Prosas del Arte Nuevo

Prosas del Arte Nuevo
Prosas del Arte Nuevo
Ignacio F. Garmendia

23 de junio 2013 - 05:00

Considerado con razón uno de los grandes poetas del amor en lengua española -Julián Marías equiparó su importancia a la de Garcilaso o Bécquer en sus siglos respectivos-, Pedro Salinas fue además un valioso narrador y excelente crítico cuya obra en prosa ha quedado relativamente oscurecida por el prestigio de su lírica. Decimos relativamente porque de hecho no ha dejado de reeditarse, tanto los ensayos como las narraciones, aunque tal vez sea poco conocida -y es lástima- fuera del ámbito universitario. A los tres títulos que formaron la Narrativa Completa (Barral, 1976) editada por Soledad Salinas de Marichal -dos libros de relatos, Víspera del gozo (1926) y El desnudo impecable y otras narraciones (1951), más la novela alegórica La bomba increíble (1950), recogidos también en el volumen I de las Obras completas (2007) de Cátedra, editado por Montserrat Escartín Gual- se sumó en 2009 la inconclusa El valor de la vida, rescatada por la benemérita Biblioteca del Exilio (Renacimiento) en edición de José Paulino Ayuso. Esta última editorial recuperaba hace poco dos impagables conferencias de Salinas, Defensa del estudiante y de la universidad, al cuidado de Natalia Vara Ferrero, que ha estudiado con detenimiento la obra narrativa del poeta -a la que dedicó su tesis doctoral, donde exhumaba varios inéditos- y acaba de publicar en Cátedra una nueva edición de Víspera del gozo, acompañada de "otros textos del Arte Nuevo" que corresponden a la misma primera época en la que Salinas brilló como uno de los más cualificados representantes de la prosa española de vanguardia.

En efecto, al contrario que los demás títulos mencionados, todos ellos escritos en el destierro americano y muy influidos por el clima moral de la posguerra, los siete relatos incluidos en Víspera del gozo son más o menos contemporáneos de los poemas recogidos en Presagios (1924) y responden al espíritu renovador que caracterizó a la narrativa de los "felices veinte", no en vano inauguraron la emblemática colección Nova Novorum que impulsara Ortega y Gasset desde las prensas de la Revista de Occidente. Son años de optimismo, como explica Vara Ferrero, en los que muchos proponían la superación de la mímesis realista para dar paso a una estética calificada de "deshumanizada" por influjo del célebre ensayo de Ortega, aunque ni el adjetivo resulta del todo apropiado para definir los productos del Arte Nuevo ni fue el pensador madrileño la única referencia autorizada. Estaban además los restos del Ultra, Juan Ramón Jiménez y su efímera pero fundamental revista Índice, las reflexiones de Guillermo de Torre, La Gaceta Literaria de Giménez Caballero o, a efectos prácticos, el ejemplo inspirador y libérrimo de Ramón Gómez de la Serna. Más que romper con la tradición literaria en su conjunto -y en ello se diferenciaban de las vanguardias propiamente dichas-, los nuevos narradores buscaban distanciarse del sentimentalismo y la retórica para elaborar un discurso autónomo y acorde a la modernidad -lógicamente urbana- en el que la precisión, el humor, el lirismo o el gusto por lo fragmentario eran las notas predominantes, junto a la subjetividad, la introspección o el uso de técnicas tomadas del cinematógrafo.

La nómina del grupo, si cabe llamar de ese modo a lo que fue en realidad una confluencia de intereses, puede consultarse en dos útiles antologías publicadas a finales del siglo pasado, Prosa del 27 (Austral) de Domingo Ródenas y Prosa española de vanguardia (Castalia) de Ana Rodríguez Fisher, en las que aparecen muchos de los poetas integrantes -como el propio Salinas- de la denominada generación de la amistad, junto a narradores como Benjamín Jarnés, César Arconada, Antonio Espina, Corpus Barga, Max Aub o Francisco Ayala. En ese contexto se inscriben las tres breves piezas que acompañan a Víspera del gozo en la edición de Vara Ferrero: Dos intermedios de lectura y Un conocido por conocer (ambos publicados por Índice en 1921), que no son propiamente narrativos pero ofrecen una temprana y reveladora muestra de las inquietudes del momento, tanto en el plano de la crítica ensayística (en sendos textos dedicados a Proust, al que Salinas tradujo por entonces, y a Calderón) como en el del relato, siendo Un conocido el primero del que tenemos noticia. En su impecable análisis de la colección de Víspera, la editora recuerda la polémica a propósito de su filiación literaria, iniciada por el siempre provocador Giménez Caballero cuando denunció el influjo del autor de la Recherche en la obra de Salinas, que para Vara Ferrero se inscribe en el marco más amplio de la novela lírica y está presidida -como apuntó Claudio Guillén- por el deseo de conocimiento, reflejado en el modo cómo los protagonistas de los relatos, modernos flâneurs, parecen guiados por una voluntad de gozosa y permanente búsqueda (de la realidad o de la amada) en la que importa más la previa inquisición (la víspera) que el resultado de la pesquisa.

En su citada antología, señalaba Ródenas cómo se impuso en esos años el uso de la palabra "prosas" para designar textos breves, discontinuos y minuciosamente elaborados que con frecuencia tenían una narratividad mínima, muy alejados de la ampulosidad declamatoria, pero también, por su falta de argumento, de los relatos convencionales. El esplendor de la nueva modalidad, sin embargo, fue bastante pasajero. La colección Nova Novorum apenas duró tres años, en los que publicaron, además de Salinas, Jarnés, Espina y Valentín Andrés Álvarez. El propio Ortega -que no había apreciado Víspera del gozo ni el resto de las obras aparecidas en Nova- se mostró decepcionado, aunque conviene precisar, como bien indica Vara Ferrero, que tampoco gustaba de Proust o de Gabriel Miró. El "impresionismo psicológico", como lo llamaba Salinas, los excesos líricos -menospreciados por frívolos- y una visión demasiado intelectualizada de la que acabaron renegando sus propios cultivadores, se mostrarían poco atractivos frente a los retos de la década siguiente, marcados por la "rehumanización" y el compromiso político. Ahora bien, aunque poco leídos y habitualmente desdeñados, los narradores del Nuevo Arte -que en todo caso seguían la línea del modernismo europeo- dejaron un puñado de prosas densas pero luminosas y paradójicamente ligeras.

PANORAMA

stats