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Sevilla, preparada para la Carrera Nocturna

Preparados, listos... ¡Bienal!

BIENAL DE FLAMENCO

Con el foco puesto en evitar los contagios, la Bienal de la pandemia tiene por delante el desafío de llegar a los sevillanos

María Moreno y Antonio Canales en el 'flahsmob' inaugural. / Antonio Pizarro
Sara Arguijo

04 de septiembre 2020 - 23:59

Con el compás del baile de Sevilla y un pregón que nos invita a recordar que en el flamenco las cosas siempre han sido difíciles, ha arrancado esta Bienal de Flamenco atípica, marcada por la incertidumbre, el miedo y la improvisación. En este contexto, en el que cada nueva normativa obliga a revisar los aforos y suscita nuevos temores, queda aún más lejos la pasada inauguración en la que la Bienal salió a la calle y cruzó el río en una fiesta inclusiva y multicolor que fue la más abierta, integradora y numerosa hasta hoy. Allí, en una abarrotada plaza del Altozano, escuchamos a un guiri preguntar what happen? sorprendido ante los que ocurría y ahora la pregunta podría repetirse igual aunque lo que suceda sea invisible y el acento sea más bien del Tardón. Porque, aunque la intención del Ayuntamiento de Sevilla sea "transmitir al mundo que llama del flamenco sigue encendida", ésta será la Bienal de Sevilla y tiene por delante el desafío de llegar a los sevillanos.

También, cómo no, el reto de la gestión de las medidas sanitarias y de seguridad y en las que se vislumbran lagunas o exigencias poco acordes como tener que llevar la entrada impresa en estos tiempos de smartphone. En cualquier caso, la valentía del Ayuntamiento y de Antonio Zoido para mantenerse firmes en su celebración y buscar fórmulas alternativas a la excepcionalidad del momento es algo que agradece todo el sector.

Se entiende menos los anuncios fallidos en su programa y las ausencias de figuras de lo jondo y de otros jóvenes, esperados por la afición, que se han quedado fuera. Tampoco que un cartel que claramente apuesta por la vanguardia arranque con el Ballet Flamenco de Andalucía y se cierre con Estrella Morente, en vez de con Rocío Molina e Israel Galván, los más inmediatos en fechas y mucho más en sintonía con la filosofía de la edición.

En cualquier caso, ahora el foco está puesto en evitar los contagios entre los espectadores y los artistas porque, como se bromeaba estos días -que el humor no nos lo quiten-, nadie sabe qué podría pasar si el positivo lo dan esos palmeros que les tocan a todos. En definitiva, será una Bienal con menos espectáculos, menos artistas, menos abrazos, menos risas y menos cervezas, pero, ojalá, una Bienal grande.

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