“Grabar a Haendel tras el confinamiento fue como volver a la vida”
Ottavio Dantone | Clavecinista y director
Al frente de su Accademia Bizantina, Ottavio Dantone publica la grabación de las dos colecciones de ‘concerti grossi’ de Haendel
La ficha
THE EXCITING SOUND OF BAROQUE MUSIC
Georg Friedrich Haendel (1685-1759)
6 concerti grossi Op.3
12 concerti grossi Op.6
Accademia Bizantina. Director: Ottavio Dantone
HDB Sonus (Caja con 1 CD [Op.3] + 3 CD [Op.6] + Libro)
La Accademia Bizantina es uno de los conjuntos barrocos italianos que tiene mayor actividad discográfica. Fundado en Rávena en 1983, seis años después, tras la primera colaboración con Ottavio Dantone (Ceriñola, 1960), el conjunto empezó a trabajar con instrumentos de época. En 1996, Dantone, uno de los clavecinistas más prestigiosos de nuestros días, se convertiría en su director artístico y ahí sigue. Su último lanzamiento: los concerti grossi de Haendel.
–Han grabado las dos colecciones de concerti grossi de Haendel. Pero lo cierto es que la Op.3 y la Op.6 sólo se parecen en el nombre genérico que se les da y en el autor, porque son muy diferentes la una de la otra. ¿Puede resumirme esas diferencias?
–La diferencia principal está en el hecho de que el Op.3 fue publicado en 1734 por John Walsh sin que Haendel tuviera conocimiento de ello. Walsh era un editor muy potente y, además, no existían los derechos de autor en esa época o eran muy informales. Lo que importa es que estos conciertos fueron construidos reuniendo fragmentos procedentes de otras obras preexistentes (oratorios, óperas, música para clave, etc.) sin una idea necesariamente unitaria. En cambio, el Op.6 fue pensado y compuesto por Haendel cinco años después, completado en un mes y casi íntegramente con música nueva. Aquí la estructura y el estilo están ciertamente inspirados en la forma del concerto grosso y vemos un claro homenaje y referencia a Arcangelo Corelli.
–¿Podemos realmente llamar concerti grossi a las obras de la Op.3?
–En efecto, no. Ninguno de los movimientos presenta el típico diálogo entre el concertino, esto es, la pequeña sección compuesta por dos violines y violonchelo, y el resto de la orquesta de cuerda. En esta colección, tenemos sobre todo intervenciones solísticas de oboes, fagotes, flautas e incluso del órgano, y más raramente del violín. De hecho, el término concerti grossi se utilizó sobre todo para atraer a los compradores tras la popularidad y el éxito de las publicaciones precedentes como la del Op.6 de Corelli veinte años antes. Dicho esto, y pese a la disparidad conceptual y formal, se trata sin duda de música bellísima.
–En la Op.3 hay dos reconstrucciones suyas. ¿Puede comentar por qué la necesidad de estas reconstrucciones y qué ha tenido en cuenta para hacerlas?
–Quienquiera que se haya ocupado de orquestar y adaptar las piezas que componen los conciertos del Op.3, probablemente lo hiciera de manera apresurada e infundada. Por ejemplo, los Conciertos nos. 3 y 5 tienen la parte de las violas siempre a la octava con el basso, lo que seguramente Haendel nunca habría hecho. Además, a menudo hay errores o ciertas incongruencias en el desarrollo de las partes. Así que para devolver justicia al autor y dar el máximo brillo a su música, decidí intervenir corrigiendo ciertas cosas incorrectas, añadiendo la parte de las violas donde se carecía de ella, a través del estudio atento de la estética de la escritura haendeliana y el máximo respeto por su pensamiento.
–Por el contrario a los de la Op.3 conocemos a la perfección la fecha de composición de la Op.6 y su destino, la temporada 1739-1740 del Lincoln’s Inn Fields Theatre, pero para entonces la forma del concerto grosso estaba ya un poco pasada de moda, ¿por qué piensa que Haendel recurrió a ella?
–Handel escribió estos magníficos conciertos para enriquecer el repertorio que se solía proponer en los intervalos de los oratorios. El público estaba deseando escuchar el virtuosismo de Haendel en los Conciertos para órgano y esa misma majestuosidad encaja indudablemente con el concerto grosso y en concreto este Op.6, que aunque esté inspirado seguramente en el gran Arcangelo Corelli, se alza, en definitiva, como cumbre suprema y máxima evolución de este género.
–Tiene razón. A veces pienso que no hay colección orquestal más extraordinaria que esta en toda la primera mitad del siglo XVIII (quizá sólo la Op.3 de Vivaldi y los Brandenburgo de Bach podrían disputarle el primer puesto).
–Sí, así es… Estamos, sin duda, ante una de las músicas más bellas jamás escritas del XVIII y de toda la historia.
–Veo que grabaron la Op.3 en enero de 2020 unos días antes de que la pandemia llegara a Italia y la Op.6 en julio de 2020, después del primer confinamiento duro. ¿Qué supuso eso para el registro, cuál era el ambiente de las sesiones de verano?
–Fue uno de los momentos más felices de nuestra experiencia musical. Veníamos de un largo periodo de inactividad y este fue el primer proyecto después de meses de forzado arresto. Cuando nos encontramos por primera vez para hacer los ensayos, había una luz en nuestros ojos que expresaba la alegría de volver a hacer música juntos. Fue como un regreso a la vida y además, con el aliciente añadido de estudiar y grabar música maravillosa. Lo que realmente hace especial esta grabación es que, más allá de la investigación filológica y de la interpretación, estoy convencido de que conseguimos impregnar este trabajo de nuestras sensaciones más profundas, transmitiendo las emociones y los significados en un modo totalmente natural y espontáneo.
–Más de un cuarto de siglo ya al frente de la Accademia Bizantina, ¿cómo ha cambiado a su modo de ver el mundo de la interpretación barroca en este tiempo?
–Yo y mis colegas que nos ocupamos de la música antigua recogemos el legado de aquellos estudios de redescubrimiento filológico de los instrumentos y del lenguaje del pasado, fruto del trabajo y la pasión de los pioneros del sector desde los años 50. El desarrollo, la profundización y la progresiva especialización técnica y estética en lo relativo al repertorio barroco ha permitido que el público decretase el éxito de las ejecuciones y grabaciones con instrumentos originales, sobre todo porque fue finalmente comprensible en su aspecto comunicativo y expresivo. De hecho, hoy en día resulta incluso extraño que se toque música barroca con instrumentos llamados “modernos”. En cuanto a nuestro conjunto, desde el inicio de nuestra trayectoria, nuestro trabajo ha sido recuperar un lenguaje lo más próximo posible a las intenciones del autor (a través de un atento y constante estudio de los códigos retóricos y emocionales de los siglos pasados) y, al mismo tiempo, eficaz y comprensible para el oyente de hoy.
–La discografía de la Accademia Bizantina es amplísima, pero llegado un determinado momento deciden crear su propio sello, ¿por qué?
–En un momento de profunda crisis del sector discográfico, sentimos la necesidad de tener nuestro propio sello para realizar y difundir los proyectos que nos interesan especialmente, ya sean inéditos o más conocidos. Tener nuestro propio sello nos ofrece el privilegio de disponer de una libertad y una independencia creativa e intelectual que en estos momentos es, sin duda, un lujo.
–La edición de estos conciertos de Haendel es muy especial y no parece barata. ¿Realmente compensa la inversión?
–Nuestra orquesta está viviendo un momento artístico y creativo muy feliz. El hecho de haber apostado por un grupo estable y de alto nivel, nos está reportando resultados que nos llenan de satisfacción en términos de química, unidad y reconocimiento estilístico y sonoro. Gracias a una cuidada y comunicativa campaña de márketing, el público (incluido el más joven) nos ha compensado con millones de visualizaciones y escuchas. Todo esto nos anima a seguir este camino.
–En sus últimos registros, suelen alternar las grandes obras escénicas con la música instrumental, ¿piensan seguir por este camino?
–Sí, por supuesto, aunque la naturaleza de nuestro ensemble nos lleve a centrarnos mucho en el repertorio instrumental, tanto barroco como clásico y romántico. De hecho, tras la publicación del Op.3 y Op.6 de Haendel, hemos llevado a cabo varios discos que sacaremos en las próximas temporadas. En primavera, está previsto la salida de la Cuarta Sinfonía de Mendelssohn y la Tercera de Schumann. Y luego seguirán los Concerti grossi Op. 6 de Corelli y los del Op.3 de Geminiani. Posteriormente, saldrá también la Júpiter de Mozart y la 104 de Haydn. En otoño, grabaremos la Quinta de Beethoven y la Trágica de Schubert.
–¿Que otros proyectos inmediatos puede comentarnos?
–Acabamos de realizar una gira con una producción de Il Tamerlano de Vivaldi por varios teatros italianos, y en los próximos meses presentaremos esta obra en versión de concierto en el Stary Teatr de Cracovia y el Palau de la Música Catalana de Barcelona. Además, están previstos diversos conciertos en Italia y en Europa con un programa titulado L’Orfeo del Violino, que incluye Concerti grossi de Haendel, Corelli y Geminiani. En las próximas temporadas, haremos también óperas en Ámsterdam y en Innsbruck… Y, además, como director, tendré varios conciertos y óperas en La Scala, La Fenice, Zúrich, Viena, París, Tokio… ¡No habrá tiempo de aburrirse!
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