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Flamenco
Como era previsible en un creador que ha revolucionado el flamenco en sus trabajos con Israel Galván, el artista y escritor Pedro G. Romero dará que hablar con el "concepto gráfico" que ha planteado para la XX edición de la Bienal. En su diseño, presentado ayer en el Teatro Lope de Vega, el autor descarta el formato convencional de cartel y propone una suerte de "obra de teatro" -a la que ha titulado Las sabias- en la que los diferentes personajes retratados reflexionan en viñetas, como en un cómic, sobre el arte jondo.
El cineasta Gonzalo García Pelayo, el poeta David Pielfort, la bailaora Javiera de la Fuente, la abogada Pastora Filigrana, el palmero Bobote o la torera Vanesa Montoya son algunos de los profesionales que protagonizan las distintas imágenes, voces "con un espectro muy amplio que intentarán acotar qué es el flamenco" y que desplegarán sus parlamentos, explica Romero, "en todos los soportes gráficos que usará la Bienal: folletos, carteles, banderolas, los anuncios de Tussam...". La serie, que completan el cantante y bailarín húngaro Rudolph, la bailaora africana Yinka Esi o la actriz Rocío Montero -todos se fotografían, un detalle que acentúa la singularidad del proyecto, acompañados de un animal-, toma el título de Las sabias como un guiño a "los sabelotodos, esa gente que se pasa todo el tiempo hablando de flamenco. A mí me fascinan, por ejemplo, esos cantaores que son enciclopédicos, que parece que lo abarcan todo. Aquí hay un reconocimiento a esa figura pero también un distanciamiento humorístico".
A través de esta galería, Romero resalta que "el flamenco no es sólo una música y un baile, es un hecho social, cultural. Representa a este país, no sólo a Andalucía". Entre los asuntos en los que ahonda en esta ocasión un creador invitado a prestigiosos foros como la Secesión de Viena o la Documenta de Kassel, y que recientemente promovió en Madrid la exposición Máquinas de vivir, están "las conexiones que el flamenco tiene con lo negro, lo payo, lo americano, lo árabe, o el peso que tiene lo gitano", con una sensibilidad "más cercana a Juan de Mairena que a Demófilo, por hacer un juego de palabras con la familia Machado".
Poco después de que Romero presentara su propuesta, las reacciones no se hicieron esperar. Un lector señalaba en internet que un cartel era "un diseño gráfico, no un concepto". Entre los asistentes al Lope de Vega había quien se quejaba de que el artista hubiese cobrado 20.000 euros, un dato que fue negado a este periódico por la Bienal, que precisó que los honorarios de Romero eran "los mismos que los de los anteriores artistas que tuvieron el mismo encargo, 6.000 euros", si bien los costes de producción de este complejo diseño elevan los gastos totales.
La controversia sorprendió a algunos especialistas, como el escritor Juan José Téllez, que defiende que "frente al ojo tradicional de la Sevilla profunda, la ciudad está también curtida en la vanguardia, con lo cual sorprende esa opinión publicada, que tal vez no sea la opinión pública, que se escandaliza con todo lo que intenta romper el molde". El director del Centro Andaluz de las Letras, especialista en flamenco y biógrafo de Paco de Lucía y Chano Lobato, destaca del diseño de Romero que "haya elegido personajes de la periferia del flamenco" y aplaude la audacia del artista, "que ha profundizado en una estética diferente en el flamenco y en otras esferas".
Quien sí muestra ciertos reparos es el editor y artista Antonio García Villarán, que durante años ideó el diseño de la Feria del Libro de Sevilla y cree que "un cartel debe anunciar aquello de lo que trata, y esta no es una imagen que vinculas a la Bienal. En esta ciudad, los carteles parecen últimamente más estrategias de marketing. Pero una cosa es un cartel y otra crear algo para provocar debate".
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