Solas | Crítica de danza
Carne fresca para la red
María González | Directora del Mes de Danza
Sevilla/-Es difícil trasladar a la opinión pública estas cuestiones y raro que salgan a la luz pero el comunicado que envió el Mes de Danza el 5 de febrero sobre su cancelación caló hondo en el sector. ¿Qué le decidió a publicarlo?
-Intenté ser lo más clara posible para que el ciudadano de a pie pudiera entender el enorme riesgo que se asume con las subvenciones tal como están tramitadas en la actualidad. Parte de la sociedad no ve bien que algunas actividades estén subvencionadas y quería que se entendiera que no es un camino de rosas recibir subvenciones. De hecho también parte del sector probablemente ve los proyectos que tenemos -sobre todo la subvención nominativa- como privilegiados. En parte lo es pero no sin riesgo… Me entristece la situación tan extrema a la que se ha llegado este año porque es un proyecto que ha tardado más de 15 años en conseguir un presupuesto mínimamente digno y, cuando lo consigue, se hace insostenible.
-Repasemos la secuencia. ¿Por qué no se hace este año el Mes de Danza que usted dirige y que debía celebrar entre finales de octubre y principios de noviembre su 27ª edición?
-El Mes de Danza no se hace este año porque he acumulado una deuda de 120.000 euros esperando recibir las ayudas acordadas. Queda pendiente recibir el 25% de la ayuda del año 2018 y el 100% de 2019 de la consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta de Andalucía así como el 100% del ICAS. Como no sé cuándo llegará esta financiación, no me puedo embarcar en otra edición que acumularía más deudas. A esto se le añade el grado de incertidumbre a la hora de enfrentarme a la gestión del festival ya que por parte del Instituto de la Cultura y de las Artes de Sevilla (ICAS), al funcionar con presupuesto prorrogado en 2019, no se podían reconducir las subvenciones nominativas de las que goza el Mes de Danza. El discurso del ICAS para todos los proyectos que tenemos subvención nominativa fue que no nos preocupáramos, que encontrarían una solución. Sin embargo, a una semana del Festival seguía sin saber cómo iba a ser el procedimiento para que llegara la ayuda de 75.000, el importe de la nominativa. Al final se consiguió tramitar como subvención nominativa, gracias a la voluntad política pero se firmó el convenio una vez iniciada la actividad; por lo tanto, se pasaba directamente al pago de la subvención una vez presentada la cuenta justificativa, es decir a tener pagado el importe total del proyecto (170.000 euros) para que ingresen el importe de la subvención.
-Eso ocurre con el ICAS. ¿Qué pasó con la Junta de Andalucía?
-En cuanto a la consejería de Cultura, la resolución provisional de la subvención por concurrencia competitiva salió después de que se celebrara el Festival y asumí un riesgo enorme ya que no sabía con qué cantidad podía contar. De hecho, la cuantía provisionalmente concedida en 2019 es menor que en 2018. Si es menos de lo previsto, la diferencia la tengo que asumir yo; y si hubiera sido más, es un dinero público que no se gestiona en cualquier caso de manera óptima. A esto hay que sumar procesos de justificación de subvención con criterios totalmente ajenos a la organización de un festival o criterios poco claros y cambiantes.
-¿Es el Mes de Danza, premiado con galardones como el Premio Max 2009 otorgado por la crítica, más apreciado por instituciones de fuera que por las de Sevilla?
-Siento que las instituciones de aquí también lo valoran, al menos en estos últimos 10 años (han sido lentos…), pero supongo que también ya lo tienen incorporado en la agenda cultural como algo que se va a hacer sí o sí y que, por lo tanto, no se cuida. Con todo, creo que no tienen conciencia del impacto que tiene este proyecto a nivel nacional y diría europeo ya que también es habitual que nos soliciten para colaborar en proyectos comunitarios. Debería hacer una lista de todas las ciudades y países por los que he viajado con motivo del Mes de Danza llevando el nombre de la ciudad de Sevilla, además de ser una vitrina de lo que se cuece en Andalucía. Es un proyecto muy bien valorado por parte del resto de los festivales de danza de este país así como por el sector de la danza en general. Numerosa gente ha contactado con nosotros para entrevistarnos y tener el Mes de Danza como caso de estudio en formaciones en artes escénicas o en gestión cultural.
-Desde su experiencia en la gestión privada, ¿qué le llama la atención del cambio en los modelos culturales que está experimentando Sevilla dentro de la actual estrategia de promoción como destino turístico al alza?
-Me llama la atención la cantidad de grandes eventos que hemos acogido en los últimos años. Esta visibilidad nacional e internacional desde otro aspecto que no fuera su patrimonio era necesaria para Sevilla. Pero esto no puede ir en detrimento de los proyectos culturales que inciden directamente en el tejido artístico local. Creo que desde el ICAS son absolutamente conscientes de ello pero es posible que la maquinaria del ICAS se vea colapsada con tanto evento grande sin poder atender en los tiempos adecuados a los proyectos más pequeños pero que ayudan a articular el tejido artístico local. Y volviendo al Mes de Danza, precisamente con su ciclo Danza en espacios singulares consiguió aunar patrimonio y danza y con ello seducir al visitante a nuestra ciudad. Son muchos los testimonios de turistas en estos últimos años que se encuentran con el Mes de Danza por casualidad y que ya no lo sueltan hasta el final de su estancia. La masificación turística está uniformizando la ciudad (al igual que en todas las ciudades convertidas en destino turístico privilegiado) y precisamente atender a proyectos que ponen de relieve esta singularidad debería ser una prioridad.
-¿Qué lecciones extrae de la fragilidad de un tejido escénico donde cierran proyectos privados como el Teatro de los Ulen y se cancela el Festival Turina por la incertidumbre presupuestaria?
-La mayoría de los proyectos (por no decir todos) que necesitamos de la institución pública para existir estamos en una situación de aguante. Y este aguantar va a depender demasiado del momento vital, de la situación personal, de la capacidad de financiación de manera privada que tenga el que gestiona el proyecto. Los proyectos que interesan respecto a una política cultural definida deberían estar por encima de la situación personal del que gestiona. Y después está el grave problema del público. No ha habido una verdadera política de creación de público ni a nivel nacional ni autonómico ni local. Es muy probable que además de la falta de ayuda, un teatro como el de los Ulen o el de Távora no tuviera público. Potencialmente este público existe pero esto requiere tiempo y continuidad, dos conceptos totalmente reñidos con la incertidumbre.
-A través de la respuesta que recibe de la gente desde que anunció la cancelación, ¿por qué diría que el Mes de Danza ha tocado tantos corazones y qué es lo más valioso que ha aportado?
-Creo que el Mes de Danza ha cubierto un hueco que tenía esta ciudad, poder mostrar una danza contemporánea ecléctica y variada. Siempre han estado presentes en el diseño del festival las estrategias de formación y creación de público, que poco a poco han ido dando sus frutos. Es un evento que ha tenido siempre muy en cuenta a los profesionales andaluces, que lo acaban sintiendo como suyo. También es un proyecto que ha estado muy pendiente de las nuevas iniciativas en la ciudad, viendo cómo vincularlas al festival para un enriquecimiento mutuo o una continuidad. La gente valora también mucho la tenacidad. Si no me equivoco, el Mes de Danza es ahora mismo el proyecto veterano de iniciativa privada de Sevilla. ¡Ha impactado mucho que un proyecto que parecía consolidado muestre toda su fragilidad interna!
-¿Qué futuro quiere que tenga el Mes de Danza tras el barbecho?
-Tengo claro que retomaremos en 2021 si las condiciones cambian. Poner en barbecho el Mes de Danza 2020 ha sido una decisión difícil y muy madurada. Y obviamente no se trata sólo de recuperarme económicamente sino de que este segundo ciclo de vida que podría tener este evento arranque con unas nuevas bases que lo vinculen con las instituciones que lo apoyan. Como directora actual y cofundadora del proyecto junto con el coreógrafo Fernando Lima, me gustaría poder tener más tiempo para pensar el proyecto. Los procedimientos y las trabas administrativas me comen un tiempo y una energía increíble que van en detrimento de la esencia del proyecto. Los números actuales y la manera como se dan no permiten tampoco aumentar el equipo estable con objeto de que me pueda dedicar más a la parte artística, entendiendo como artístico también el configurar programas y líneas de acción. En los últimos años, el equipo estable del Mes de Danza estaba constituido por mi ayudante a media jornada y por mí. Es la mínima expresión para un festival internacional con una duración de 13 a 15 días que se despliega por toda la ciudad.
-¿Qué redes de trabajo en las que participa el Mes de Danza son decisivas para su futuro?
-El Mes de Danza pertenece a la red A cielo abierto, conformada por 12 festivales nacionales que programamos en espacios singulares y que recibe una subvención del Inaem para su circuito del que el Mes de Danza obviamente formaba parte acogiendo cada año una media de cuatro compañías del territorio nacional. Es una red que aúna tanto festivales de iniciativa privada como públicos, tanto veteranos como más jóvenes. El intercambio de información que se da en esta red es valiosísimo así como el apoyo mutuo. Valoro enormemente la ética y la responsabilidad con la que se trabaja en A cielo abierto. Es muy inspirador y también es un marco en el que transmito información de lo que se genera desde el sur. A nivel europeo, el Mes de Danza ha formado parte de un proyecto que se ha beneficiado de la ayuda de Europa Creativa junto con Francia, Marruecos, Egipto y Bosnia-Herzegovina. Los beneficiarios directos de este proyecto llamado Shapers fueron dos bailarinas establecidas en aquel momento en Andalucía. También estamos vinculados a Europa a través del sello de calidad EFFE (red de festivales europeos) que conseguimos en 2017/2018 y reconducido en 2019/2020, que reconoce la calidad de un festival y su vínculo con la comunidad. El Mes de Danza, por último, ha sido solicitado en muchas ocasiones por otros festivales para coproducciones o proyectos en común pero muchas veces la falta de perspectiva ha hecho que no fuera posible sellar el compromiso.
-Hagamos memoria de los buenos momentos. ¿Qué estrenos, residencias creativas y programas fraguados en los últimos tiempos valora especialmente?
-Destacaría el proyecto Aula de Natalia Jiménez, pensado y creado para el aula de filología de la Universidad de Sevilla, que hemos gestado juntas con más de un año de antelación. También el programa Carta Blanca a... dedicado al Teatro Victoria de Tenerife que nos ha permitido ver una buena representación de creadores coreográficos canarios. El programa Danza y educación, que contempla una línea de acción dirigida a los adolescentes y Mi cole baila, dirigido a los más pequeños, son proyectos que nos están dando muchas alegrías. Y por supuesto no puedo olvidarme ahora del cierre apoteósico del Festival con el magnífico solo del enfant terrible de la danza francesa, Olivier Dubois.
-¿Qué debe cambiar para que, tras este barbecho, el suelo sobre el que se asienta el Mes de Danza vuelva a ser fértil?
-Espero que las instituciones (Ayuntamiento y Junta) se pongan a trabajar para pensar modelos posibles de apoyo que aminoren la incertidumbre, el riesgo y la precariedad. Por debajo de cierto umbral, ya se convierte en maltrato, aunque no tengan conciencia de ello desde las propias instituciones. Llevamos 26 años haciendo nuestro trabajo y, está feo que lo diga yo, pero está bien hecho. Ahora les toca a ellos si consideran este proyecto necesario para la ciudad y para los profesionales.
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