Paco de Lucía y su guitarra como llave del flamenco
CULTURA
El periodista César Suárez acaba de publicar 'El enigma de Paco de Lucía' (Lumen), una biografía intimista del genio algecireño
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Decía Manolo Sanlúcar que Paco de Lucía tenía esa cualidad –que sólo tienen los genios– de encantar "al que no sabe" y volver loco "al que sabe". Con esta cita arranca la última biografía que se ha escrito sobre el algecireño más internacional. Una obra que –coincidiendo con el décimo aniversario de la muerte del guitarrista, como si fuera un presagio– trata de mostrar las facetas más íntimas del intérprete que consiguió convertir al guitarrista flamenco en una figura independiente capaz de triunfar en los grandes escenarios sin la compañía del cantaor. El periodista César Suárez (Madrid, 1975) ha recogido el testigo de Juan José Téllez o de Manuel Alonso para desgranar en El enigma de Paco de Lucía (Lumen) la relación del músico con su padre; con Casilda Varela, hija ministro franquista José Enrique Varela o con su peor enemigo: él mismo y su agudo síndrome del impostor.
Suárez confiesa en los Agradecimientos que es "un extraño" en el flamenco, "una tierra que adoro, pero que es lejana por más que quiera acercarme". Explica a este periódico que lo que ha tratado de hacer en El enigma de Paco de Lucía no es otra cosa que contar "cómo veo a este personaje excepcional y relatarlo a mi manera. No sólo recopilando vivencias y anécdotas, sino dando mi perspectiva". Con un estilo que –según el periodista– podría parecerse a las Biografías de Stefan Zweig o a Vidas paralelas de Plutarco.
El ritmo narrativo es el que diferencia esta biografía de otras que ya se han publicado. "Nadie se había acercado a este enfoque que podría asemejarse a una novela, aunque todo lo que se cuenta es cierto y sean hechos reales", matiza Suárez –que también se sirvió de este estilo tan similar al reportaje para escribir su ópera prima, también biográfica, Cómo cambiar tu vida con Sorolla– y sostiene que su aproximación al personaje "va más allá de las anécdotas" para que el lector se acerque al personaje y al flamenco: "Paco de Lucía sirve de llave para entrar en este territorio y hablar de guitarristas como Ramón Montoya, Niño Ricardo o Sabicas".
Y es que el flamenco –y sus orígenes– ocupa un importante capítulo de la obra. De hecho, el autor considera que ha condensado una tesis en apenas diez páginas. Un recorrido que comienza con la llegada del pueblo gitano a Europa en el siglo IX desde el norte de la India hasta llegar a una entrevista que ofreció el propio Paco en 2003 y en la que –al hablar de sus raíces– afirmó que siempre estoy volviendo a escuchar a los clásicos; mientras más intento avanzar, más me agarro con una mano a lo que tengo detrás, porque siempre me dio mucho miedo salirme de lo que es el flamenco, o de lo que yo creo que debe ser.
Gran parte de la culpa de la relación entre el guitarrista con este género musical la tuvo su padre, Antonio Sánchez Pecino. "La guitarra flamenca estaba muy solicitada y quiso formar a sus hijos", indica Suárez y hace hincapié en que se trataba de un hombre “exigente y severo, que impuso una disciplina que Paco supo asimilar”. Pero también fue un padre cariñoso, que se preocupaba mucho por sus hijos y que tenía una concepción del flamenco muy arraigada a su modo de vida. "Fue una figura fundamental que Paco recordó durante toda su vida con mucho cariño y gratitud por la educación que le ofreció", relata el periodista y menciona El plan maestro, esa ambiciosa estrategia –similar a la que Leopold Mozart llevó a cabo con su hijo– que el padre de Paco elaboró para que sus hijos se ganaran la vida con la música.
Sí que es cierto que "toda esta educación extraordinaria y severa le hizo crecer con el listón tan alto en la perfección que no le permitió estar satisfecho con lo que creaba", abunda el periodista que, en la biografía sobre el guitarrista indica que su punto débil era su propia naturaleza. "No tuvo rivales y, a veces, la competición entre genios te marca el trayecto, pero él fue quién intuyó el camino", apunta Suárez y menciona el síndrome del impostor como una gran kryptonita que duró prácticamente hasta que –en 2007– fue investido honoris causa en la Universidad de Cádiz: “Nunca se lo llegó a creer. Paco no olvidó sus orígenes y que su base era flamenco. Eso fue un homenaje a su cultura y a sus maestros”.
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