"Recortar en educación en época de crisis es un error catastrófico"

Alejandro casal. Músico

El músico sevillano, uno de los más activos del panorama andaluz, acaba de publicar con el sello Enchiriadis su primer disco en solitario, un monográfico dedicado al compositor alemán del XVII Johann Jakob Froberger

Alejandro Casal (Sevilla, 1970) prepara ya su segunda grabación, que prevé dedicar a un compositor español.
Alejandro Casal (Sevilla, 1970) prepara ya su segunda grabación, que prevé dedicar a un compositor español.
Pablo J. Vayón / Sevilla

19 de septiembre 2011 - 05:00

-¿Por qué Froberger?

-Mi primera idea era hacer música española, pero la deseché para no caer en el tópico de que un músico español tenga que debutar siempre con música española. Y Froberger es un compositor que me gusta mucho, porque toda su obra está dedicada al teclado. Su música es una síntesis de elementos italianos y franceses, pero muy personal. Su uso del style luthé o de las disonancias es muy original para su tiempo. También el recurso a la retórica, como en el final del Tombeau por Monsieur de Blancheroche, un laudista que murió al caerse por unas escaleras, y Froberger termina su homenaje fúnebre justo con una espectacular escala descendente. En realidad, consiguió sonoridades que eran nuevas para el clave. Tengo un instrumento que es una copia de un original de Claude Labrèche de hacia 1680, que se conserva en un museo de Stuttgart. Tiene la potencia y la claridad articulatoria de los claves italianos y alemanes, pero también la ductilidad en el color de los franceses, y eso lo hace muy apropiado para esta música, lo que terminó por decidirme.

-La música española queda pendiente para otra ocasión.

-Estoy a punto de recibir un clave idóneo para la música española e italiana del XVIII: es una copia de un Joaquim José Antunes de hacia 1780. Se trata de un instrumento espectacular, de dos metros y medio de cola. Lo utilizaré para grabar música de un compositor español, pero no puedo decir nada más de ese proyecto. También tengo en mente otra grabación con música francesa y alemana.

-Tres piezas del disco han sido grabadas en el órgano de San Hipólito de Córdoba, ¿por qué razón?

-La música de Froberger está escrita genéricamente para teclado, y algunas piezas, las polifónicas, se adaptan mejor al órgano. La Tocata alla levatione es además una obra litúrgica, que parece pensada específicamente para el órgano. El instrumento de San Hipólito, recién restaurado, me parece que le venía especialmente bien a esta música, sobre todo por sus juegos de flautados.

-¿Cómo está el patrimonio organístico andaluz?

-Es inigualable. No creo que haya región europea que pueda competir con Andalucía en catálogo de órganos, pero lamentablemente su estado es muy malo: la mayoría de los instrumentos están en desuso o en situación de abandono. Debería facilitarse el acceso de los profesionales a estos instrumentos. Por suerte, en San Hipólito todo fueron facilidades, pero no es lo normal: yo me he ofrecido a muchas iglesias para tocar gratis durante la liturgia y me han rechazado. Es incomprensible. Esto en Alemania por ejemplo sería impensable.

-En un entorno de crisis, ¿cómo sobrevive un clavecinista en Sevilla?

-Difícilmente. La situación ha mejorado mucho en los últimos 20 años con la Orquesta Sinfónica, la Barroca, los grupos de cámara, los ciclos, la creación de nuevos conservatorios, pero aun así estamos a años luz de Europa en todos los sentidos. En España, la mayoría de los músicos sobreviven porque se dedican a dar clases, así de sencillo.

-Y el panorama educativo tampoco es muy halagüeño. En los últimos años se han reducido las matriculaciones en música antigua en el Conservatorio Superior de Sevilla, ¿a qué cree que se debe?

-Puede que esté influyendo la crisis, porque muchos alumnos vienen de fuera, que sea una simple cuestión de ciclos o que también esté afectando la mayor facilidad que muchos alumnos encuentran hoy para salir al extranjero. Por otro lado, es cierto que los alumnos ven con incertidumbre el futuro. Pero cuando nosotros empezamos las cosas eran peores. Uno se las tiene que ingeniar para buscar salida.

-O sea, que desde su punto de vista la formación musical no está tan mal.

-En las dos o tres últimas décadas, la música ha entrado en las escuelas y en los institutos, se han creado conservatorios nuevos. Hoy en día Sevilla tiene un superior, dos medios y tres elementales. Ha habido un progreso objetivo, que no se puede negar, pero eso no significa que sea suficiente. Comparados con países de nuestro entorno, estamos aún muy lejos. En los centros tenemos carencias de todo tipo. Creo que habría que acometer reformas profundas (para empezar, equiparar de una vez los conservatorios superiores con las universidades) y proporcionar a la formación musical un apoyo económico decidido y sostenido. Lo peor que puede hacer un país es recortar en educación: eso tiene consecuencias catastróficas. Ante la crisis, donde menos se debe recortar es en educación.

-La existencia de la Orquesta Barroca de Sevilla supone además un incentivo para muchos jóvenes músicos. ¿Para usted qué ha significado?

-Es uno de los valores esenciales de la ciudad. Felizmente se trata de un proyecto consolidado que tiene gran éxito de público y una asociación de amigos con una vitalidad envidiable. A mí personalmente me ha permitido colaborar con grandes figuras de la música: uno de los momentos más emotivos de mi vida ha sido la oportunidad que me dio la OBS de trabajar con el maestro Leonhardt, el mito del clave y de la música antigua.

-También ha colaborado con la Orquesta Sinfónica. De hecho hará el bajo continuo en las próximas representaciones de Las bodas de Fígaro. ¿Cambia mucho el trabajar con orquestas convencionales?

-Es diferente, no sólo por el tipo de práctica interpretativa, sino porque el ambiente de la música antigua es más abierto y participativo. En una orquesta sinfónica hay un director que lo dice todo y los demás callan.

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