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Quartet Gerhard | Crítica
QUARTET GERHARD
**** Cuartetos de cuerda en Turina. Quartet Gerhard: Lluís Castán, violín I; Judit Bardolet, violín II; Miquel Jordà, viola; Jesús Miralles, violonchelo.
Programa:
Conrado del Campo (1878-1953): Cuarteto de cuerda nº7bis en mi menor Musica movet affectus [1951]
Dmitri Shostakóvich (1906-1975): Cuarteto de cuerda nº8 en do menor Op.110 [1960]
Lugar:
Espacio Turina. Fecha: Sábado 11 de noviembre. Asostentes: Unas 60 personas.
Para los buenos aficionados resulta tremendamente frustrante y doloroso, pero la música de cámara parece completamente arruinada en Sevilla. El Cuarteto Gerhard volvió a la ciudad tras sus dos visitas anteriores (2012, cuando eran casi unos adolescentes; 2018) para confirmar el excepcional momento de los cuartetos de cuerda españoles (al menos cuatro con notable prestigio internacional) y dejar claro que eso importa cada vez menos al melómano local. Que esta vez además no tenía excusas musicales, pues no había actividades relevantes en otros espacios.
El aún joven pero ya bien contrastado conjunto empezó ofreciendo un Cuarteto de Conrado del Campo (el 7bis, así llamado porque es una nueva redacción, hecha en 1951, del nº7, escrito justo cuarenta años antes), una obra que acaba de registrar en disco en un concierto en la madrileña Fundación March. Referencia absoluta (y única en el medio discográfico) para esta magnífica música tan poco atendida hasta hace poco, una música que se aprecia bien anclada en la gran tradición centroeuropea desde su mismo arranque disonante (tan vienés) y juega con un lirismo diríase straussiano y una densidad textural y polifónica que incluso mira a Beethoven. El Gerhard la clarificó con un equilibrio neto, limpísimo y con un soberbio tratamiento de los contrastes (formidables los dinámicos en el Scherzo, que Conrado del Campo elaboró completamente ex novo en 1951), expresivamente bien marcados por el paso del Adagio de tono patético al distendido Final, en el que los instrumentos alcanzaron un brillo centelleante.
El 8º de Shostakóvich es en cambio uno de los cuartetos más tocados del siglo XX (si no de toda la historia del género) y en esta misma sala se han escuchado de él versiones de primerísimos conjuntos mundiales. No envidió a ninguna la de estos cuatro muchachos, que dejaron claro el contenido elegíaco de la obra con las primeras notas del violonchelo en el arranque y marcaron luego con ataques y acentos delirantes los frenéticos movimientos 2º y 3º, todo ello partiendo de una afinación impecable y envuelto en un sonido de una redondez, una precisión y una calidez apabullantes.
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