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Sevilla/En la memorable escena final de El crepúsculo de los dioses, esa obra maestra de Billy Wilder, una expresiva Gloria Swanson pretende hacer caso omiso de las circunstancias y de los años, para enfrentarse a un futuro que ya no cuenta con ella. Seguiré rodando películas, dice. Es fácil establecer el paralelismo con Plácido Domingo, que este sábado, 17 de septiembre, visita Sevilla, como artista invitado en el ciclo Noches de la Maestranza. Domingo, a pesar de los años, las acusaciones y las grabaciones sigue cantando. La suya es una longeva y meteórica carrera, que le ha llevado al Olimpo del Bel Canto, donde ha sido, y sigue siendo, uno de los grandes nombres de las últimas décadas. En El crepúsculo de los dioses, Wilder utiliza un envoltorio de “trama negra” para hablar sobre la fama, la caída del mito y, sobre todo, para mostrar un cambio de ciclo, entre la antigua y moderna manera de concebir una película, que sigue estando vigente. En cierto modo, este sábado el espectador puede optar en Sevilla por presenciar un espectáculo en donde la voz, por encima de todo, es la gran protagonista, siguiendo los cánones tradicionales, o por un show en el que la voz no es el elemento fundamental, tampoco es la gran cualidad de C Tangana, protagonista del Icónica Festival, pero que es capaz de conectar y fusionar en un mismo cuerpo sonoro multitud de referencias musicales.
Madrileños ambos, con casi cincuenta años de diferencia, no pueden ser más distintas las propuestas musicales que representan los dos artistas que mañana se citan en Sevilla, Plácido Domingo y C Tangana. Mientras el primero, procede de una familia con gran tradición musical, y desde sus primeros años se formó en el canto, la interpretación y la dirección de orquesta, el segundo compaginó sus estudios de Filosofía con el rap, inicialmente, y con el trap, años más tarde, hasta alcanzar ese sonido que le diferencia de músicos similares, gracias a su capacidad para envolverse en multitud de pieles.
Sin embargo, a pesar de encontrarse en polos opuestos, desde un punto de vista estilístico, sí hay algo en común entre ambos músicos. Plácido Domingo, junto a Pavarotti y Carreras, conocidos como Los Tres Tenores, popularizó el Bel Canto hasta el punto de sacarlo de sus templos tradicionales y llevarlo a abarrotados estadios. Tangana, por su parte, ha conseguido que estilos más minoritarios, como el trap y el rap, sean menos de unos pocos y más de muchos, tras camuflarlos entre boleros, flamenco, samba o rock. En cualquier caso, a pesar de esta coincidencia, muy pocos habrán sido los espectadores que hayan dudado a la hora de adquirir una u otra entrada.
En la variedad está el gusto, dicen, y con respecto a mañana podríamos ampliar el dicho, convirtiéndose en algo como “en los extremos está el gusto”. En la Maestranza, entre albero y burladeros, Plácido Domingo, o tal vez la última oportunidad de verlo en directo, y en la Plaza España, entre agua, ladrillos y fuegos artificiales, C Tangana. Voz frente a ingenio, tradición frente a innovación, pureza frente a fusión. Un crepúsculo que se dirige al amanecer, en la noche de sábado más extrema.
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