Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
Música
Sevilla/Hagamos un flashback retrocediendo 45 años, contemos una historia (¿real?, ¿falsa?, ¿qué más da...?) que sucedió en septiembre de 1975, cuando el gran promotor musical Tony Bramwell se encaminó a realizar una visita de cortesía a Phil Spector. Tony Brandwell fue el primer promotor independiente de discos y fue también quien le habló a Brian Epstein de unos chicos que tocaban en The Cavern (los Beatles, en efecto), y luego les ayudó a llevar sus asuntos, para después llevar también los de Jimi Hendrix, The Who, Cream, Springsteen...
En aquella época Tony comenzaba a disfrutar del éxito de Springsteen con Born To Run y de sus portadas en Life y Newsweek, y como también representaba a Spector fue a interesarse en como iba la producción de este con el nuevo disco de Dion DiMucci.
La casa de Spector en Los Ángeles era en realidad un palacio en el que todo el que llegaba era sometido a un ritual protocolario: "Pase y siéntese, por favor (en el rincón más oscuro de la mansión), el señor le recibirá en unos minutos...". El señor apareció por allí un buen rato después mascullando cosas ininteligibles entre dientes y tras ofrecer una copa a Tony volvió a desaparecer. Iban pasando las horas (han leído bien, horas, sí) sin que Spector volviese a aparecer por allí, haciéndolo de vez en cuando uno de los empleados con otra copa de vodka con tónica para el invitado. Medio borracho ya y mortalmente aburrido, éste decidió dar un paseo y admirar las maravillas que la casa prometía contener. Después de atravesar varias habitaciones llegó a un gran salón de juegos en cuyo centro había una preciosa mesa de billar, así que Tony decidió matar el rato haciendo algunas carambolas y metiendo bolas en las esquinas. De pronto apareció otro de los empleados de Spector visiblemente alterado y gritando a Tony que el señor estaba buscando una pistola para dispararle. "¡¿A mí...?! ¿Por qué?", le preguntó Tony, asustado. "Porque las bolas que había en esta mesa estaban exactamente dispuestas y nadie las había tocado desde que el gran Gordo de Minnesota jugó en ella la última vez". Mientras el empleado volvía a restituir rápidamente las bolas a sus polvorientos lugares y otro de los empleados se apresuraba a intentar calmar a Spector, Tony salía corriendo con toda la rapidez que sus piernas y su carga de alcohol le permitían...
Phil Spector siempre ha acariciado los botones de las mesas de mezcla con la misma facilidad que los gatillos de las pistolas, y están documentadas (bueno, siempre de aquella manera) sus formas de hacer que los músicos a los que producía se atuviesen a sus normas. Así John Lennon grabó su Rock and Roll con el susto en el cuerpo que le producían los frecuentes disparos de un Spector enfadado, o Leonard Cohen grababa su Death of a Ladies Man con la pistola de Spector apuntando a su cuello ("Leo, cariño, te quiero y te admiro, pero ¿cantarás como yo te digo?") o como el resto de los Ramones se afanaban en grabar End of the Century mientras Phil mantenía a Dee Dee Ramone como rehén en la cabina de producción apuntándole a la cabeza.
Pues bien, tanto fue el cántaro a la fuente que al final se rompió (al menos eso parece) cuando en la mansión del productor apareció muerta de un disparo en la boca la actriz de serie B Lana Clarkson. Como las películas que van directamente al vídeo sin pasar por las salas de cine no dan demasiado dinero, esta chica trabajaba también como relaciones públicas del club House of Blues, donde Phil la conoció y la invitó a acompañarle a su casa ("te enseñare mis discos de oro, honey"). A las cinco de la mañana sonó un disparo y Spector bajó corriendo diciendo "“creo que la he matado". Su chofer avisó a los de Urgencias, que no pudieron hacer nada más que dejar la escena del crimen para que investigasen los del CSI Los Ángeles (supongo que allí también habrá uno). Los investigadores descubrieron suficientes evidencias en Phil Spector (restos de pólvora en las manos, por ejemplo), que ahora cambiaba su versión por la de que la chica se había disparado a sí misma, así como en la escena del crimen, en la que Lana se encontraba en el suelo con la cabeza destrozada (el disparo fue en la boca) y rodeada de sangre, dientes y restos varios.
Probablemente, en el siguiente congreso del CSI, el investigador de Los Ángeles no pararía de reírse contándole a Grison, a Horatio y a Mac cómo el gilipollas de Phil Spector intentó hacer pasar por suicidio su acto colocando la pistola bajo la mano derecha de la muerta... cuando en realidad la chica era zurda... y cómo sus investigaciones le habían llevado a prisión hasta pudrirse en ella, algo que parece que ha sido totalmente literal.
Las genialidades que salían de su cabeza iban parejas a las idioteces y maldades que también salían de ella. Que le juzque la Historia; yo voy a ponerme algunas de las canciones que produjo, sobre todo las que salieron de su muro de sonido, ese que edificó en mitad de su estudio para separar a los músicos de las cantantes y coristas y que no se distrajesen mirándoles las tetas y las canciones sonasen bien. ¿Qué? ¿Que el muro de sonido era otra cosa y no eso? Con gente como Phil Spector nunca se sabe de verdad lo que fue cierto y lo que fue mentira.
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