreno, "y no por despreciar los espacios por los que ha pasado, sino porque creo sinceramente que Rey Lear no es una obra para ser representada al aire libre. Es demasiado compleja y rica en matices, demasiado frágil y necesita, además de una fuerte concentración, la complicidad de una buena iluminación. Sólo por citar al personaje titular, su despotismo y su infamia van dejando paso durante la pieza al patetismo, a la lucidez, a la dignidad… y a la locura".

De haber querido, tampoco podría Atalaya haber llegado antes a Sevilla, dado el otoño caliente que tenía comprometido. Como las compañías del barroco, Atalaya gira por el mundo en este momento con cuatro obras (cinco con ésta) en repertorio: La Celestina, Madrecoraje, Marat-Sade y Así que pasen cinco años. De hecho, abrieron la temporada con Celestina en Letonia, Armenia (donde por primera vez se ponía una obra en español) y Rusia, y comenzarán 2019 con la pieza de Lorca en el Lliure de Barcelona, con las entradas ya agotadas.

El retrato que hace la obra de la codicia y el ansia de poder no ha perdido actualidad

Una admirable trayectoria cuajada de trabajo y de premios (entre ellos el Nacional de Teatro) que, entre otras cosas, ha hecho que sus actores posean un impresionante dominio del cuerpo.

De hecho, la intérprete de Celestina y de Madrecoraje, Carmen Gallardo (cofundadora de la compañía), es quien ha asumido el papel del Rey Lear. Un gran reto que también afrontaron otras grandes actrices como Glenda Jackson (en Londres, en 2016) y la enorme Nuria Espert, dirigida en 2015 en el Lliure por Lluis Pasqual.

Una imagen del montaje de Atalaya. / Curro Cassillas

Según Iniesta, "han tenido que pasar muchos años para llegar a esta obra maestra. Yo no hubiera podido acometer este trabajo sin los 35 años transcurridos y los 23 trabajos realizados desde que fundé Atalaya. Se han hecho 140 ensayos y un trabajo impresionante. Y en cuanto a la versión, a pesar de habernos enfrentado ya a un Shakespeare -Ricardo III- ha sido dificilísimo reducir casi a la mitad las 22.000 palabras del texto original, mezcla de verso libre y prosa, sin tocar la esencia y la riqueza de una obra en la que lo individual, lo social y lo político se expresan con una poética inigualable".

Los protagonistas de las numerosas tramas de la obra han sido encarnados por nueve actores de Atalaya, muchos de ellos surgidos de los distintos laboratorios realizados a lo largo de los años en el TNT, el Centro de Investigación Teatral que dirige también Iniesta en el Distrito Norte de la ciudad. Ellos (Carmen Gallardo, María Sanz, Joaquín Galán, Raúl Vera, Elena Aliaga, Silvia Garzón, Lidia Mauduit, José Ángel Moreno y Javi Domínguez) han enriquecido la pieza con sus propuestas y sus canciones, multiplicándose para interpretar a otros personajes así como a los coros de desharrapados y soldados. Con un esfuerzo físico notable, son ellos también los que van modificando el espacio, manipulando unos largos y pesados bancos de madera que constituyen la única escenografía de la obra. El vestuario, como siempre, lo firma Carmen Giles.

Como ya hicieran Glenda Jackson y Nuria Espert, Carmen Gallardo es aquí Lear

En cuanto a los contenidos, esta versión ha seguido la estela de los mejores montajes del siglo XX (el de Peter Brook entre ellos), así como la película de Kozintsev de 1971, en la que el Bufón, en lugar de desaparecer después de la célebre tormenta, cierra la obra con un parlamento lleno de esperanzas frente a un futuro que seguramente no veamos ninguno de nosotros.

La actualidad del texto se extiende incluso hasta la naturaleza que, como en estos tiempos, responde con furia destructora a las acciones irresponsables de los hombres. De hecho la de la tormenta es una de las escenas cumbre.

Pero por encima de las rencillas familiares y del universal retrato de la codicia y de la ambición, Atalaya ha puesto el acento en su discurso de agitación social, dándole sentido a cada sílaba que pronuncian los personajes. Como cuando dice Lear: "Esa es la imagen exacta del poder: / un perro obedecido por su rango". O "Hambrientos y sin techo… perdonadme / ¡Ah, cuan poco me habéis preocupado!". O cuando Kent, por su parte, replica: "Fortuna, haz que tu rueda gire sin parar / y traiga justicia al hombre honrado".

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