Pinturería de Curro Díaz y Abellán
El linarense, que sufrió una voltereta impresionante, corta la primera oreja de la feria y el madrileño da una vuelta al ruedo · El sevillano César Girón, firme en su actuación, cumple ante el peor lote
Tintineo discontinuo de la lluvia bajo los paraguas del público, entretanto los diestros Curro Díaz y Miguel Abellán firmaron sendas obras de orfebrería cargadas de estética y pinturería. El primero fue premiado con una oreja y el otro dio una vuelta al ruedo. Ambos calentaron el ánimo del respetable en una Maestranza desdibujada por la llovizna y un cielo grisáceo.
Curro Díaz consiguió el único trofeo del festejo -primera oreja de la Feria de Abril 2009- por su faena al cuarto, un animal manso y noblote. El torero ganó terreno a la verónica en los primeros compases, en los que al astado le costaba entregarse. Con la muleta, el linarense brilló de manera excepcional en el toreo en redondo, con la diestra. Ligó una de las series, a cámara lenta, con un pase de pecho interminable. El público se rompió en un ole. Con la izquierda, las cosas pintaron bastos. En uno de los muletazos, antes de citar, el toro le acometió y lo arrolló en un abrir y cerrar de ojos. Curro Díaz cayó de fea manera, sobre el cuello, y se levantó desorientado. Se repuso y en el epílogo se lució en los pases de remate, como en una trincherilla y un pase de la firma, que fueron auténticos carteles de toros. El público, solicitó mayoritariamente la oreja, pese un pinchazo previo a la estocada definitiva. El diestro jiennense no perdió el tiempo con el mulo con cuernos que saltó en primer lugar.
Miguel Abellán estuvo también a punto de conseguir un trofeo si llega a acertar con el verduguillo tras la faena al noble segundo. Jugó bien los brazos a la verónica y se ajustó lo indecible en un quite por chicuelinas. Con la muleta dio su versión más estética. Bonita apertura, con un cambio de mano bellísimo. En otro pasaje, citando de espaldas, se enroscó al toro en circular ligado a un cambio de mano, con el que saltaron chispas en el tendido. La preciosa faena, salpicada de expresivos kikirikíes y trincherazos, pecó de series cortas; tan sólo de un par de muletazos o tres. El madrileño se tiró con agallas tras la espada, pero la estocada, entera, quedó muy tendida y no hizo daño. Precisó de dos descabellos y el premio quedó en una vuelta al ruedo clamorosa. Ante su segundo, un toro alto, cuesta arriba y que manseó de principio a fin, apenas hubo lucimiento. Abellán, que comenzó muy firme, con muletazos a pies juntos, consiguió algunos pases sueltos estimables por ambos pitones, con el toro siempre buscando las tablas.
César Girón, con el peor lote, se mostró firme. A su primero lo recibió con una larga cambiada de rodillas en el tercio. Muy dispuesto e inteligente, le tapó siempre la cara cuando lo toreó con la diestra, sacando muletazos largos, de buen trazo y de mano baja. El toro cambiaba de ritmo en sus embestidas. Con la izquierda apenas tuvo opción, ya que el animal se quedaba muy corto. Con el que cerró plaza, el de peor condición del encierro, topón y que salía con la cara por las nubes, se mostró porfión.
El público, pese a la desapacible tarde, salió más contento que en los dos primeros festejos de abono. Y es que Curro Díaz y Miguel Abellán calentaron los ánimos con pinturería y estética.
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