La ROSS necesita cooperación
EL FUTURO DE LA REAL ORQUESTA SINFÓNICA DE SEVILLA
El director artístico y musical de la Sinfónica, autor de esta tribuna de opinión, defiende los logros artísticos del conjunto y lamenta las limitaciones presupuestarias actuales y la división interna.
Este martes se reúne el Consejo de Administración de la Orquesta
Sevilla/Tras la reciente publicación de un artículo de Antonio Muñoz Lobatón en Diario de Sevilla, que entiendo fue redactado con las mejores intenciones, me gustaría aportar mi opinión dado que su visión pudiera estar algo sesgada por ofrecer el punto de vista de un miembro del Consejo de Administración que representa, sobre todo, los intereses del Comité de Empresa. Creo que su artículo no proporciona a los lectores toda la información sobre el asunto. En una cosa sí tiene razón: la calidad importa.
Como apunté en mi última entrevista con este medio, es cierto que los accionistas deben decidir si quieren que la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) sea una orquesta municipal, al servicio del Teatro de la Maestranza en exclusiva y cuya sostenibilidad dependa únicamente de la venta de entradas y limitados esfuerzos de promoción, es decir, mantener el sistema actual; o bien que se puedan cubrir los salarios, el personal y los recursos que necesita una orquesta que tiene todo el potencial de estar a la altura del estándar internacional, es decir, seguir mi estrategia para contar con una orquesta profesional de primer nivel. Nuestra calidad se ve avalada no solo por las críticas de cinco estrellas que hemos recibido, sino también por el éxito cosechado en la gira por Alemania, que también confirma que estamos a la altura del nivel internacional.
A pesar de los problemas fiscales recurrentes y de las divisiones internas que sufre la orquesta, estamos consiguiendo, bajo mi dirección artística, mantener la continuidad de esa alta calidad. Por tanto, no es completamente creíble que la calidad sufra tanto. El problema es el déficit: eso afecta a todo.
Solo se pueden solucionar estos problemas incorporando más personal que se encargue de marketing, captación de abonados y patrocinios. También es necesario que se aumenten y se estabilicen las subvenciones, así como que se cumplan las mismas condiciones de solvencia que pedí cuando me nombraron consejero delegado de la ROSS. Por desgracia esas condiciones nunca se han llegado a cumplir.
Pero la realidad que el señor Lobatón, el Comité de Empresa y otras personas desconocen, es que no es cuestión de que haga falta una persona o un gerente que pueda solucionar estas disfunciones internas y sistémicas. Se trata más bien de un problema institucional debido a una deficiente visión estratégica, la explotación de la legislación laboral, la falta de función administrativa y la búsqueda de objetivos artísticos que no son realistas. Es necesario que el Consejo de Administración, del que es miembro el señor Lobatón, cree un plan estratégico que guíe el camino hasta la dirección que se decida tomar: ya sea conseguir la sostenibilidad con menos puestos y menos personal y que la orquesta sea absorbida por el Teatro para reducir los dos déficits; o ya consista esa meta en ser una orquesta de primer nivel, con mejores solistas, con una orquesta completa que pueda interpretar el repertorio completo, con más presupuesto y con un futuro mucho más prometedor.
Pero no se puede buscar la cuadratura del círculo. La ROSS puede ofrecer un sonido bello bajo mi batuta pero no cuenta con el apoyo administrativo necesario para mantenerse sólo con la venta de entradas, de hecho, no hay ninguna orquesta profesional que pueda hacerlo. El sistema fiscal español no incentiva el patrocinio o mecenazgo privado a una empresa como la OSSA, ya que no es una fundación. Si el gobierno se tomase en serio su patrimonio cultural, modificaría la legislación fiscal para aumentar la desgravación individual y corporativa y los accionistas de la ROSS crearían una fundación que estuviese exenta de impuestos y resultase atractiva ante posibles patrocinadores y donantes.
He hecho todo lo que ha estado en mis manos para contribuir a que se consiga ese plan estratégico pero la disfunción sistémica de la orquesta, la limitación presupuestaria y las divisiones internas entre los músicos y su dirección han impedido cualquier avance. Aunque he sufrido mucho por todo esto, reafirmo y mantengo mi compromiso con Sevilla y con su orquesta. Nos merecemos la oportunidad de estar entre los mejores y nunca escribiría esto si pensase que no podemos conseguirlo. Pero para lograrlo todo el mundo tiene que tomárselo en serio y hacer lo que sea necesario a tal fin.
Quisiera también añadir que no creo que los miembros del Consejo de Administración estén en contra de los sindicatos. Conozco a Fernando Francés y a Antonio Muñoz y sé que son personas buenas e inteligentes a quienes les importa el bienestar de los trabajadores de la orquesta, de la ciudad y la región pero, del mismo modo que me ha pasado a mí, deberían haber sabido entonces lo que saben ahora. No siempre han contado con toda la información sobre la mesa. Con una mejor supervisión administrativa, en especial en lo concerniente al presupuesto, al personal y a las cuestiones jurídicas, podrían juzgar mejor lo que se ha hecho, lo que se está haciendo y lo que puede llegar a hacerse.
Sé que ellos apoyan y respetan los valores de los sindicatos. Entonces, ¿cómo se explica que no hayan invitado a los representantes del Comité de Empresa? A lo mejor es una cuestión de los mensajeros y no tanto del mensaje. Y para que se sepa la verdad, el representante sindical no es miembro del Consejo de Administración, ni lo soy yo como director artístico. El Consejo no está obligado a invitar ni al Comité de Empresa ni al director artístico.
Respecto a la confrontación que señalaba el señor Lobatón en su artículo, los lectores deben saber que las mismas personas a las que defiende han contribuido a crear un enfermizo conflicto interno que supone una amenaza para la unidad, la calidad y la colaboración en la orquesta. Resulta difícil alcanzar los objetivos estratégicos y no malgastar el dinero de los contribuyentes si hay obstáculos para la comunicación que se necesita para avanzar. Si su argumento es preservar la calidad, pueden creerme cuando les digo que los músicos deberían dedicarle más tiempo a ensayar con sus instrumentos y no tanto a la política interna.
Necesitamos cooperación y no confrontación. Necesitamos un plan de reducción de déficit. Necesitamos una decisión sobre el papel que debe desempeñar la ROSS para Sevilla. Si se decide que la ROSS, a pesar de ser la embajadora artística de la primera ciudad de la música designada por la Unesco, solo va a cumplir con su función cívica y proteger los salarios ya existentes, entonces mejor dejemos todos de defender la calidad porque sin aumentar el presupuesto, sin una supervisión administrativa y sin incorporar a personal destinado al marketing y la promoción, habrá todavía menos abonados y patrocinadores y volverán a darse los mismos problemas.
Si los cargos electos reconocen los logros de los últimos cuatro años y lo que todavía puede llegar a conseguirse, como por ejemplo, el programa de las próximas temporadas o que Sevilla sea la sede de los Premios ICMA (International Classical Music Awards) que tendrán lugar a finales de abril de 2020, y el potencial de realizar más giras e incluso grabaciones, entonces todavía hay mucho más de lo que hablar.
Y el público tiene mucho que decir en ese diálogo. El público está formado por los contribuyentes, los votantes y los abonados. ¿Se les ha preguntado a ellos? ¿Quieren tener una orquesta de primer nivel que toque en Sevilla y que represente a su ciudad en el extranjero? ¿Quieren una orquesta que atraiga más turismo, educación e inversión, que mantenga la dirección artística que le ha llevado a éxito actual? ¿O quieren una mera orquesta residente en el teatro, que se paguen los sueldos del bolsillo del contribuyente y cuya sostenibilidad dependa de la venta de entradas y de un presupuesto ajustado? En cualquiera de los casos, la mayor parte de los músicos son profesionales y quienes se queden para mantener su salario, continuarán ofreciendo la calidad que puedan dar, siempre y cuando los ingresos por venta de entradas puedan permitirles una dirección de orquesta competente.
El desprecio y la confrontación no nos llevan a ninguna parte, sólo dan como resultado la división tanto en el escenario como en las urnas. Y en este caso, tanto los políticos como los músicos y el personal de la ROSS deben responder ante los votantes. Por desgracia yo no puedo votar aquí pero estoy dispuesto a contestar cualquier pregunta y a seguir debatiendo en aras de la calidad. Por eso decidí venirme a Sevilla en un principio. Estamos al servicio de nuestro público y de la música y no se merecen menos.
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