"Rameau es el Bach francés"
Yago Mahúgo. Músico
El clavecinista presenta el próximo miércoles en Madrid su nuevo CD con el Ímpetus Ensemble, las 'Piezas de clave en concierto' de Rameau en el 250 aniversario de su muerte.
Yago Mahúgo se formó como pianista en su Madrid natal y en Sevilla, donde estudió con Ana Guijarro, pero mientras hacía un posgraduado en Friburgo se cruzaron en su camino los instrumentos de época, que marcarían su destino como profesional. "Yo era pianero", afirma sin complejos, "de esos que no hacen otra cosa. Era muy de Prokofiev, muy de Chopin, muy de tocar lo más rápido posible, típico adolescente de Conservatorio".
-¿Y ese encuentro con los instrumentos antiguos lo cambió por completo?
-Digamos que empecé a apreciar las ventajas de la interpretación historicista. Decidí dejar el piano para dedicarme a los instrumentos antiguos, y luego no he querido salir de ahí. Me formé en Alemania con Robert Hill, pero estudié también con Christophe Rousset y Kenneth Gilbert, y pasé por La Haya, donde trabajé con Jacques Ogg.
-¿Considera ahora su antigua formación pianística una ventaja?
-Sin duda. La formación pianística me ha dado por ejemplo una visión muy amplia del siglo XX, lo que me permite acercarme a la música para clave de los últimos cien años: he tocado Ligeti y quiero meterme también con obras de Persichetti. Pero además me permite afrontar todo el repertorio del siglo XIX de otra forma, porque lo he conocido desde la perspectiva del pianista convencional. Toda la formación barroca que adquirí después me ha servido para acercarme a esa música desde sus raíces, pero el repertorio ya lo conocía en profundidad.
-Hace poco más de un año un registro suyo con música de Pancrace Royer en el sello Brilliant tuvo una gran acogida entre la crítica. Insiste ahora con la música francesa aprovechando el año Rameau.
-Lo de la efeméride ha sido una casualidad. Llevaba mucho tiempo queriendo sacar adelante este proyecto con las Piezas de clave en concierto. Javier Estrella se ha animado a programarlo en el Festival de Aranjuez, así que como lo preparamos a fondo, lo grabamos: ha coincidido con el año Rameau, mejor todavía.
-¿Qué significa para un clavecinista como usted la música de Rameau?
-Rameau es el Bach francés. Su música para clave no se podría entender sin la de Couperin, es cierto, pero Rameau me parece un compositor más completo, con un repertorio más variado. En sus tres libros para el instrumento se aprecia una evolución muy interesante, pero si nos centramos en las Piezas de clave en concierto, lo que me llama la atención, igual que en Mondonville y algunos otros contemporáneos, es el uso del clave como solista y no como un instrumento de continuo. El clave pasa así a primer plano, pero sin salirse del ámbito de la música de cámara, porque no se trata de conciertos en el sentido en que podría escribirlos Bach. Creo que lo que Rameau inventa, casi sin querer, es el trío clásico, porque el teclado se pone a la altura del violín y la viola da gamba, no se dedica sólo a acompañar, y la forma en que está escrito nos da además muchas pistas. De La Livri Rameau dejó dos versiones, una para el trío y otra para clave solo: en el trío el clave hace un continuo muy fino, no hace sólo acordes, sino desarrollos del acorde. Esto es fundamental para entender cómo se debe hacer el continuo no sólo en estas obras sino en la música francesa de su época.
-Pero no sólo La Livri, usted interpreta otras tres piezas en doble versión: para el trío y para clave solo…
-Sí, porque esa doble opción se ofrece ya en la primera edición de las obras, y aunque puede que con su inclusión se rompa esa idea del concierto como obra en tres tiempos, para mí las versiones solísticas son partes inseparables de estos conciertos.
-Este trabajo parece la consolidación de un proyecto personal, el sello CMY Baroque, que presenta sus productos con una calidad no muy común (cinco tintas, papel caro, buen diseño), ¿no le arredra la situación del mercado?
-Llámeme romántico. El tener algo bello en la mano ya es algo, tiene su valor en sí mismo. El márketing es hoy muy importante. Esta es la tercera referencia del sello y me arrepiento de no haber cuidado tanto la primera, que fue un disco algo oportunista, para probar. Yo siempre tuve la idea de tener un producto bueno y bello, pero al principio tenía poco dinero. A partir de ahora, todos los discos tienen que ser de estas calidades. No todo va ir al extremo, pero sí que todo tendrá que estar muy cuidado, siguiendo además una misma línea, que sea capaz de crear una imagen corporativa.
-Ese primer disco fue también el de la presentación de su conjunto, Ímpetus. ¿Es una necesidad tener grupo propio?
-El grupo surgió un poco de casualidad. Me contrataron para hacer un concierto en 2006 en formación de cuarteto o quinteto. Y pensé que podía ser el momento para crear un grupo, que sí, que es algo que siento desde hace tiempo como una necesidad para desarrollar mi propia visión de la música de cámara y orquestal. Era solo un concierto, pero lo aproveché para reunir a unos amigos, gente que conocía bien, de mucha calidad. Hicimos el concierto, vimos que estábamos en la misma onda y traté de conseguir un concierto al menos por año para mantenernos vivos. Lo logramos: tuvimos uno o dos conciertos al año, hasta que el conjunto fue lo suficientemente estable como para lanzarnos como marca. Fue en la Fundación Carlos de Amberes de Madrid en 2012: un concierto por encargo, aquello se grabó y se editó en 2013. Fue un buen inicio para el grupo, porque el disco ha tenido una gran acogida, y eso te anima a seguir.
-Otro grupo más para la música antigua española. ¿Somos ya una potencia mundial?
-No sé si tanto, pero el ambiente es muy estimulante. Hasta hace nada España era un campo virgen para el historicismo, había cuatro habas contadas, estaba Savall y poco más.
-¿Y cuál considera que ha sido la clave para el estado actual?
-El cambio generacional. Creo que ha sido crucial la formación fuera del país. Somos muchos los que nos hemos formado fuera, en los mejores centros del mundo, aquellos en los que había más tradición y mejores profesores. A la hora de volver, intentamos hacer lo que mejor sabemos, queremos enseñar nuestro trabajo. Pero es que por detrás viene una generación que sabrá más que nosotros y nos pasará por encima, no le quepa duda. Nosotros tenemos ahora una cierta idea de qué hay que hacer y cómo, pero en unos años vendrá alguien por detrás que nos jubilará. Afortunadamente hemos arrancado ya, eso es lo importante. Al público cada vez le gusta más, la gente busca ya este tipo de interpretación.
-¿A qué piensa que se debe entonces la contracción (menos festivales, menos conciertos, cachés más bajos) que se ha producido en los últimos años?
-No hay que minimizar la crisis económica, aunque creo que la pérdida de algunos festivales es coyuntural. En general hay menos trabajo porque somos más. Pero esa competencia es sana. Es buena para todos, para el país, para el público, para los músicos. Sería horrible quedarnos estancados. Tenemos que evolucionar, estudiar, aprender y salir. El que se estanque se convierte en marginal.
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