Orwell, un poeta quijotesco

Visor publica la poesía completa del autor de '1984' con traducción de Jesús Isaías Gómez López, que destaca su compromiso político y social

George Orwell.
George Orwell. / El Día
Alfredo Asensi

21 de febrero 2017 - 02:32

Córdoba/George Orwell (nacido como Eric Arthur Blair) también fue poeta. Como Ray Bradbury y Aldous Huxley. Tres referentes literarios del siglo XX reconocidos fundamentalmente por su labor narrativa y cuya poesía ha sido traducida al español por Jesús Isaías Gómez López. Publicadas las de Bradbury y Huxley por Cátedra en su colección Letras Universales, ahora le llega el turno a la del autor de 1984, que ve la luz en Visor.

En la poesía, advierte el experto, "es donde mejor se advierte la evolución estética" de Orwell "y, sobre todo, la gestación de su pensamiento político". Nacido en 1903, "comienza a escribir poesía a los diez años, estrofas sueltas a las que no dio la debida importancia y que, desaparecidas a día de hoy, por desgracia, nunca llegarán a ver la luz. Sin embargo, a los once años tomó conciencia de su vocación poética y publicó su primer poema, Awake!, Young Men of England, el 2 de octubre de 1914 en la revista The Henley & South Oxfordshire Standard. Desde entonces no dejaría de publicar poemas sueltos, a un ritmo de dos o tres al año, en revistas literarias inglesas, como un joven adolescente que utiliza una rima fértil y un ritmo terso y contundente para plasmar su compromiso político con una fuerte carga emocional".

En la poesía "es donde mejor se advierte su evolución estética", apunta el expertoGómez López espera seguir "revelando" el poco conocido legado poético de otros autores

En el estilo de estas primeras rimas, advierte Gómez López, "se advierte un tono jovial, transparente e innato, un tanto sobrio, que huye de figuras complejas, puesto que busca en todo momento la comunicación directa con el lector y la exposición del mensaje con toda crudeza. El joven poeta comienza utilizando la poesía como un efectivo vehículo con el que transmitir su compromiso social y político, pero sin olvidarse tampoco de que la poesía es la herramienta ideal con la que expresar los sentimientos por su primer amor y seguidamente descargar su infatuación amorosa. En esta primera fase literaria de Orwell advertimos al primigenio Eric Arthur Blair, para quien la poesía lo es todo. Más adelante, ya acercándose a la madurez, y con sus primeras obras de narrativa en ciernes, vamos advirtiendo al auténtico Orwell, seudónimo con el que acabará firmando, desde 1933, toda su obra literaria". "El Orwell de este segundo escenario poético", añade, "es mucho más político, pero nada ideológico, puesto que siempre es fiel a una visión del mundo y una concepción de su tiempo desde sus propias convicciones morales, fruto de sus experiencias personales, en Birmania, como agente de la policía imperial británica, y posteriormente en Barcelona, durante la Guerra Civil española, e Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. Orwell es, de principio a fin, un poeta de vivencias, que recurre a la rima y a la figura retórica para descargar sus emociones al mismo tiempo que para expresar sus convicciones. Aunque en sus poemas se advierten ecos y patrones formales en los que reverberan las voces de otros grandes de la poesía inglesa como Keats, Milton, Kipling y Coleridge, la poesía tanto de Eric Blair como de Orwell no obedece ni responde a compromisos generacionales o estilísticos, sino profundamente personales y sociales. Está claro que su poesía responde a un ideal estético-político de su propia fundición".

Orwell es uno de los máximos exponentes de la literatura distópica, un aspecto que también está presente en su poesía, por ejemplo en On a Ruined Farm Near the His Master's Voice Gramophone Factory, "un poema que en su momento gozó del reconocimiento unánime de la crítica, siendo publicado en una de las más prestigiosas revistas de la época, The Best Poems of 1934, donde por primera vez encontramos al Orwell más existencial, angustiado por los acontecimientos políticos de su mundo. En este poema el narrador lírico se ve perdido entre dos mundos, en ambos sentidos rotos. Digamos que el poema parece trazar el escenario descrito una década después en su novela 1984. El elemento distópico está presente en bastantes de estos poemas, como por ejemplo A Happy Vicar I Might Have Been, donde de nuevo el poeta vaticina un trágico escenario de un futuro distópico: Está prohibido soñar de nuevo; / mutilamos nuestros gozos o los escondemos; / los caballos están hechos de acero cromado / que montados serán por hombrecillos gordos". La poesía es "el vehículo donde Orwell gesta y articula el elemento distópico que años después será clave y central en 1984".

Las ediciones de la poesía de Huxley y Bradbury han tenido "una magnífica recepción entre los lectores", destaca el especialista: "Estamos hablando de nombres capitales de la literatura contemporánea, cuyo pensamiento ha influido significativamente en la estética literaria y social de nuestro tiempo. Huxley y Orwell iniciaron sus carreras literarias como poetas, y aunque acabaron aparcando la poesía, como medio de vida, para dedicarse a la novela, nunca dejaron de serlo, como se advierte en sus posteriores obras de ficción, todas ellas impregnadas de versos sueltos e incluso poemas completos. El caso de Bradbury es curiosamente a la inversa, nos encontramos con un caso poco común, el del autor que empieza una fulgurante carrera como escritor de literatura fantástica y distópica y la concluye (los últimos 25 años de su vida) dedicándose casi íntegramente a la poesía. La creación poética de todos ellos era, hasta la llegada de las mencionadas ediciones de Cátedra y la reciente de Visor, prácticamente desconocida en nuestro país y en todo el orbe de habla hispana". Con la aparición de estas "oportunas" ediciones "se cubre un vacío literario que desvela la génesis y la gestación del pensamiento futuro de todos ellos, imperativas por tanto para comprender mejor la evolución literaria y el mensaje que finalmente persiguen en posteriores obras como Un mundo feliz (Huxley), 1984 (Orwell) y Fahrenheit 451 (Bradbury)".

"Respecto al catálogo de autores de ciencia ficción y/o distópicos, géneros que hay que distinguir, cuya poesía pueda ser incorporada y tratada en nuevas ediciones, con una dimensión poética digna de mención", apunta Gómez López, "aún quedan varios nombres imprescindibles de ambos géneros cuyos proyectos hace tiempo que he ultimado y están a la espera de que uno de estos sellos, o cualquier otro, encuentre el momento oportuno para hacerles hueco. El problema no es de las editoriales, sino de los derechos de autor, que, en ocasiones, son realmente abusivos; piden derechos de auténtico best seller para proyectos poéticos que, por suerte o desgracia, habitualmente solo suelen leer las sensibilidades más exquisitas. No obstante, confiamos en poder ir revelando con futuras publicaciones el desconocido legado poético de otros grandes autores del pasado siglo".

Los tres autores "tienen un denominador común, la poesía como ars vivendi". En este género "encuentran un modo de reafirmar sus vivencias más íntimas, sus experiencias personales y sus respectivas visiones del mundo y del futuro". La vida de los tres, "en todas sus proyecciones y dimensiones, está presente, de un modo mucho más directo, reflexivo e íntimo en la poesía que en las novelas". Pero cada uno "tiene su propia impronta, voz y pulso poético bien definidos". En Huxley "advertimos una voz filosófica" en la que "el narrador lírico frecuentemente busca en la rima elementos sonoros, produciéndose todo un simbolismo sonoro en muchos de los poemas de su etapa de juventud. La influencia de Rimbaud y Baudelaire es crucial en prácticamente toda su carrera poética, a la que incorpora símbolos ígneos y lumínicos, con los que frecuentemente expone auténticos cuadros líricos impresionistas de logrado cromatismo verbal. Es la fórmula típicamente huxliana de permanente e insaciable búsqueda de la iluminación del individuo, que conduce a la divinidad". En la poesía del autor de La isla "la sátira también está presente, pero no el elemento distópico, que es escaso. En la poesía busca la paz interior, la respuesta a sus preguntas más íntimas y una aproximación a la divinidad que luego veremos en ensayos como Las puertas de la percepción".

El caso de Bradbury "es el ejemplo más paradigmático de lo que podríamos denominar poesía de ciencia ficción y poesía fantástica. Hay que distinguir claramente entre ambos géneros, como él ya hiciera en su momento" con una "oportuna" reflexión: "Literatura fantástica es todo aquello que trata temas y asuntos que nunca podrán ocurrir en la vida real, mientras que la ciencia ficción trata sobre temas que sí pueden ocurrir en nuestro mundo futuro". En su poesía "encontramos ambos géneros, hasta el punto de que puede ser tildada de realismo mágico poético, donde se aprecia constantemente la fusión entre la realidad y lo onírico. Los símbolos disémicos y las imágenes visionarias son incesantes en muchos de sus poemas, la realidad se confunde con lo mágico, con la finalidad de componer la conciencia de la fantasía. Hay poemas bellísimos que nos trasladan a un universo mágico y mítico sin precedentes en la literatura reciente". Para Bradbury "buena parte de su poesía es una especie de reserva o territorio mágico, sin límites espacio-temporales, a menudo totalmente irracionales".

Y en Orwell el elemento destacable "es el denso compromiso político y social, presente desde el primer poema". La mezcla de los ingredientes políticos y sociales con el aspecto pasional "logra sacar su componente quijotesco".

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