"Me siento más hijo del siglo XX que del XXI"

PABLO CUEVAS | cantante

El músico actuará mañana en la sala Fun Club para presentar su disco, "Los cuatro claveles"

"El rock and roll tiene fecha de caducidad"

"El Fun Club fue la primera piedra del cambio de la Alameda"

Pablo Cuevas
Pablo Cuevas / Pablo Caravaca

Mañana viernes en el Fun Club estará Pablo Cuevas presentando Los cuatro claveles, el maravilloso disco que ha grabado mostrando una faceta apartada de la habitual en la que lo conocemos como cantante y guitarrista de Los Fusiles, uno de los grupos sevillanos de más calidad y proyección nacional. El disco, editado bajo su propio nombre, ha sido además el canto del cisne de Family Spree Recordings, el sello discográfico que también lanzaba los discos de Los Fusiles y no dudó en apostar por esta colección de canciones tan diferentes, que van desde la chanson francesa, al tango, el jazz manouche, la tarantela, el vals, los instrumentales al estilo de los Shadows e incluso la rumbita flamenca. Nos reunimos con él para una entrevista y la primera pregunta es obligada.

-Con todo este bagaje musical detrás, ¿por qué se decidió usted por dedicarse al rock con Los Fusiles?

-Porque todavía fui de la última generación en la que todo el que se interesaba por la música conocía a un bajista, un batería, un guitarrista, y montaba una banda de rock, que era la salida más recurrente y accesible para todo el que tenía inquietudes musicales más allá del flamenco o la guitarra española. La gente joven ya no se interesa por el rock and roll; hay un debate abierto sobre si este se va a perder o no y yo soy de los que opina que sí se va a perder, que estamos a un telediario de que el rock and roll pase a ser otro género antiguo como estos. Pero sigo siendo un apasionado del género desde mi adolescencia, cuando comencé a interesarme por Elvis y todos los pioneros, como Chuck Berry. Y fue también entonces cuando comencé a darme cuenta de que no solo me interesaba el rock and roll de los años 50, sino toda la música de esa década. E incluso mirando hacia atrás, el swing de los 40, Charles Trenet, Carlos Gardel, el jazz americano antiguo y todos esos estilos que pueblan mi disco, que no ha surgido de un día para otro ni es una excentricidad que me haya querido marcar.

-¿Por qué sacarlo ahora? ¿Tendrá continuidad?

-Lo de la continuidad aún no lo sé, pero sí el porqué. Los Fusiles hemos sacado nuestros discos a un ritmo vertiginoso, tanto que el último, que creo que es el mejor, no ha tenido tanta repercusión como los dos primeros; no sé si porque ya iban demasiado seguidos o porque aunque tuviesen matices diferentes, pueden ser redundantes. Y por eso hemos decidido hacer el cuarto con calma. Como desde que enviamos el tercer disco a fábrica hasta que llegaron las copias pasaron casi seis meses, en ese impasse comencé a ir a casa de Quique Ruiz -guitarra solista de Los Fusiles-, que es donde hemos grabado básicamente los dos discos últimos del grupo llevando unas canciones distintas que, a diferencia de las canciones de rock, vi que eran muy accesibles para grabarlas poco a poco incluso yo en solitario: un día haciendo el acústico, otro los solos, otro las voces, y me fui entusiasmando con la idea, así que fui llamando a músicos invitados para desarrollarla: Ricky Candela al bajo, Paul Laborda a la guitarra, Chano Robles al acordeón, Abbi Fernández para ayudarme con las voces. Y tuve la suerte de que Tony DevilDog no se lo pensó siquiera a la hora de editarlo en su sello de Family Spree.

-¿Se retroalimentan su disco y el de Los Fusiles?

-El mío está hecho con la idea de que no tiene nada que ver con lo que hago con el grupo. Hay cantantes que en su proyecto en solitario hacen lo mismo que con su banda, lo que me parece absurdo. Este mío se diferencia claramente, pero cada vez que hablan de él sale a relucir el nombre de Los Fusiles, como no puede ser de otra manera. Puedo compaginar bien lo de sacar los dos proyectos adelante, en eso no hay problema.

-Entre tantos estilos manejados, ¿hay alguno que sea su favorito o que se le dé mejor?

-El disco nació como un experimento y formaba parte de su espíritu que fuese como un batiburrillo de estilos, a la manera de los cabarets antiguos, en el que cabían todos y ninguno en especial; lo mismo cantaban una copla, que un bolero, que un rock and roll, pero estoy más cómodo en los géneros más cercanos a la chanson francesa, los de espíritu circense, las canciones de acordeón, más mediterráneas, también los tangos, el jazz manouche. Hay géneros más complicados, donde entra, por ejemplo, una versión que hice de Amália Rodrígues que deseché para el disco, aunque sí la haremos en directo, que no van muy bien con mi registro de voz. Para hacer este disco hay que ser bastante caradura; ¿tú te vas a meter en estos estilos, si eres un cantante pa echarte a pelear? Algunas canciones piden voces más potentes o profesionales, que quien las cante sepa hacerlo de verdad; y en mi caso lo que aporto es sentimiento, credibilidad, sinceridad, pero no soy un gran cantante, evidentemente.

"Estoy seguro de que Bécquer no se pasaba el día llorando por las esquinas y también iba a la cantina"

-Como cantante es habitual compararlo con Josele Santiago y Jaime Urrutia. ¿Este nombre de Los cuatro claveles tiene alguna relación con las Cuatro rosas de Gabinete Caligari?

-No solo no tiene ninguna, sino que fue motivo casi de echarme para atrás. Cuando hice la canción ni se me pasó por la cabeza que ya existían las cuatro rosas. Me di cuenta de ello cuando ya lo tenía madurado, pero me pareció el nombre más bonito y potente para todo el disco. Pero a pesar de mi influencia de Jaime Urrutia, no tiene ninguna connotación, no es ningún homenaje, ni pretende ser nada de eso.

-Los personajes que pueblan su disco: el mandamás, el tipo que vive del recuerdo, el hijo de Rosarito y Don Nicolás, el que dimite sin finiquito ¿Qué tienen de autobiográfico, de reales, de inventados?

-Mi vida no es tan interesante como para escribir de mí en primera persona. Más que nada lo hago sobre cosas que observo, o cosas sentimentales, pero todos sabemos que se tiende a exagerar para que la intención artística llegue a cotas más elevadas; estoy seguro de que Bécquer no se pasaba el día llorando por las esquinas y también iba a la cantina. Se exagera, pero las canciones salen de historias que escucho, que me imagino o que yo mismo me las fabrico a veces. Me gusta estar con mis amigos, pero también me gusta mucho estar solo, con mi cervecita, y poner la parabólica para escuchar a la gente de alrededor; de ahí salen la mayoría de las canciones. A pesar de tener 41 años me siento mucho más hijo del siglo XX que del XXI y las historias que cuento pueden ser algo anacrónicas. Muchas veces en las canciones de los años 60 se decía: te llamo por teléfono y no me lo coges; a mí no se me ocurre poner: te escribo un whatsapp y no me aparece la marca de que lo has leído; es un ejercicio igual, pero yo mismo me prohíbo hacerlo.

-¡No me diga que de Ginés el de San Juan escuchó hablar en la mesa de al lado en un bar! Es un personaje muy parecido a Curro el Palmo.

-Es un personaje absolutamente ficticio. Pero me interesaba eso de que en aquellos tiempos el que quisiera cultura tenía que meterse a cura. Mi padre siempre me habla de un cura, Don Anibal, que llegó a Bormujos hace sesenta años y nos apadrinó, por así decirlo. Los primeros libros que vi en mi casa los trajo él, y la gente, como en la canción, decía que hablaba tan bien que iba pa cura. Lo de Curro el Palmo me lo dijo también Chencho Fernández; es una historia como la suya, que se cuenta en dos minutos y medio desde que nace hasta que estira la pata. A mí me gustan estos personajes que, más que perdedores, son los que no escriben la historia, como decía Unamuno; los que pasaban por allí y de los que, como digo yo en la canción, ¿cómo intentar destacar una vida tan normal?

Pablo Cuevas
Pablo Cuevas / Quique Ruiz

-Usted me dijo una vez que en Los Fusiles no quería meter letras de cariz social o político. Pero tampoco parece que las haya metido en su disco propio, a pesar del carácter marcadamente reivindicativo que muestra usted en otros aspectos de su vida.

-Es que artísticamente me gusta más perseguir la estética y sé que no se me daría bien, no sabría hacerlo, meterme en temas políticos; pero no es porque no me apetezca, sino porque me parece ramplona la manera en que se hace habitualmente. Algunos sí lo hacen muy bien, por ejemplo, el uruguayo Alberto Citarrosa, del que me interesa su crítica social tan sutil. Esa sutileza o contarlo a través de experiencias de personas, sí me interesa más que ir a las barricadas. Con Los Fusiles, mi forma de pensar no tenía por qué coincidir con la de ellos y en este disco he preferido contar el día a día de alguien para presentar la realidad social.

-Dice usted que no se le da bien, pero la Chica de ojos claros de Los Fusiles me parece un personaje interesantísimo en una canción bellísima.

-Claro, pero es que si digo el motivo real de la canción y quién es la chica de ojos claros me vetan o tenemos que ir a la Audiencia Nacional. Hay un poco de todo en no hacer esto; no tanto autocensura como que no me pide el cuerpo esa forma de escribir tan explicita; estoy más cómodo persiguiendo la belleza.

- Por qué le salen siempre letras más trágicas que alegres?

-Realmente, los perdedores, o los no ganadores, somos mayoría absoluta y mis canciones salen de esa proporción estadística. También hay canciones de alegrías, aunque es cierto que no muchas, pero es que soy una persona melancólica, más que pesimista, aunque a veces lo camufle. Pero la realidad es que el mundo no está muy bien montado y hay muchas cosas de las que preocuparse, muchas cosas que no van bien; tanto en el ámbito global como en el personal.

"De pequeño, era muy fan de Juan Gabriel y Rocío Dúrcal"

-¿Cómo va a completar en el concierto de mañana su repertorio, porque las nueve canciones del disco apenas llegan a los 35 minutos? ¿Y qué banda le va a acompañar?

-Pues vendrán los músicos que me acompañan en el disco; los que le mencioné antes, también Javi Lobillo a la batería, que es amigo de aquí, de Sevilla, pero lleva en Madrid veinte años tocando con gente como Los Silver Tones de Tony Luz. Son todos muy buenos; Laborda es el Django Reinhardt sevillano, un fenómeno; el acordeonista, Robles, es de los músicos que más me han impresionado en cuanto a ejecución y buen gusto. Abbi colaborará en un par de temas, el del título del disco y la versión de Amália Rodrigues que dije antes que interpretaríamos en directo. Haremos cinco inéditas mías más que, aunque no me gusta mucho tocarlas antes de ser editadas, pero aquí la necesidad manda. Una de ellas es una ranchera, otra faceta de la locura de mis gustos musicales de pequeño, que era muy fan de Juan Gabriel y Rocío Dúrcal. Y una versión del Buona sera, signorina de Louis Prima, otra de Ojos negros, que escribió un poeta ucraniano y han cantado Reinhardt o Mireille Mathieu; También haremos el Sadie de Los Fusiles, pero en una forma con acordes menores, que no la conoce ni su madre.

-Hábleme de los proyectos, tanto suyos como de Los Fusiles. Se aproxima el verano y la época de los festivales.

-Con Los Fusiles tenemos la suerte, algo habremos hecho bien, de que el teléfono suena mucho. Hace quince días estuvimos en Murcia, en abril vamos a Valencia, el 17 de mayo estaremos en Sevilla, en la sala Malandar, porque aquí hay que dar al menos un concierto al año, para tomar la temperatura al personal. En mayo iremos también a Estepona y seguramente en agosto participaremos en un festival nuevo de Alcalá del Río. Yo, después de presentar el disco mañana, voy a Medina de las Torres, un pueblo de Badajoz de menos de mil habitantes. Para desarrollar en directo mejor este disco estoy pensando en montarlo a dúo con Laborda, que es algo mucho más llevadero y se puede hacer una gira de forma mucho más operativa.

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