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El Museo parisino de Quai Branly mostrará al público la ‘calavera de cristal’ de su colección con ocasión del estreno de la cuarta entrega de Indiana Jones, en la que el héroe interpretado por Harrison Ford buscará esta reliquia que la leyenda atribuye al arte precolombino, anunciaron los responsables del museo.
Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, dirigida, como las anteriores, por Steven Spielberg, llegará a los cines de todo el mundo el día 22, pero un par de días antes, y hasta el 7 de septiembre, el Quai Branly, el gran museo dedicado a las artes primitivas, propondrá a los jóvenes la aventura de encontrar la calavera de cristal escondida en el museo, siguiendo diferentes pistas ocultas en piezas de su colección.
La calavera del museo parisino, de once centímetros de alto y 2,5 kilos de peso, es uno de los doce ejemplares a los que una leyenda mesoamericana atribuye poderes sobrenaturales.
Además de la de París, otras dos calaveras se encuentran en instituciones públicas: en el Museo Británico de Londres y en el Smithsonian de Washington, mientras que el resto pertenecen a coleccionistas particulares.
La intrigante escultura de París, que fue ofrecida al Museo de Etnografía del Trocadero en 1878 por el explorador Alphonse Pinart, fue considerada una pieza precolombina azteca hasta que recientes investigaciones revelaron que lo más probable es que se trate de una obra muy posterior.
En concreto, los análisis parecen indicar que data de finales del siglo XIX y que pudo ser tallada en el sur de Alemania a partir de cristal brasileño, explicó en rueda de prensa el director adjunto de las colecciones permanentes del museo, Yves le Fur.
Según la leyenda, doce de estas calaveras, a las que se atribuye la facultad de hablar y cantar, entre otros poderes, correspondieron a doce mundos diferentes en los que hubo vida humana, y de los que la Tierra sería el más joven de todos.
Los Itzas, míticos personajes procedentes de la Atlántida, prosigue la creencia, trajeron las calaveras a la Tierra para transmitir sus conocimientos a los hombres.
Los ejemplares fueron guardados en una gran pirámide por los olmecas, de quienes los heredaron los mayas y, finalmente, los aztecas, responsables de la dispersión de los cráneos por el mundo, según el mito.
Una de las interpretaciones de este mito sostiene que habría que alinear todas las calaveras el último día del calendario maya, el 21 de diciembre de 2012, para detener el mundo.
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