Princesas contra su destino
Los dibujos de Sonia Sanz arropan la poesía de Carmen Gil en 'El libro de las hadas'
El libro de las princesas. Carmen Gil. Ilustraciones de Sonia Sanz. Editorial Toromítico. Córdoba, 2011. 40 páginas. 14 euros.
Princesas que bostezan, jóvenes casaderas a las que la áurea corona les queda grande, bellas damas que se pisan los almidonados vestidos al andar, herederas de unas tradiciones llenas de boato que, como cualquier mortal, roncan, sueñan con surcar los mares o con jugar al fútbol y tienen en venta un castillo adosado. "No son princesas al uso, ni esperan un príncipe azul", define Carmen Gil, una prolífica autora de literatura infantil que acaba de presentar, en el sello Toromítico (de Almuzara), El libro de las princesas, un volumen de poesía ilustrado por los preciosistas dibujos que nacen de la maravillosa imaginación de Sonia Sanz.
Con más de 80 libros en su haber, Carmen Gil, natural de La Línea de la Concepción, se adentra ahora en el terreno de la desmitificación de un personaje ligado desde siempre a la literatura y la tradición oral "no para negarlo o rechazarlo, sino para que tengan una vida participativa, para alborotar un poco el tipo establecido en los cuentos tradicionales", explica la escritora.
La nueva obra, que continúa la serie iniciada por la autora con El libro de las hadas y El libro de los piratas, está escrito en verso, como los anterios títulos mencionados, un género que "contrario a la idea que pudieramos tener" tiene especial predilección entre los pequeños lectores. "Somos los mayores los que tenemos los prejuicios con la poesía, no los niños. La poesía, como tiene que ver con el ritmo, con la rima, con la musicalidad, cuanto más se lee más gusta. Para los niños, aprenderse los poemas del libro de memoria es un juego", defiende la autora que ha cultivado, en su carrera, la narrativa, el teatro y la poesía y ha sido traducida a más de quince idiomas.
"Se está dignificando mucho la literatura infantil. Se cree erróneamente que a los niños se les puede dar cualquier cosa para leer y no es así. El público infantil es muy exigente e implacable, si no le gusta lo que haces te lo hace saber inmediatamente y sin miramientos."
Precisamente, el contacto directo con las futuras generaciones -Carmen Gil se dedica a la enseñanza y promueve diferentes programas institucionales de fomento de la lectura- le hace rechazar la imagen "derrotista" de país poco lector, al menos, en los que a los pequeños de la casa se refiere. "Los escolares leen mucho y disfrutan con los libros. Sólo hay que realizar una buena labor de animación y ofrecerles lecturas de calidad. Sea en el soporte que sea. La tecnología no tiene por qué verse como un enemigo, sino como una alidada".
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