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Cómics
Dos creadores, un autor francés y una autora italiana. En principio nada en común, tan solo algo muy importante, el talento para narrar historias que a los lectores nos llegan, ya que ponen sobre la mesa temas que para nada nos son desconocidos.
Ètienne Davodeau (al que ya conocemos por estos lares gracias a obras como Rural; Lulú, mujer desnuda o Corredores aéreos) firma Loira, donde vamos a conocer a su protagonista, Louis, un tipo sesentón que, un buen día, recibe un mensaje de alguien con la que compartió una relación sentimental, Agathe. Después de muchos años sin saber el uno del otro, le invita a su casa.
Este hecho hará que, recorriendo esos lugares que permanecían en su memoria, Louis camine, nade, observe, respire el aire de las cercanías del río Loira, que pasa por el lugar.
Pero la sorpresa llegará cuando, tras una noche muy especial, el protagonista se dé cuenta de lo inusual de la invitación, ya que para nada es lo que él, y otras personas que también llegan a la casa de Agathe, se esperaban.
Y así se inician unos días en los que un grupo de extraños tendrán que convivir, unidos todos ellos por un solo vínculo, el haber amado a esa mujer, Agathe. Habrá conversaciones, vino, paseos, repentinos descubrimientos y dudas sobre el parentesco de ciertos personajes que irán apareciendo en el argumento de este cómic.
Pero es que, por si no fuera suficientemente apasionante, Loira es algo más, se convierte en un detallado cuaderno de viaje en el que su autor, Davodeau, recorre esos lugares y aprovecha para cogernos de la mano, respirar hondo y junto a él y al elenco de personajes, visitar el paisaje que trasporta a las viñetas con sumo talento.
¿Dónde está Agathe? ¿Qué buscaba al reunir a sus antiguos amantes?
Todas estas preguntas, y algunas más, serán respondidas a lo largo de este relato que, al igual que el cauce del río Loira, discurre por este momento tan especial en la vida de sus protagonistas.
Y de ahí saltamos a Montalcino, en Italia. Un tranquilo pueblo al que llega Amelia, una chica que acaba de dejar su trabajo de azafata y, después de mucho tiempo regresa al lugar donde se crió junto a su abuela y hermana.
En el hall del hostal donde va a alojarse surge la casualidad, un encuentro fortuito que cambiará, sin ella saberlo, el rumbo de su historia y de la de Ada, otra chica, profesora, que ha llegado al lugar para cubrir una sustitución.
Curiosamente, el carácter de ambas es radicalmente distinto. Amelia es explosiva, no para de hablar y para nada oculta sus sentimientos y gustos, hecho este que incomoda a la callada y tímida Ada, que al principio no acaba de sentirse cómoda en presencia de la pelirroja.
Pero sin ellas saberlo, ambas tienen algo en común, una falla en sus personalidades, cicatrices internas, dolores del pasado que se muestran de diferentes maneras, y que vamos a ir conociendo poco a poco, gracias al diálogo interior de ambas.
Pero habrá un hecho que las unirá. Amelia ha regresado al lugar porque tras fallecer su abuela, hereda junto a su hermana, con la que no se lleva nada bien, la gran casa que da título a la obra, donde compartieron juegos infantiles y vivieron la época más feliz de sus vidas. Un lugar donde los recuerdos aflorarán y que se va a convertir, tras algunas que otra peripecia, en el hogar de ambas chicas y donde los sentimientos, algunos fuertemente reprimidos, van a afloran sin remedio.
Flavia Biondi (Generaciones, Tiempos precarios, ambas también en el catálogo de La Cúpula), la autora de esta novela gráfica, posee un magistral manejo a la hora de narrar, ya que nos van llevando poco a poco a través de los traumas personales de ambas protagonistas, que tan poco tienen que ver la una con la otra, pero que al final llegarán a compartir muchos de esos secretos que las atormentan.
En resumen, dos obras que merecen la pena, y mucho. Muestra clara del magnífico nivel que existe en Europa a la hora de llevar historias a las viñetas, y que convierten a sus geniales creadores en dos nombres a seguir.
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